Macron se apunta una victoria con la reelección de Yaël Braun-Pivet como presidenta de la Asamblea

Asunción Serena PARÍS / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Yaël Braun-Pivet, tras ser elegida de nuevo como presidenta de las Asamblea Nacional francesa.
Yaël Braun-Pivet, tras ser elegida de nuevo como presidenta de las Asamblea Nacional francesa. TERESA SUAREZ | EFE

Los diputados necesitaron tres vueltas para tomar una decisión

19 jul 2024 . Actualizado a las 22:22 h.

La Asamblea Nacional francesa vivió el jueves una de las jornadas más intensas de los últimos años. Nunca se había vivido una elección de la presidencia con un resultado más incierto. Finalmente, los diputados dieron mayoritariamente su confianza a la presidenta saliente, Yaël Braun-Pivet, con 220 votos, frente a los 207 del candidato del Nuevo Frente Popular (NFP), André Chassaigne, y los 141 del candidato de la Agrupación Nacional (RN). «Hemos visto un país fracturado, y tenemos una enorme responsabilidad», comentó Braun-Pivet tras conocer los resultados. «Debemos aportar nuevas soluciones con nuevos métodos», añadió.

Para el Nuevo Frente Popular, que reivindica la victoria en las elecciones a pesar de estar lejos de la mayoría absoluta, es un varapalo. Chassaigne dijo que era «un voto robado a los franceses por una alianza antinatura».

Según el Reglamento, la sesión debía ser pública y el sufragio secreto, por lo que los diputados fueron subiendo a la tribuna, donde estaba depositada la urna, para depositar su voto. Era necesario que el candidato reuniese una mayoría absoluta para ser elegido en la primera vuelta, o en la segunda. Si en ninguno de los casos había alcanzado los apoyos necesarios, debía celebrarse una tercera vuelta. Y esto fue lo que sucedió.

El diputado de más edad, José Gonzalez (RN), abrió la sesión, y tras comentar las exigencias del reglamento para la elección del presidente, procedieron al voto. Los diputados debían subir a la tribuna, donde estaba colocada la urna para depositar su papeleta. Como exigen las normas de la casa, el diputado más joven era el encargado de velar por la urna. Se trataba de Flavien Termet, también diputado del RN, que fue estrechando la mano de todos los diputados, excepto la de los de La Francia Insumisa (LFI) que se negaron a dársela. «No estrechamos la mano de la extrema derecha, jamás», se felicitó Louis Boyard (LFI) en su cuenta de X.

André Chassaigne (NFP) fue el más votado en la primera ronda, con 200 votos, seguido de Sébastien Chenu (RN), con 142, Yaël Braun-Pivet (124), Philippe Juvin de Los Republicanos (48), Naïma Moutchou de Horizontes (38), y Charles de Courson, del grupo centrista Liot (18). Como Chassaigne no alcanzó la mayoría absoluta se celebró una segunda vuelta, pero sin la presencia de Philippe Juvin y Naïma Moutchou que decidieron retirarse.

En la segunda vuelta, Braun-Pivet, terminó en cabeza con 210 votos, seguida del candidato NFP (202), el lepenista (143), y Charles de Courson (12). Este último, decepcionado, se retiró de la tercera vuelta y denunció «la negación de la democracia» que supone a su juicio estos resultados, porque los franceses se sentirán decepcionados al ver «que ha sido elegida una candidata de un partido que sufrió una gran derrota tanto en las elecciones europeas como en las legislativas», en relación a la macronista Braun-Pivet.

Y así fue. En la tercera vuelta, el suspense era máximo, pero las alianzas entre los grupos permitieron a Braun-Pivet conservar la presidencia de la Asamblea.