Los demócratas se juegan en Georgia blindar su frágil mayoría en el Senado

Mercedes Gallego NUEVA YORK / COLPISA

INTERNACIONAL

El expresidente Barack Obama, este viernes, en un mitin junto al candidato demócrata al Senado por Georgia, Raphael Warnock
El expresidente Barack Obama, este viernes, en un mitin junto al candidato demócrata al Senado por Georgia, Raphael Warnock JESSICA MCGOWAN | EFE

La segunda vuelta de los comicios en este estado norteamericano es clave para liberar la agenda legislativa de Biden

04 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Barack Obama está de vuelta en Georgia con una pregunta que a priori suena a Barrio Sésamo. «¿Cuál es la diferencia entre 50 y 51?», preguntó al público el jueves. «¡Mucha!», se respondió a sí mismo. Ese asiento que daría la mayoría simple al Partido Demócrata en el Senado es la diferencia que hubiera permitido al presidente Joe Biden aprobar su Plan Para Reconstruir Mejor Estados Unidos sin depender de los senadores Joe Manchin o Kyrsten Sinema, dos demócratas conservadores que gracias a la salomónica división de la Cámara han conseguido negociar a su antojo todas las leyes que el partido ha intentado sacar adelante, sacrificando la agenda medioambiental. 

Con el asiento 51 que da la mayoría, los demócratas podrían nombrar a los presidentes de los comités del Senado, que en esta legislatura tuvieron que ser pactados con la oposición. El líder republicano, Mitch McConnell, aprovechó para arrancarles el compromiso de no eliminar el requerimiento de mayoría absoluta para ciertas leyes, lo que de facto les ató la manos. Con ese asiento extra de Georgia sería más fácil y más rápido dar el visto bueno a los cargos que nombre el presidente y a los jueces federales. Les daría también un seguro de vida para la hegemonía en la Cámara, donde la baja de cualquier senador demócrata por muerte o enfermedad supondría perderla. Y liberaría a la vicepresidenta Kamala Harris para viajar, hasta ahora forzada a quedarse cerca de Washington con el fin de romper el empate, algo que ha hecho 26 veces en menos de dos años, batiendo el récord del presidente John Adams

Todo eso y mucho más depende de lo que pase en las elecciones del martes en Georgia, un estado que celebra segunda vuelta para elegir a su representante en el Senado porque ningún candidato superó el 50 % del voto que requiere su ley para alzarse con el escaño pendiente. Y es por eso que Barack Obama ha vuelto a hacer campaña por el senador Raphael Warnock, «un hombre con clase que le cae bien a la gente porque sientes su integridad cuando hablas con él», dijo el jueves a la audiencia del Pullman Yards de Atlanta.

El aspirante republicano

Su rival es Herschel Walker, un famoso exjugador de fútbol americano inmortalizado en el College Football Hall of Fame de Atlanta, donde empezó antes de jugar con los Dallas Cowboys, los Philadelphia Eagles o los New York Giants. Cuando Donald Trump le fichó para disputar a Warnock el asiento de su Georgia natal vivía en Texas, lo que este explotó porque «Georgia se merece un senador que viva en Georgia». Empadronarse en casa de su esposa no fue suficiente, porque varias veces durante la campaña le traicionó el subconsciente al decir públicamente que vive en Texas, e incluso se sabe que sigue anotándose deducciones fiscales relacionadas con su «residencia habitual» en Texas. 

Las meteduras de pata de Walker son parte de su carisma, como inventarse historias probadamente falsas. Nunca pudo ser un agente del FBI porque carece del título universitario que se requiere para entrar en el cuerpo.

El voto afroamericano

Con el voto afroamericano dividido entre dos candidatos de color, Walker, que quedó segundo el 8 de noviembre a 40.000 votos por detrás de Warnock, es el favorito al ser receptor natural de los 81.000 votos que sacó en la primera vuelta el candidato libertario, Chase Oliver. Ha tomado prestada también la maquinaria electoral del gobernador republicano Brian Kemp, que no se acercó a él hasta que ganó su reelección para que no se le asociara con Trump, una figura tóxica en el estado, donde presionó a las autoridades electorales para que le encontraran «11.779 votos» con los que ganar las elecciones presidenciales a Biden.

Trump recauda fondos para él, pero por lo mismo no hace campaña en Georgia. Tampoco Biden. El Partido Republicano pinta a Warnock como el hombre que rubricará la agenda de un presidente desgastado e impopular. Sin embargo, para dejar las cosas claras, ya está Obama: «Parece que la mayor parte de los estadounidenses quiere que sus líderes trabajen en unir a la gente, al contrario que los conspiracionistas que meten miedo, y eso me hace ser un poco más optimista. Pero estoy aquí para deciros que no podemos bajar la guardia», les dijo el expresidente el jueves a los demócratas en Atlanta.