Las protestas masivas en Israel obligan a Netanyahu a retrasar la reforma judicial

Mikel Ayestaran ESTAMBUL / COLPISA

INTERNACIONAL

El primer ministro gana tiempo pero persiste en el controvertido plan, mientras  los ultranacionalista se echan a la calle para defender la ley promovida por el Gobierno de coalición

28 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La presión crece en torno a Benjamin Netanyahu, un líder veterano y acostumbrado a superar situaciones de máxima tensión. Tras una jornada marcada por una huelga general y las calles tomadas por decenas de miles de manifestantes pro y anti Gobierno, el primer ministro acordó a media tarde de este lunes con sus socios retrasar un mes la aprobación del polémico plan de reforma de la Justicia.

«Por responsabilidad nacional» y «para dar tiempo a tratar de llegar a un acuerdo amplio», dijo en un breve mensaje a la nación. Netanyahu gana tiempo, no da marcha atrás, una decisión que le sirve para intentar consolidar su Ejecutivo, pero que no silenciará las calles.

Tras horas de negociaciones, el ultraderechista Itamar Ben Gvir, líder del partido Otzma Yehudit y actual ministro de Seguridad Nacional, habría cedido a retrasar la reforma a cambio de la creación de una Guardia Nacional bajo su mando, una de sus exigencias desde hace meses.

Desde primera hora los medios esperaban el anuncio de Netanyahu sobre esta suspensión temporal, pero lo único que salió de su boca fue la petición de mantener la calma y recordar a los israelíes que «todos somos hermanos». El problema es que hace mucho tiempo que no es un líder que una a la gente, sino que es quien ha partido al país en dos.

Israel lleva semanas siendo testigo de protestas masivas contra la controvertida reforma, con la que el Gobierno pretende tomar el control de la Justicia, y la decisión del primer ministro de cesar al titular de Defensa, Yoav Gallant, por pedir la suspensión de la reforma fue la chispa que incendió las calles la noche del domingo. El mandatario no quiere voces discordantes y actuó de manera fulminante contra una de las carteras más sensibles del país. Más de 650.000 personas protestaron en las principales ciudades y en Tel Aviv bloquearon durante cinco horas una de las mayores autopistas.

El país despertó sobrecogido por las multitudinarias manifestaciones y se encontró con el anuncio de huelga general por parte de Histadrut, el principal sindicato. En el aeropuerto internacional de Tel Aviv se detuvieron las salidas y universidades, escuelas, comercios y bancos se sumaron al paro indefinido. La bolsa de Tel Aviv también cerró sus puertas, al igual que todas las embajadas en el exterior.

Defensa de la democracia

Los manifestantes claman «democracia», lo mismo que los socios ultranacionalistas de Netanyahu, los grandes defensores de la reforma judicial. El ministro de Economía, el ultraderechista Bezalel Smotrich, pidió a sus seguidores que se movilizaran en Jerusalén porque «no nos podemos rendir ante la violencia, la anarquía, quienes se niegan a ir al servicio militar y las huelgas salvajes. Somos la mayoría y tienen que escuchar nuestra voz. No dejaremos que roben nuestros votos».

La diputada Limor Son Har-Melech, de la formación de extrema derecha Poder Judío, declaró que «detener la legislación es un error y sería un regalo al terrorismo, equivaldría a decir 'vale la pena ser violento, vale la pena quemar el país'».

Entre quienes respondieron a la llamada del ministro de Economía se encontraba el grupo radical La Familia, ultras del equipo Beitar Jerusalem, que convocaron a sus miembros a salir a la calle armados con «explosivos, cuchillos y pistolas».

Los grupos de ultraderecha compartieron mensajes en las redes que rezaban que Israel vive «una situación de emergencia» porque «quieren robarnos nuestra victoria en las elecciones». En lugar de llamar a la calma, el ministro Itamar Ben Gvir, echó leña al fuego y pidió a los suyos compartir en redes un mensaje que decía «hoy dejamos de estar en silencio, es el día en el que la derecha despierta».

El Ejército, dividido

El Ejército ha entrado de lleno en los problemas políticos que sufre el país tras la decisión de un número importante de reservistas de no cumplir con su servicio militar, el cual es obligatorio, dura tres años y después el periodo en la reserva se alarga hasta que se cumplen los 40 años. A partir de este momento, es voluntario por lo que quien no acude a filas no puede ser castigado.

Gallant adivirtió antes de su cese de que estas negativas de los reservistas suponen «un peligro real y concreto» para la seguridad del país, sobre todo en el caso de pilotos. Voces importantes como el exjefe del Ejército Dan Halutz señalaron el 27 de marzo como «el día en que logramos evitar que Israel se convirtiera en una dictadura». El actual responsable de las Fuerzas Armadas, Herzi Halevi, compartió una carta dirigida a todos los militares activos y de reserva para recordar que Israel «nunca ha conocido tales días de amenazas externas combinadas con una tormenta interna. Este es un momento de responsabilidad».