António Costa salva la segunda moción de censura en nueve meses

Brais Suárez
Brais Suárez OPORTO/ E. LA VOZ

INTERNACIONAL

António Costa, presidente de Portugal, en una imagen de archivo.
António Costa, presidente de Portugal, en una imagen de archivo. PIROSCHKA VAN DE WOUW | REUTERS

La propuesta no tenía visos de prosperar, pero generó un fuerte debate sobre el nombramiento de miembros del Gobierno

05 ene 2023 . Actualizado a las 21:22 h.

Cuando la Iniciativa Liberal (cuarta fuerza política de Portugal) anunció su intención de presentar una moción de censura al Gobierno socialista de António Costa tras la dimisión del ministro de Infraestructuras, el propio presidente de la República ya advertía que no tenía mucho sentido. Primero, porque «no puede haber elecciones todos los años» y, segundo, porque «las mociones de censura son aprobadas con la mayoría de la Asamblea (…). Si hay mayoría absoluta, será rechazada». Y así fue, hasta el punto de que la mayoría de las formaciones habían anunciado antes del debate su intención de voto, que se ratificó este jueves por la noche. A los ocho diputados de IL se sumaron los 12 del Chega, mientras el Bloco de Esquerda, los socialdemócratas y el PAN se abstuvieron. En contra votaron socialistas, comunistas y Livre.

Pero aunque no había margen de error, sí se generó una intensa sesión de intercambio de acusaciones que dejó un pequeño margen al debate, con tentativas de crítica constructiva por parte de la oposición y de enmienda por parte del Gobierno.

Los motivos eran «la defensa de las instituciones y el fin de la degradación política, económica y social causadas por el Gobierno», que erosiona «su propia autoridad». Pero la discusión se centró en la falta de escrutinio de los nombramientos socialistas. De ahí que Costa prometiera que hablará con el presidente de la República para «mejorar» la evaluación previa de los miembros del Gobierno, creando un mecanismo de examen.

Otro de los objetivos de la oposición era el ministro de Finanzas, Fernando Medina, que al desentenderse de las indemnizaciones recibidas por Alexandra Reis acabó generando la dimisión de Pedro Nuno Santos. Costa garantizó que Medina reúne «todas las condiciones» y explicó: «entró en funciones en un año con guerra, crisis, inestabilidad, y llegamos al final del año como uno de los países que más redujo su deuda pública».

La guerra y la deuda fueron una constante en las intervenciones de los socialistas, pero no sirvieron para cerrar todos los frentes abiertos que la oposición abordó uno por uno: la sanidad colapsada, la mala gestión de TAP, la sustitución de más de una decena de gobernantes en nueve meses y la pérdida de poder adquisitivo. «Tenemos la mayor pérdida de ingresos reales para los trabajadores desde el tiempo de la troika (…), ¿creen que el caso queda resuelto con la dimisión de una secretaria de Estado?», preguntaba la bancada del Bloco de Esquerda.

El Gobierno, como resignado a sí mismo, respondía: «la moción no sirve para nada cuando no hay alternativa política».

Se trata de la segunda moción de esta legislatura, tras la iniciada por el Chega en julio a raíz de un desacuerdo socialista desatado, también, por el recién dimitido Pedro Nuno Santos. Pero en esta ocasión, los socialistas llegaban mucho más debilitados, por grandes cambios en el Ejecutivo y por las dudas que ya surgen sobre una de sus nuevas secretarias de Estado, Carla Alves, cuyas cuentas bancarias están intervenidas. De hecho, hacia el final del debate, Marcelo Rebelo de Sousa atendió a los periodistas y dijo que Alves tiene una «limitación política».