Jiang Zemin, el final de una era en China

María puerto PEKÍN / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El expresidente chino Jiang Zemin, durante una vista a Francia en 1999
El expresidente chino Jiang Zemin, durante una vista a Francia en 1999 CHARLES PLATIAU | REUTERS

El expresidente chino murió este miércoles a los 96 años

01 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los medios estatales chinos viraron este miércoles a blanco y negro sus páginas para anunciar la muerte en Shanghái del expresidente chino Jiang Zemin, que padecía leucemia, a la edad de 96 años. Con él, que fue secretario general del Partido Comunista (PCCh) entre 1989 y el 2002, y presidente del país entre 1993 y el 2003, China vivió un período en el que se transformó y se abrió al mundo.

Jiang Zemin ejerció un liderazgo carismático que puso al gigante asiático en el tablero internacional. Bajo su presidencia se llevó a cabo en 1997 la retrocesión de Hong Kong y China recuperó la soberanía sobre la excolonia británica. Fue el artífice de la entrada del gigante asiático en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el 2001 y de la designación de Pekín como sede de los Juegos Olímpicos de verano del 2008.

A nivel de política interna, diseñó la primera transición pacífica de poder en el Partido Comunista desde 1949. En el 2002 renunció a la secretaría del PCCh y entregó el poder a Hu Jintao. De esa forma se instauró una dirección de solo dos mandatos y colegiada para evitar las luchas internas. Un sistema que ahora Xi Jinping ha roto al perpetuarse en la dirección y concentrar todo el poder en sus manos.

La matanza de Tiananmen

Jiang se convirtió en el sucesor de Deng Xiaoping contra todo pronóstico al producirse la matanza de Tiananmen en junio de 1989. Deng autorizó la solución militar para acabar con las protestas de los estudiantes que reclamaban reformas. La represión incluyó una extensa purga política y la primera víctima fue el secretario general del partido Zhao Ziyang, que defendía la negociación con los estudiantes. Zhao pasó el resto de su vida bajo arresto domiciliario.

Deng nombró a Jiang, que tuvo que lidiar con el boicot internacional al que fue sometida China por violar los derechos humanos y con un partido dividido por la depuración interna. Consiguió la estabilidad apostando por las reformas económicas y el desarrollo.

Jiang Zemin presidió el país durante una década de gran crecimiento económico, que también provocó importantes desigualdades sociales y el aumento de la corrupción.

La apertura económica no fue acompañada por reformas políticas. A Jiang no le tembló el pulso para perseguir a los activistas de derechos humanos o laborales. Ilegalizó Falun Gong, movimiento al que acusaba de estar financiado por Estados Unidos y ser una amenaza para el liderazgo del partido.

El fallecido era un personaje carismático y bastante espontáneo en comparación con el resto de los presidentes chinos. En China incluso se le criticó por ser demasiado locuaz. Jiang Zemin fue capaz de aparecer cantando Love me tender en una cumbre mundial o tocando el ukelele en una visita a Hawái.

Una carta conjunta firmada por las principales instituciones del Estado recuerda a Jiang Zemin como «gran marxista» y «estratega militar y diplomático». En las redes sociales la población ha señalado que su muerte simboliza el final de una era.