Hemedti, un rebelde dispuesto a todo para llegar a ser el hombre más poderoso de Sudán

Redacción / La Voz

INTERNACIONAL

La lucha por el poder le llevó de ser un comerciante de camellos sin estudios a convertirse en el paramilitar más peligroso del país

16 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde que fue designado como líder del grupo paramilitar más importante de Sudán hace dos décadas, el general Mohamed Hamdan Dagalo, más conocido como Hemedti, fue allanando su camino para ser el hombre más poderoso del país, en el que ha emprendido una rebelión.

Nacido en 1973 en el seno de una tribu riezigat, oriunda de Chad, la lucha por el poder le llevó de ser un comerciante de camellos sin estudios a convertirse en el paramilitar más peligroso de Sudán. Bajo sus órdenes, 100.000 combatientes han cometido todo tipo de crímenes de lesa humanidad en los diferentes conflictos de Sudán, mientras que también le han servido a Hemedti para convertirse en la persona más rica del país africano, al tomar el control por la fuerza de la mayoría de minas de oro de la nación.

Las andaduras de Hemedti como líder paramilitar empezaron al estallar la guerra de tintes étnicos en Darfur, que dejó unos 300.000 muertos en tan solo cinco años, según la ONU.

Entonces, fue elegido por el exdictador islamista Omar al Bashir (1989-2019) como su hombre de confianza en las matanzas en el oeste del país, donde, según organizaciones de derechos humanos internacionales, se cometieron «genocidios» y «limpiezas étnicas» contra la población de origen africano que se dedica principalmente a la agricultura.

En 2004, Hemedti comandó directamente una de las masacres más condenadas del conflicto de Darfur, cuando ordenó el asesinato a sangre fría de unos 130 campesinos de la localidad de Adwa, que los Yanyawid quemaron hasta los cimientos antes de violar a cientos de mujeres de esa aldea y enterrar a los hombres en fosas comunes.

Al año de la reconversión de los Yanyawid a las Fuerzas de Apoyo Rápido, entre el 2014 y el 2015, Hemedti -ya líder de facto de las FAR- fue acusado por Human Rights Watch y otras oenegés de cometer «asesinatos, violaciones masivas, torturas» y provocar el desplazamiento forzado de comunidades enteras en el norte de Darfur.

El conflicto continuó con el general al mando, que además hizo uso de la fuerza bruta para hacerse con el control de grandes reservas y minas de oro, uno de los recursos naturales más ingentes de Sudán y que representa casi la mitad de los ingresos en las arcas del país.

La fortuna que ha amasado gracias a la explotación y a la comercialización del oro le han llevado a convertirse en el hombre más rico del país. Además, ha hecho negocios mandando a sus combatientes a participar como mercenarios en conflictos de la región, como es el caso del Yemen o Libia.

A lo largo de su vida, Hemedti ha demostrado ser un militar sin escrúpulos, pero también sin lealtades.

En el 2019 participó en el derrocamiento de su garante, Omar al Bashir, durante la llamada revolución sudanesa, movilización popular que también acabaría reprimiendo brutalmente al frente de las FAR, que además fueron acusadas de masacrar a más de cien manifestantes en un solo día durante una sentada en junio de ese año.

La revolución inició en Sudán un proceso de transición e instauró un Gobierno civil al que Hemedti prometió lealtad. Sin embargo, dos años después, en el 2021, el paramilitar urdía un golpe de Estado junto al jefe del Ejército, Abdelfatah al Burhan, y se convertiría en el vicepresidente del Consejo Soberano, el órgano ejecutivo del país.

La asonada fue ampliamente rechazada, mientras que las FAR siguieron reprimiendo a los manifestantes. Pero la presión internacional contra un país aislado y repleto de sanciones terminó por poner a los militares contra la espada y la pared, iniciando así una serie de conversaciones para restablecer el Gobierno civil.

El proceso político tuvo un buen inicio, principalmente con la firma de un acuerdo marco el 5 de diciembre del 2022 para apartar a los militares del poder. Sin embargo, la firma del pacto final ha sido aplazada hasta en dos ocasiones por desavenencias por el proceso de integración de las FAR dentro del Ejército.

Y es que una unificación de todos los grupos militares en Sudán dejaría a Hemedti sin margen de maniobra para hacerse con el poder, así como para continuar con sus negocios, y le pondría aún más en el punto de mira para ser responsabilizado por todas las calamidades que ha cometido durante sus 50 años de vida.