El Gobierno galo busca alejar de Macron el foco de las protestas por las pensiones
INTERNACIONAL

Los sindicatos esperan doblegar al Ejecutivo tras el apoyo logrado en la calle
22 ene 2023 . Actualizado a las 09:56 h.El pulso entre el Gobierno francés y los sindicatos en torno a la reforma de las pensiones no ha hecho más que comenzar. De momento, las organizaciones sindicales pueden presumir de tener la opinión y la movilización de los ciudadanos a su favor con 1,2 millones de franceses en las manifestaciones, según la policía, y más de 2 millones, según la CGT, que tienen claro su réplica a la idea de trabajar más tiempo: «La respuesta es no», como se podía leer encabezando las comitivas. Mientras los sindicatos se preparan para una nueva movilización el día 31, el Ejecutivo espera convencer a la opinión pública que cada día se muestra más hostil a la reforma.
El Gobierno quiere evitar a toda costa que el país quede paralizado como ocurrió en 1995. Entonces, seis meses después de la elección de Jacques Chirac como presidente de la República, la economía francesa sufrió tres semanas de huelga que comenzaron con la protesta contra el plan que presentaba el Gobierno de entonces para poner fin al déficit crónico que sufrían las cuentas de la Seguridad Social. Hizo falta que el Ejecutivo se comprometiera a no tocar las pensiones y los regímenes especiales para que todo volviera poco a poco a la normalidad.
Los sindicatos esperan poder doblegar al Gobierno también ahora. Sobre todo que elimine la medida clave de la reforma de las pensiones, el retraso de la edad de jubilación de 62 a 64 años, que es el punto que ha permitido la convergencia de todas las organizaciones sindicales, y el rechazo popular de la futura ley.
La credibilidad de Macron
El problema es que ceder terreno frente a la presión de la calle llevaría a Emmanuel Macron a perder credibilidad sobre su capacidad de reforma, cuando se encuentra en los primeros meses de su segundo mandato. Y, por otro lado, el margen de maniobra es bastante reducido.
Calculan que con el retraso de la edad de jubilación a los 64 años y la aceleración del ritmo del aumento del período de cotización hasta los 43 años podrán recuperar 17.700 millones de euros en el 2030. Estiman que para entonces, el régimen de pensiones tendrá un déficit de 13.000 millones de euros, lo que permitiría tener un excedente de unos 5.000 millones. Pero las medidas que acompañan esta reforma, como la pensión mínima a 1.200 euros o las jubilaciones anticipadas en caso de invalidez o carreras largas, van a costar ese dinero, y el colmo sería que la reforma costase más de lo que buscan ahorrar.
Hasta ahora, Macron ha dejado en primera línea al Ejecutivo, y especialmente a su primera ministra, Elisabeth Borne, para cantar las bondades de la reforma y responder a las inquietudes de los franceses. Pero este jueves, en plena movilización social, el presidente francés se encontraba en Barcelona, participando en la cumbre hispano-francesa, y las preguntas en rueda de prensa se hicieron insistentes, hasta el punto que obligaron a Macron a saltarse una norma que él mismo había establecido, el no hablar nunca de política interna cuando se encuentra en el extranjero.
El jefe del Estado francés defendió una reforma «justa y eficaz», y apoyó su legitimidad en el hecho de que fue «validada democráticamente» en las pasadas elecciones presidenciales y legislativas puesto que estaba incluida en su programa.
Pero la oposición se ha apresurado a recordarle lo que él mismo reconoció tras ser reelegido, y es que debía su victoria a la movilización de los electores para evitar que Marine Le Pen ganara. «No puedo dejar decir que Macron fue elegido para poner por obra la reforma de las pensiones —ha comentado el líder comunista Fabien Roussel—, fue elegido para impedir que la extrema derecha accediera al poder. Y nada más».
La ley será presentada en Consejo de Ministros el lunes y después pasará a la Asamblea, donde los diputados solo tendrán 20 días para discutirla. Pasado ese tiempo llegará automáticamente al Senado, donde esperan que la mayoría conservadora respalde el proyecto.
A Macron le interesa acelerar el proceso para evitar que las protestas contra la reforma de las pensiones cristalicen en un rechazo a su persona.