Trump se declara «no culpable» de los 34 cargos que le imputan por el caso Stormy Daniels

Mercedes Gallego NUEVA YORK / COLPISA

INTERNACIONAL

El expresidente de EE. UU. fue fichado en el tribunal del Bajo Manhattan pero no se le tomó la foto habitual, y tras su paso por el juzgado viajó a Mar-a-Lago para desquitarse en una rueda de prensa en la que cargó contra todo y contra todos

12 abr 2023 . Actualizado a las 10:39 h.

No es así como Donald Trump esperaba volver a la ciudad, símbolo del poder mundial, que siempre quiso conquistar. Este martes cerraron para él la Quinta Avenida y la carretera de circunvalación que rodea la Gran Manzana, para un trayecto histórico de 20 minutos que empezó en las escaleras mecánicas de la Torre Trump y acabó en el corazón de los juzgados. «Esto es surrealista, WOW, van a detenerme», escribió en la red Truth Social justo antes de salir hacia el tribunal de Nueva York, donde le leyeron los 34 cargos por los que estaba imputado en el caso Stormy Daniels. Era como si hasta el último momento hubiera esperado que la pesadilla se desvaneciera. «¡No me puedo que esto esté ocurriendo en EE.UU.!».

Para alguien obsesionado con los símbolos de grandeza y poder, su primera imputación penal, a los 76 años, no es precisamente el renglón de oro con el que esperaba coronar su biografía de hijo de emigrantes en Queens a presidente de Estados Unidos. Por mucho que su supervivencia política dependa de alzar el puño, sus huellas dactilares ya no están con los ricos y famosos con los que siempre quiso codearse sino entre los dos o tres millones de criminales que el tribunal Penal del estado de Nueva York ficha cada año.

Para facilitar la primera imputación de un expresidente de EE.UU., los tribunales del Bajo Manhattan cancelaron este martes todos los demás casos. Inmigrantes, ladrones de cuadros, asesinos, traficantes de armas. Todos vieron sus citas pospuestas para no cruzarse en el camino de alguien «tan rico y poderoso» que Braulio Cuenca, un humilde fotógrafo ecuatoriano, nunca esperó ver entrar en el número 100 de Center Street. En esos peldaños monta todos los días su puesto de fotografías de bodas para que posen las parejas que entran al juzgado a sellar su amor. Este martes seguían llegando, ajenas al hormiguero de prensa internacional y manifestantes que invadieron la manzana como una marabunta. «¿Trump? Algo había oído, pero qué iba a hacer, esto es más importante para mí», decía Evelyn Martínez, una peruana en busca de su licencia de matrimonio.

Ella se preparaba para el día más importante de su vida, ajena a que su aniversario de bodas pasará a la historia como el día en que murió la democracia, según los seguidores de Trump, o en el que recuperó sentido, según quienes acudieron a celebrarlo. Apenas unos pocos cientos de cada lado, porque la mayoría de los neoyorquinos prefirió ignorar el engorro de tráfico y seguir adelante con su rutina habitual.

Posible prescripción

Independientemente de la opinión que suscitase, era «un día patético», dijo el exgobernador republicano de Ohio, John Kasich, que perdió la nominación presidencial del partido conservador frente a Donald Trump en el 2016 y ha sido desde entonces uno de sus opositores internos. Kasich se llevaba las manos a la cabeza con el circo mediático que ha seguido los pasos del magnate con avidez desde que el lunes dejó su mansión de Mar-a- Lago para volar en su avión privado a Nueva York, donde solo ha pasado una noche. «¿Era necesario tener las cámaras enfocadas a la puerta durante horas esperando el momento en el que apareciese?», preguntó a la cadena MSNBC. La mayoría de sus colegas republicanos, contó, «solo quieren que esto desaparezca». Los abogados de Trump también. «Vamos a diseccionar el documento con los cargos y presentar una moción detrás de otra», adelantó a la CNN Joe Tacopina, el más macarra del equipo jurídico, que da voz a su jefe ante las cámaras. La noche antes el exmandatario había añadido a su defensa un abogado especializado en delitos de cuello blanco como los que enfrenta ahora. Así, el exfiscal Todd Blance trabajará codo con codo con Susan Necheles, letrada especializada en representar a empresas e individuos investigados por fraude.

Durante la audiencia de 20 minutos, el expresidente conoció en los juzgados los 34 cargos de los que se le acusa, relacionados con la forma en la que enmascaró contablemente los pagos de 130.000 dólares a la actriz de porno Stormy Daniels, que una semana antes de las elecciones del 2016 amenazaba con descarrilar su campaña contando a los medios el presunto romance que mantuvo con él en el 2006. Ese delito menor habría prescrito a los dos años si Trump no hubiera vivido en la Casa Blanca durante cuatro años consecutivos para luego trasladar su residencia a Florida. Solo si el acusado ha vivido continuamente fuera del estado durante los primeros cinco años se puede extender la vigencia del delito. No obstante, será uno de los recursos que utilicen la defensa para pedir la desestimación del caso.

El fiscal Alvin Bragg, un afroamericano que ya ha sido blanco de ataques racistas por parte de Donald Trump, es un hombre metódico que no hubiera presentado cargos de no tener claro que puede defenderlos. De ahí que la falta menor del fraude contable haya pasado a ser un delito grave al considerar que se cometieron como base de una conspiración mayor.

Alborotadores profesionales

Fuera, en las calles, no hubo «muerte y destrucción» pese a lo que había vaticinado Trump cuando quiso agitar las aguas. La ocasión era perfecta para los alborotadores profesionales como Estefan Pérez, de 30 años, que se manifestaba en contra de los medios de comunicación y «lo que quiera que sea que esté pasando», añadió sin cortapisas. «Yo antes me manifestaba en contra de Trump, pero ahora me uno a él». ¿Y cuándo ocurrió ese cambio? «Desde que dejé de ver las noticias», precisó.

Pocas veces había disfrutado de tanta atención con sus pancartas como la que recibió este martes por parte de la hambrienta nube de periodistas nacionales e internacionales ansiosos por alimentar el ciclo informativo. Se la robó el congresista Jamaal Bowman, que también aprovechaba la atención para distribuir su catecismo de igualdad racial y social. «Es un día histórico para Estados Unidos. Hasta ahora el peso de la justicia recaía sobre negros, marrones y pobres. Hoy también rinden cuentas los ricos y poderosos», enfatizaba.

Donald Trump pasará los próximos dos años embarcado en este proceso y puede que también en otros casos judiciales que se abren paso ahora en los tribunales de Washington DC y Georgia. Será difícil que sea el de Nueva York el que lo lleve a la cárcel, e incluso si esto ocurriera podría seguir ganando las elecciones y hasta gobernar desde una celda. Para sus seguidores, como Michelle Bramlett, de 61 años, que había conducido con su hija y su yerno dos horas para apoyarle en este trago, siempre será un mártir que se ha interpuesto entre las fuerzas oscuras del «estado profundo» y la libertad de su gente. «Nunca pensé que este día iba a llegar», reconoció, «pero no me preocupa el resultado. Dios siempre gana».

Los otros protagonistas del caso

La imputación de Donald Trump está relacionada con el supuesto pago irregular de 130.000 dólares (unos 120.000 euros) a la actriz Stormy Daniels para que no hablara de una relación que habían tenido en medio de la campaña presidencial. Esta entrega de dinero se llevó a cabo varias semanas antes de las elecciones presidenciales de 2016, supuestamente para evitar que al hacerse pública esa relación se pudieran poner en peligro las aspiraciones de Trump de llegar a la Casa Blanca. La Fiscalía alega que el dinero provenía de los fondos destinados a la campaña electoral, extremo que niega la defensa del empresario, que asegura que el pago se realizó con dinero propio. Trump reconoció en 2018 haber desembolsado ese dinero para pagar a la actriz, pero insistió en que no provenía de su maquinaria electoral, sino de su chequera personal. «No venían de la campaña. Procedían de mí. De hecho, lo primero que pregunté fue si procedían de la campaña (pues) eso podría haber sido un poco turbio», declaró entonces. Sin embargo, el hecho de que el pago se produjera para evitar un impacto político en las elecciones, lo podría convertir en gasto de campaña.

Stormy Daniels, la estrella porno

Fabrizio Bensch | REUTERS

Stormy Daniels, cuyo nombre real es Stephanie Clifford, nació en Baton Rouge (Luisana) en marzo de 1979 y muchos la consideran la horma del zapato de Trump, que ha sabido tratarle con su mismo sarcasmo e insolencia. Daniels, que tiene una larga carrera de actriz en el mundo del porno a sus espaldas, asegura haber mantenido una breve relación sexual con Trump durante una excursión de golf en 2006, cuando el expresidente ya estaba casado con Melania. Cuando en el 2016 Daniels buscaba un medio al que vender su exclusiva, Michael Cohen, el entonces abogado de Donald Trump, le hizo entrega de los 130.000 dólares a cambio de mantener en secreto su historia. Sin embargo, su relación salió a la luz en el 2018 y, desde entonces, Daniels ha mantenido una continua lucha dialéctica y legal con Trump y ha intentado sacar provecho de ello, publicando un libro, vendiendo artículos de promoción o lanzando una gira por todo el país bautizada como «Make America Horny Again», que podría traducirse como «Haz que América vuelva a ponerse caliente».

Michael Cohen, el abogado matón que se volvió contra su amo

EDUARDO MUNOZ | REUTERS

Michael Cohen, que en el 2017 llegó a afirmar en una entrevista a Vanity Fair que era «el tipo que recibiría una bala por el presidente», se declaró un año después culpable ante un juez federal de haber violado normas sobre financiación de campañas electorales a «petición del candidato presidencial», es decir Donald Trump. Además, reconoció haber gestionado antes de los comicios presidenciales dos pagos, uno de 130.000 dólares para Daniels y otro de 150.000 a la modelo de Playboy Karen McDougal, también para evitar que aireara una supuesta relación con Trump. Apodado el «pitbull» del magnate, Cohen estuvo vinculado a Trump desde el 2007, cuando entró en la Organización Trump, y con el tiempo se convirtió en su asesor legal personal, puesto en el que su compromiso excedía las prácticas que normalmente se esperarían de un abogado. «Si haces algo mal (contra Trump), voy a ir a por ti: te cogeré del cuello y no te dejaré ir hasta que haya terminado», llegó a decir en una entrevista con el canal ABC.

Alvin Bragg, el primer fiscal que sienta a un expresidente en el banquillo

ANDREW KELLY | REUTERS

Alvin Bragg, del Partido Demócrata, comenzó su ejercicio como fiscal de Nueva York el 1 de enero del 2022, tras la conclusión de su predecesor, Cyrus Vance, que también ganó notoriedad por investigar a Trump. En noviembre de 2022, se supo que Bragg, que había trabajado en la Fiscalía federal, había reactivado una investigación sobre el papel del expresidente Trump en el pago a Daniels, un caso que su antecesor había desestimado. Desde que Trump adelantara el mes pasado que su imputación era cuestión de días, Bragg ha recibido todo tipo de amenazas, incluido un sobre con polvos blancos enviado a las oficinas de la Fiscalía, y que posteriormente se supo que no eran peligrosos. Asimismo, ha sido el blanco de agresiones verbales y de insultos de simpatizantes de Trump y del propio empresario, que, tras conocerse que la imputación era efectiva, la criticó en su plataforma Truth Social. «Solo han traído esta acusación falsa, corrupta y desgraciada contra mí porque yo estoy con el Pueblo Americano -escribió-, ¡y saben que no puedo tener un juicio justo en Nueva York!», escribió Trump, que no ha dudado en calificar de corrupta a la Fiscalía de Nueva York.

Después de declarar, a Florida de nuevo para una rueda de prensa

Trump salió de los juzgados para tomar un avión a su paraíso particular de Mar-a-Lago, en Florida, donde hizo una improvisada rueda de prensa en la que aseguró que su único delito ha sido «defender a la nación de los que intentan destruirla», cargó además contra el actual presidente Joe Biden y afirmó que EE.UU. «se ha rendido en política energética, su Ejército ha retrocedido» y que Biden «nos llevará a una Tercera Guerra Mundial». Trump volvió a insistir en el pucherazo de las elecciones que lo sacaron de la Casa Blanca y llamó a frenar a los «comunistas», en referencia al ala más a la izquierda de los demócratas en el poder. Además cargó contra la supuesta alianza entre Irán, Rusia, China y Corea del Norte contra EE.UU. y advirtió que no se habría producido si él hubiera sido presidente. Una nación en declive, así calificó su país y llamó a recobrar el protagonismo perdido. «No me cabe duda de que Amería volverá a ser grande. Que dios os bendiga», así terminó Trump el discurso en su mansión.