Macron se aferra a sus escasas opciones para conformar un Gobierno continuista

Enric Bonet PARÍS / COLPISA

INTERNACIONAL

Macron, el 30 de agosto en París.
Macron, el 30 de agosto en París. Europa Press / Contacto / Julien Mat | EUROPAPRESS

El presidente francés se reúne con Hollande y Sarkozy para intentar consensuar un primer ministro procedente de la derecha tradicional o del socialismo moderado

02 sep 2024 . Actualizado a las 22:06 h.

¿Ha llegado el momento de la fumata blanca en Francia? Tras cerca de ocho semanas de espera, el presidente, Emmanuel Macron, se prepara para designar al nuevo primer ministro. Los medios franceses apuntan que el anuncio tendrá lugar a lo largo de esta semana, lo que pondrá punto final a cerca de cincuenta días de interinidad gubernamental. Todo un récord en ese país que ha impacientado tanto a la oposición política como a los sindicatos y una parte significativa de la ciudadanía.

Macron se reunió este lunes en el Elíseo con sus antecesores Nicolas Sarkozy y François Hollande. También recibió a dos de los futuribles que suenan para encabezar el próximo Ejecutivo: el exsocialista Bernard Cazeneuve —ya ejerció como premier en 2017— y el conservador Xavier Bertrand, exministro con Sarkozy y presidente de la región septentrional de Hauts-de-France. Pese a los encuentros con estos aspirantes, no se puede descartar un nombramiento inesperado. Macron ya sorprendió en julio de 2020 con la designación de Jean Castex. Aunque era entonces un alto funcionario desconocido para la mayoría de los franceses, Castex terminó siendo el primer ministro con un mandato menos agitado durante la presidencia macronista.

En la bolsa de la especulación política —con una dimensión circense fruto del embrollo actual y de los límites de un sistema presidencialista en que el jefe del Estado puede nombrar a quién quiere—, subía desde el lunes al mediodía la cotización de Thierry Beaudet, que dirige el Consejo Económico y Social y todo un desconocido. El responsable desde 2021 de ese órgano que asesora el poder ejecutivo y el legislativo fue contactado el pasado jueves por Macron y aceptó su propuesta de ejercer como primer ministro, según la periodista Corinne Lhaïk del diario liberal L'Opinion, bien informada sobre las bambalinas del Elíseo. Se trataría de un perfil técnico para hacer frente a una muy fragmentada Asamblea Nacional. Ya sea Beaudet, Cazeneuve, Bertrand u otro dirigente, el próximo premier afrontará el desafío de superar una probable moción de censura en la Cámara Baja. Después de las legislativas anticipadas del 7 de julio, la coalición unitaria de la izquierda del Nuevo Frente Popular representa el primer bloque parlamentario con 193 escaños, aunque lejos del umbral de la mayoría absoluta (289).

Rechazo a Castets

Pese a la victoria por la mínima de la izquierda, Macron descartó la semana pasada la designación de la economista Lucie Castets, la candidata propuesta por el NFP. Su negativa suscitó duras críticas y organizaciones estudiantiles de izquierdas convocaron protestas para el sábado. El presidente justificó el portazo a Castets con el argumento de la «estabilidad institucional». Un Ejecutivo del Frente Popular, compuesto por la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos), el Partido Socialista, los verdes y los comunistas se habría enfrentado «de manera inmediata» a una moción de censura del resto de las formaciones, advirtió el Elíseo.

Por consiguiente, Macron quiere componer una especie de gran coalición con ministros de la derecha tradicional de Los Republicanos (LR), de la órbita de los socialistas y de los partidos afines al presidente, que perdieron más de 80 diputados en las elecciones y quedaron segundos con 166 escaños (de un total de 577). Ya circulan en la prensa los nombres de algunos posibles ministros, como el alcalde de Cannes, el conservador David Lisnard, o el presidente de la región de Bretaña, Loïg Chesnais-Girard, que abandonó el PS en 2022.

No obstante, esta fórmula resulta parecida a lo que encarna ideológicamente Macron desde el 2017. No entusiasma, de hecho, ni a la actual dirección de LR ni del PS. Tampoco garantiza una mayoría estable en el Parlamento, dado que la suma de todos los diputados macronistas, socialistas y de la derecha republicana no supera el umbral de 289. En Francia, el voto de investidura no es obligatorio y el futuro del Ejecutivo dependerá de las mociones de censura que se presentarán.

«Vamos a censurar cualquier forma de continuidad con el macronismo», advirtió este lunes Olivier Faure, secretario general del PS. Aunque la presidencia asegura que solo ejerce de árbitro y que quiere defender el voto de los franceses, sus detractores la acusan de maniobrar para componer un Ejecutivo continuista, sobre todo en materia de políticas económicas. «Si la nombro (a Castets), derogarán la reforma de las pensiones y aumentarán el salario mínimo a 1.600 euros netos, los mercados financieros entrarán en pánico y Francia se hundirá», afirmó recientemente.