Juicio de Daniel Sancho: una confesión, un descuartizamiento y la ocultación del cuerpo de Edwin Arrieta
INTERNACIONAL

El proceso contra el hijo de Rodolfo Sancho, y nieto de Sancho Gracia, arranca este martes en Tailandia. El chef español, que declarará el 25 de abril, confesó haber asesinado y desmembrado al cirujano colombiano. En la memoria quedán las frases con las que se autoinculpó, pero también su frialdad durante la recreación de los hechos
08 abr 2024 . Actualizado a las 09:05 h.Era pleno verano, 6 de agosto del 2023, cuando la noticia recorrió todo el país. El suceso cumplía todos los requisitos: un joven poco conocido, pero con el apellido de una saga de actores, y la confesión de un crimen con descuartizamiento incluido.
Aquel domingo todo el mundo le puso cara a Daniel Sancho. El hijo de Rodolfo Sancho acababa de reconocer el asesinato y desmembramiento de un cirujano en Koh Phangan, en el sur de Tailandia. Las primeras informaciones eran muy confusas pero ahora, ocho meses después, el joven cocinero se enfrenta a la justicia en un proceso que arranca el 9 de abril y que podría prolongarse hasta el 3 de mayo. El español se enfrenta a la pena de muerte, que existe en el código penal tailandés. Cierto es que, como se aplica en pocas ocasiones, la máxima pena por asesinato podría ser la cadena perpetua.
Los hechos
Daniel Jerónimo Sancho Bronchalo, de 29 años, es el primogénito de otro actor, Rodolfo Sancho, y nieto del fallecido Sancho Gracia, el mítico Curro Jiménez. Hasta el momento del supuesto crimen, el joven era poco conocido, aunque intentaba abrise un camino en el negocio de los fogones, con colaboraciones y apariciones en las redes sociales. Su propio padre había asegurado en algún evento que era chef. A la cocina hay que sumarle su afición por los viajes, el surf y el esquí. Además, tenía una relación de cinco años con una joven de la que no ha trascendido el nombre.
A pesar de tratarse de una familia de actores, su perfil a nivel personal siempre había sido muy discreto. Es más, apenas se sabía nada de su madre, Silvia Bronchalo, que fue actriz y pareja de Rodolfo Sancho. Daniel nació cuando Rodolfo tenía solo 19 años y su madre 18. Su relación duró 14 años y a día de hoy no reina precisamente la concordia entre ellos. Recientemente, Bronchalo denunciaba a Sancho por vejaciones.
El viaje a Tailandia
Daniel Sancho y Edwin Arrieta planearon pasar unas idílicas vacaciones del 31 de julio al 3 de agosto en Koh Phangan, Tailandia, con la intención de disfrutar de la famosa Full Moon Party -la fiesta de la luna llena-.
Daniel llegó primero a la isla, alquiló una moto y se dirigió a un hotel para pasar una única noche ya que después se alojaría con Arrieta en otro lujoso establecimiento. Fue el principio del fin de una historia a la que nadie le encuentra explicación alguna y en la que el juicio será clave.
Ya el martes 1 de agosto, y aún solo en la isla, Daniel Sancho compra una sierra, varios cuchillos, detergente, bolsas de basura y estropajos en un supermercado.
Al día siguiente, el chef recoge al cirujano en el ferry, comen juntos y se les graba recorriendo la isla en la moto como perfectos turistas. Tras la jornada, ambos se alojan en Haal Salad Villa, el lujoso hotel que había reservado Edwin. Ahí ocurre el desastre.
Según el testimonio del joven español, ambos comenzaron una brutal pelea. Daniel habría dejado noqueado a Arrieta de un fuerte golpe y después le degolló. A continuación comenzó el desmenbramiento. El cocinero llevó a su compañero a la ducha, tuvo la frialdad de abrir el agua caliente «para que la sangre no se coagulase», puso el cuerpo boca abajo y lo desmembró. Una vez descuartizado, fue metiendo el cadáver en bolsas.
Esa misma noche, hizo desaparecer los restos. Primero intentó alquilar un kayak en plena noche, y ante la negativa de las dueñas, se lo compró por 1.000 euros. Después usó la embarcación para deshacerse de las partes de Arrieta en el mar. Y no solo eso, Sancho también usó la moto para llevar más restos del cuerpo pero, en este caso, a un vertedero.
Cuando todo este proceso terminó ya era la mañana del 3 de agosto. Una vez esparcido el cuerpo del colombiano, Sancho volvió al hotel para limpiar la escena y dejó el alojamiento. Horas después, los trabajadores del vertedero encontraron bolsas con los restos de un cuerpo. Todavía no lo sabían cuando la noticia empezó a correr como la pólvora, pero era el cadáver del colombiano.
Mientras esto sucede, el español mantiene su plan y va a la fiesta de la Luna Llena junto a dos chicas que acababa de conocer en la isla.
A esa hora, la familia del cirujano empieza a inquietarse por no saber nada de él y Daniel Sancho decide presentar una denuncia por desaparición en la comisaría. A los agentes no les convence el relato, pero menos el aspecto de Sancho, que tiene cortes y arañazos en los brazos.
Con todo, la investigación se pone en marcha y siguen apareciendo restos de Arrieta en el vertedero. En una de las bolsas, localizan un recibo de un supermercado del 1 de agosto. Los agentes revisan las cámaras del establecimiento y descubren que Sancho, que acaba de poner la denuncia, fue quien estuvo comprando materiales que les resultaron extraños. El 4 de agosto es detenido y ya nunca volvería a pisar la calle.

Las explicaciones de Sancho y su relación con Arrieta
Daniel Sancho negó cualquier hecho delictivo el día de su desaparición, pero igualmente pasó la noche en el calabozo. Fue el día 5 de agosto cuando llegó la escalofriante confesión. Mientras las pruebas de ADN confirmaban que los restos encontrados eran los de Edwin Arrieta, el nieto de Sancho Gracia confesaba que él mató al cirujano, que le descuartizó y que tiró sus restos al mar. Mantiene en su defensa que se sentía amenazado. «Soy culpable, pero yo era el rehén de Edwin, me tenía prisionero y estaba amenazando a toda mi familia», aseguró el español. «Era una jaula de cristal, pero era una jaula. Me hizo destruir la relación con mi novia, me obligó a hacer cosas que nunca hubiera hecho», añadió.
«Estaba obsesionado conmigo. Me engañó, me hizo creer que quería era hacer negocios conmigo y meter dinero en la empresa de la que soy socio. Que hiciéramos cosas juntos, que fuéramos a México, Chile, Colombia, a abrir un restaurante. Pero era todo mentira. Lo único que quería era a mí, que fuera su novio», concluyó su relato.
Una de las grandes dudas de la previa al crimen era qué tipo de relación mantenían el hijo de Rodolfo Sancho y el médico de 44 años. Ambos se habían conocido a través de Instagram un año antes y, según el español, habían mantenido relaciones sexuales esporádicas y que, para que estas no cesaran, la víctima lo amenazó de muerte y le dijo que difundiría fotografías íntimas de ambos para perjudicar a su familia.
Los allegados del colombiano también confirmaron que ambos mantenían una relación desde hacía un año.
Aunque en ese desacuerdo parecía estar el detonante del crimen, tampoco se descarta el móvil económico. En la habitación del hotel donde sucedieron los hechos, la policía tailandesa halló 80.000 euros y una cadena de oro.
La macabra reconstrucción
Uno de los momentos más impactantes de los últimos meses tenía lugar en septiembre, un mes después del crimen. La policía llevaba a Daniel Sancho al alojamiento que compartió con Arrieta para proceder a la recreación del crimen. En el vídeo, que dio la vuelta al mundo, se puede ver cómo Daniel Sancho narra de forma muy tranquila cómo desmembró el cuerpo de Arrieta. El joven asegura que cogió al colombiano de las piernas mientras estaba en el baño y lo llevó a la ducha. Sancho realiza el gesto para mostrarle a la policía cómo arrastró el cuerpo hasta el plato de ducha arrastrando al colombiano, que ya estaba tendido en el suelo, por las piernas.
Una vez en la ducha, el joven español explica dónde situó la cabeza de Arrieta para a continuación abrir el grifo. «Encendí la ducha para que se llevara la sangre porque había mucha sangre saliendo», dice Sancho en inglés.
Después de mojar el cuerpo de Arrieta, Daniel Sancho explica que metió bolsas en el baño. «Traje bolsas y traje la sierra, el machete», dijo el español mientras las autoridades le indicaban que fuese recreando las acciones. Una vez de vuelta a la ducha, Sancho giró el cuerpo de Arrieta, le puso boca abajo para proceder a desmembrarlo.
Su futuro
Las visitas de sus padres y de sus representantes legales se han sucedido en los últimos meses. Tras su confesión, Daniel Sancho llegó a declararse no culpable, y ha llegado a asegurar que está convencido de su absolución ya que actuó en defensa propia.
Por el momento, desde el martes 9 de abril se enfrentará al proceso más complicado de su vida. Un total de 16 sesiones en las que habrá alrededor de cien testimonios y en el que el turno del español y su padre llegará el 25 de abril. Ambos tendrán que declarar, además de la veintena de testigos que tiene preparada la defensa.
Daniel Sancho se enfrenta a los delitos de asesinato, ocultación del cuerpo y destrucción de la documentación de Arrieta.
Su defensa se agarra a las irregularidades y filtraciones de la policía tailandesa, en especial del polémico Big Joke.

Ocho meses en prisión
Mientras espera este momento, el cocinero lleva más de 250 días en la cárcel de Koh Samui. Allí vive en una celda con hasta 50 presos, practicando yoga, entrenando Muay Thai (boxeo tailandés) y leyendo.
Rodeada de naturaleza y situada en una tranquila zona de la turística isla, la cárcel de Samui está considerada en Tailandia un centro penitenciario «amable». A diferencia de otras prisiones del país, está poco masificada y acoge a unos 500 presos, en su mayoría hombres, con penas máximas de 15 años. Las visitas, de 15 minutos y en las que Sancho se muestra relajado y con buen ánimo, se llevan a cabo en una sala en la que a los presos, alrededor de una decena cada vez, les separa de sus visitantes un cristal, por lo que hay que hablar a través de un teléfono. Llevar pelo corto es obligatorio y los reclusos tienen un uniforme de camisola y pantalón por la rodilla de color beige, aunque solo se les exige esta vestimenta durante los recuentos diarios y las visitas.
Sancho se encuentra desde que llegó en el llamado módulo hospitalario, donde se aloja a los presos con algún problema de salud o durante el periodo de adaptación que se concede a algunos extranjeros.
Durante la mayor parte de su estancia ha compartido la celda con una quincena de presos, que duermen en el suelo o sobre una colchoneta. No obstante, desde el pasado 13 de marzo lo hace con hasta medio centenar, debido a una remodelación del módulo. Allí pasan unas 14 horas diarias, desde las 4 de la tarde hasta las 6.20 de la mañana, cuando los reclusos deben dejar la celda para el primer recuento del día y el desayuno.
Uno de los principales problemas de las cárceles tailandesas, además de la masificación predominante -un informe publicado este año por la Federación Internacional de Derechos Humanos indicó que el hacinamiento continúa siendo «endémico»- es la falta de actividades, especialmente para extranjeros que no saben tailandés.