La presión de la calle se mantiene en la recta final de la reforma de las pensiones de Macron

La Voz REDACCIÓN

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Toneladas de basuras se acumulan en las aceras de París, tras el paro iniciado hace una semana por los trabajadores municipales, mientras continúan las protestas por la reforma de las pensiones

15 mar 2023 . Actualizado a las 19:32 h.

A dos días del voto definitivo sobre la reforma de las pensiones, la presión de la calle contra el Gobierno de Emmanuel Macron se mantiene. La huelga de las basuras de París es el exponente más visible, y desagradable, de las movilizaciones de los sindicatos. Más de 7.000 toneladas de basuras se acumulan en las aceras, tras el paro iniciado hace una semana por los trabajadores municipales, y ya se ha convertido en un auténtico problema ante la proliferación de ratas.

La alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, es blanco de las críticas del Gobierno, que le reprochan estar favoreciendo que la situación se pudra al no recurrir a empresas privadas. «Es la misma Anne Hidalgo la que hace huelga», denunció este martes Clement Beaune, ministro de Transportes y uno de los pretendientes a arrebatarle la alcaldía en las próximas municipales.

En la recta final del trámite parlamentario de la reforma de las pensiones, que eleva la edad de jubilación de los 62 a los 64 años, los sindicatos franceses volverán a movilizarse el miércoles y jueves en nuevas protestas y huelgas.

Hoy, coincidiendo con la reunión el miércoles de la comisión mixta paritaria de la Asamblea Nacional y el Senado, está convocada una nueva jornada de paros y manifestaciones contra el proyecto de Macron, la octava desde que el pasado 19 de enero comenzaron las protestas.

Votación e incertidumbre

La comisión, formada por siete diputados y seis senadores, tratará de acordar un texto común. En caso de acuerdo, el texto sería sometido a debate y voto, previsiblemente el jueves, en las dos Cámaras. En el Senado, dominado por la derecha, la aprobación parece garantizada. Sin embargo, en la Asamblea Nacional, donde el Gobierno no tiene la mayoría absoluta y los conservadores están divididos, reina la incertidumbre. El Ejecutivo de Macron necesita convencer al menos a 37 diputados de Los Republicanos para sacar adelante la reforma.

Ante la incertidumbre del resultado en la Asamblea Nacional, el Gobierno galo podría verse obligado a utilizar el polémico artículo 49.3 de la Constitución, que permite adoptar el texto sin someterlo a votación.