El Mundial en un país dividido

Héctor Estepa RÍO DE JANEIRO

INTERNACIONAL

André Coelho

Muchos brasileños apoyan a su selección con camisetas alternativas a la «verdeamarela», de la que dicen que se ha apropiado Bolsonaro

05 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Asistir al Mundial en las calles de Río de Janeiro es todo un espectáculo. Farmacias, talleres, ferreterías, almacenes de ropa, supermercados… buena parte de los negocios —menos, por supuesto, los bares— echan el cierre para que propietarios y empleados no se pierdan un minuto de los partidos de la selección brasileña.

Las tabernas se llenan mucho antes del inicio de cada juego, rebasadas por una marea de personas, la mayoría vestidas con la camiseta verdeamarela del equipo nacional.

Pero, entre la multitud, muchos no llevan la zamarra con los símbolos oficiales. Algunas prendas tienen el escudo cambiado por una estrella roja, directamente son rojas o incluso tienen una leyenda aclaratoria en la espalda: «Estoy apoyando a Brasil, pero no me confunda con bolsonarista».

El motivo es que muchos brasileños sienten que los seguidores más acérrimos del presidente ultraderechista, Jair Bolsonaro, se han apropiado de la bandera y de la camiseta de la selección, y tienen vergüenza o miedo de vestirla por la calle y ser confundidos con quienes continúan, estos días, pidiendo una intervención militar, delante de los cuarteles, contra la victoria del izquierdista Lula da Silva en las urnas.

«Es terrible», dice la joven Carolina Soares, líder de Produtinhos Cajú, una pequeña marca que ha creado las camisetas que especifican en la espalda no ser bolsominion, como en Brasil se conoce a los seguidores más radicales de Bolsonaro.

«La Copa del Mundo ha tenido lugar en medio de las elecciones. A nosotros nos gusta el fútbol, lo amamos, y no poder usar la bandera ni la camiseta de nuestro país por tener miedo de parecer bolsonaristas es triste y lamentable», asegura a La Voz de Galicia mientras organiza una pequeña tienda en el barrio carioca de Botafogo.

Las concentraciones y mítines del presidente ultraderechista son, desde hace años, una marea amarilla de seguidores vestidos con la camiseta de la selección.

El mandatario, que dejará el poder en enero, se presentó en el 2018 a los comicios bajo las siglas de un pequeño partido sin colores propios, como sí tienen las formaciones más grandes del país. Por eso le fue fácil, y además muy exitoso, declarar «mi partido es Brasil» y alentar al uso de los colores nacionales en las manifestaciones en su apoyo.

Marchas anticorrupción

El verde y amarillo ya se había popularizado, además, en las marchas anticorrupción que estallaron en el 2013, durante la presidencia de la izquierdista Dilma Rousseff, y que acabaron con su destitución.

«Los colores de Brasil han sido secuestrados por la extrema derecha. Creé las camisetas para diferenciarnos, porque hace bastante tiempo que la gente apoya al equipo nacional sin querer utilizar la camiseta de la selección», asegura la diseñadora Soares.

Bolsonaro niega haberse apropiado de los símbolos patrios y critica a la izquierda por usar el rojo en sus concentraciones. De ahí el cántico común de sus seguidores: «Nuestra bandera jamás será roja».

Muchos pensaron que los brasileños más antibolsonaristas dejarían de usar la verdeamarela durante el mundial, pero finalmente parece que la mayoría optó por ponerse la oficial y muchos eligieron alguno de los diseños alternativos, a juzgar por el aspecto de las calles.

También hay especificaciones a la hora de colgar la bandera en los balcones. Algunos pintan en la enseña que «es para la Copa», para diferenciarse de quienes están frente a los cuarteles —que, además, se han autoimpuesto no ver el Mundial para concentrarse en pedir la intervención militar—, y otros cuelgan una bandera de Lula al lado, en un país que continúa altamente polarizado tras las elecciones, pero que el fútbol podría comenzar a unir.