Israel castiga al Eje de Resistencia iraní aprovechando su debilidad

pablo Medina MADRID / LA VOZ

INTERNACIONAL

Edificios de la población de Qlayaa bombardeados por Israel.
Edificios de la población de Qlayaa bombardeados por Israel. DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

Tel Aviv anuncia una invasión del Líbano «inminente» y «limitada»

01 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A una semana de cumplirse un año de los ataques de Hamás que provocaron una guerra entre Israel y el Movimiento de Resistencia Islámica y con el Líbano en llamas, el contexto de seguridad en Oriente Medio es el más agitado en décadas. Tanto, que Tel Aviv ha cambiado su discurso inicial para centrarse en Irán como máximo responsable de la inseguridad en Oriente Medio y ayer, el primer ministro Benjamin Netanyahu, aseguró a los gobernados por los ayatolás que «serán libres antes de lo que la gente piensa». Porque ahora el objetivo a eliminar no se limita solo a los islamistas palestinos, sino a todo el Eje de Resistencia.

La amenaza que Netanyahu veía solo en Gaza ahora se expande al Líbano, Siria, Irak y Yemen, desde donde las milicias de la órbita de Teherán actúan «en solidaridad con el pueblo palestino», aunque se trata de una guerra asimétrica del régimen de los ayatolás contra su enemigo número uno. «Cada día veis a un régimen que os subyuga, que pronuncia discursos exaltados sobre defender el Líbano, Gaza, si bien cada día ese mismo régimen sumerge a nuestra región en una oscuridad cada vez más profunda y nos hunde en la guerra», argumentó Netanyahu ayer para referirse al polvorín en el que se han convertido los países fieles al modelo revolucionario persa.

Los tentáculos de Irán llegan lejos. Pero ahora, la atención está especialmente localizada en los dos puntos más hostiles: el Líbano y Yemen. El país de los cedros aglutina una de las mayores fuerzas chiíes activas contra Israel —de entre 20.000 y 100.000 según la fuente—, su líder fue asesinado la semana pasada y sus lanzaderas de misiles, así como su arsenal balístico, han sufrido grandes daños en los bombardeos israelíes. Ante la debilidad del grupo, el ministro de Defensa hebreo, Yoav Gallant, anunció que la próxima operación —la invasión terrestre— será inminente. «Los planes están en línea con los americanos. El entendimiento es que no vamos a tener otro Gaza», aclaró ayer un funcionario israelí al diario The Washington Post, que además añadió que será una operación «limitada». En el país han muerto cerca de 1.600 personas según el Ministerio de Salud Pública libanés.

Yemen, Cisjordania y Siria

Los recientes bombardeos sobre las ciudades de Ras Isa y Hodeida en Yemen evidencian que los rebeldes hutíes también son una prioridad para Tel Aviv como lo es acabar de neutralizar a Hamás y la Yihad Islámica de Gaza y en menor medida de Cisjordania, donde no tienen apenas infraestructura ni personal. Entre ambos territorios acumulan ya unos 42.000 muertos.

El Ejército israelí prioriza también en sus bombardeos sobre los hutíes sus capacidades militares. Ambas ciudades cuentan con puertos importantes para comerciar con petróleo y traficar con armas para la milicia, lo que las convierte en los dos centros neurálgicos del sustento económico de los hutíes. Si estos puertos se ven afectados, Israel gana la oportunidad de que los rebeldes tarden más en proveerse de drones y dinero y aseguran además el tráfico de buques mercantes con destino o paso por la costa mediterránea oriental y reduzca así el impacto económico de la guerra sobre las arcas estatales.

Además, Israel lleva meses bombardeando también posiciones sirias en las zonas de Damasco, Hama y Homs, rutas tradicionales de logística de Hezbolá para proveer armas y personal al Líbano. Sin embargo, Kataeb Hezbolá, la rama del Partido de Dios en Siria, no ha respondido al plan de respuesta coordinada de Teherán para atacar Israel en caso de que alguna de sus milicias fuese golpeada. Tampoco lo ha hecho la Resistencia Islámica de Irak, la fuerza más numerosa.

Falta de coordinación

Ello hace pensar a Tel Aviv que el entramado de milicias iraníes no está tan unido ante Israel ni Irán sabe cómo coordinar una respuesta común en lo que podría ser un ejercicio de debilidad o de precaución. Con todo, el Eje de Resistencia conformado por estos grupos muestra gestos de una debilidad que Israel aprovechará.

El sucesor de Nasralá tendrá que esperar turno

Hashem Safieddine en una imagen de archivo durante un discurso.
Hashem Safieddine en una imagen de archivo durante un discurso. WAEL HAMZEH | EFE

La carrera por la sucesión del líder de Hezbolá, Hasán Nasralá, está en marcha pero sin fecha para producirse. Tras el asesinato del clérigo chií en Beirut, la milicia teme que Israel pueda acabar con más miembros de la cúpula de la milicia y poner en peligro su supervivencia como grupo.

El número dos del movimiento, Naim Qasem, insistió ayer mientras se preparaba el sepelio de Nasralá en que la elección de un sucesor se realizará «lo antes posible», pese a que medios árabes dan por sentado que Hezbolá ya tiene nuevo cabecilla y que meramente se trata de hacerlo público. Se trataría de Hashem Safieddine, primo del asesinado Nasralá.

Safieddine cuenta con estrechos vínculos entre Hezbolá e Irán: su hermano es el representante del Partido de Dios en Teherán y su hijo está casado con la hija del también asesinado líder de la Guardia Revolucionaria Qassem Soleimani, por lo que su influencia es mayúscula. No obstante, parece que su nombramiento va a tener que esperar debido a las trabas que nacen para enterrar a su antecesor y el peligro que corre de sufrir la misma suerte si se apresura a querer dirigir Hezbolá en el Líbano.

Sobre todo porque el asesinato de Nasralá es el esfuerzo de años de acción coordinada entre la Inteligencia Militar de Israel, conocida como Aman, y la Unidad 8200 de descifrado de códigos del Ejército. Según medios como Financial Times o The Wall Street Journal, ambas habrían recopilado cientos de miles de bytes de información de Hezbolá de los certificados de defunción de sus miembros caídos en la guerra civil siria, así como de las publicaciones en redes sociales de familiares y allegados y la suministrada por desertores. Todo ello, articulado en algoritmos, dio cabida a poder localizar a Nasralá y matarlo.

Ante la posibilidad de estar fichado y poder ser eliminado con facilidad, el núcleo duro de Hezbolá no despedirá a su antiguo líder en el Líbano y se cederá el cortejo a las bases sociales.