Francesco Tonucci: «Un buen carpintero será más feliz que un ingeniero mediocre»

Ana T. Jack anatjack@edu.xunta.es

LA VOZ DE LA ESCUELA

26 sep 2012 . Actualizado a las 13:41 h.

Con esta entrevista al psicopedagogo italiano Francesco Tonucci inauguramos un nuevo curso en la Escuela de Padres de La Voz, que ya va por su tercera edición. Para darles continuidad y coherencia a los contenidos publicados hasta ahora, seguiremos escogiendo un Tema del mes sobre el que intentaremos ofrecer una visión clara y divulgativa a la vez que rigurosa que pueda resultar útil a padres y madres. Cada artículo incluirá orientaciones generales, pautas de actuación, propuestas prácticas y, para los interesados en ampliar información, bibliografía y páginas web de referencia. Como siempre, desde esta sección invitamos a los lectores a enviar sus ideas, propuestas y sugerencias a la hora de abordar los distintos temas. Así pues... ¡empezamos!

-¿Necesitan los padres y madres formación (a través de las escuelas de padres, cursos...) o es suficiente con aplicar el sentido común «como se ha hecho toda la vida»?

-Yo creo que el sentido común es una gran escuela. Si siempre fuéramos capaces de hacer aquello que el sentido común nos indica cometeríamos muy pocos fallos. De hecho, los errores educativos más graves no se producen en la familia sino en la escuela, donde se cree que hay que actuar, por encima de todo, con profesionalidad. Pero también es cierto que hoy en día las familias sufren una gran presión por parte de la producción comercial y los medios de comunicación (especialmente la televisión) que las conduce a un comportamiento peligroso desde un punto de vista educativo. Por esta misma razón creo que las escuelas de padres pueden ser muy útiles y necesarias..

-¿Cuáles son los errores que cometen los padres de hoy en día?

-Creo que los errores más grandes son los que produce nuestra sociedad del bienestar, aunque en este momento de grave crisis económica parezca absurdo utilizar esta expresión. Vivimos en países capitalistas, profundamente consumistas, y pensamos que todo se puede comprar. Creemos que nuestros hijos puedan ser felices si reciben muchos regalos, si visten ropa de calidad y si tienen la oportunidad de asistir a actividades extraescolares de arte, música, deportes y lenguas. Pero en realidad estamos privando a nuestros niños de la posibilidad de jugar, que es mucho más importante que el aprendizaje escolar. Estamos quitándoles la oportunidad de salir con sus compañeros, de descubrir el mundo por sí mismos y de aprender poco a poco a hacer frente a los obstáculos que les presentará la vida.

Otro error moderno es la posición sindicalista que a menudo asumen los padres con respecto a sus hijos con actitudes de reivindicación y de defensa, por ejemplo con respecto a la escuela y sus profesores. Lo único que consiguen así es colocar un fuerte obstáculo a la labor educativa y debilitar aún más una institución que ya está en dificultades.

- ¿Y los aciertos?

-Los progenitores de hoy en día están mucho más preparados y sensibilizados hacia las necesidades de los niños. En concreto, me parece que los padres actuales se dedican a la familia mucho más y mucho mejor de como lo hacían nuestros padres y de como lo he hecho yo mismo. Pero como decía antes esta mayor presencia puede convertirse en un error si así se priva a los hijos de la necesaria autonomía y libertad, adaptada a cada edad, por supuesto.

-¿Por qué razón cada vez hay más TDAH (déficit de atención con hiperactividad), problemas de comportamiento, ansiedad... en los niños?

-Aparte de los casos clínicamente comprobados y sobre los que no tengo nada que objetar, creo que muchos casos diagnosticados de TDAH deben considerarse como reacciones predecibles y casi necesarias a un estilo de vida sedentario y privado de experiencias y emociones. La energía que desarrolla un niño, que está obligado a estar muchas horas en casa sentado frente al televisor o el ordenador, se acaba manifestando de diversas maneras, casi siempre negativas y peligrosas para la salud física y mental. La energía que no se descarga, que no se canaliza convenientemente, acaba saltando por algún lado, es lógico. Por ejemplo, la falta de actividad puede desembocar en reacciones compulsivas con la comida, favoreciendo la obesidad y la mala salud. En la escuela, los niños reaccionan distrayéndose, agitándose e interfiriendo en un adecuado aprendizaje. Y entonces decimos que tienen un problema. Como decía, si analizamos bien la situación nos damos cuenta de que ese tipo de comportamientos son previsibles y normales. El gran error es considerarlos patológicos y curarlos con psicofármacos, creando así situaciones dramáticas para un futuro próximo.

-¿Cuál es la clave para educar hijos felices (y de paso formar familias felices)?

-No pensar que los niños son nuestros, de nuestra propiedad, sino respetarlos como personas titulares de derechos y dueños de su propio futuro. Los hijos no son una extensión o prolongación de los padres. Es injusto esperar que ellos hagan o lleguen a ser lo que nosotros queremos. Serán felices si pueden llegar a ser para lo que han nacido, si pueden llegar a darse cuenta de todo su potencial y desarrollar sus talentos. Un buen carpintero será más feliz y económicamente más competitivo que un ingeniero mediocre. Nuestro hijo, nuestra hija, va a ser bueno en aquello que se corresponde con sus capacidades y con sus sueños. La tarea de la familia y de la escuela es ayudar a cada alumno, a cada alumna, a descubrir su vocación, su camino. Y dedicarles toda la energía necesaria para que lo consigan.