El bloque de Netanyahu logra la mayoría absoluta en Israel

MIKEL AYESTARAN JERUSALÉN / COLPISA

INTERNACIONAL

El ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu junto a su esposa Sara mientras emiten hoy su voto.
El ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu junto a su esposa Sara mientras emiten hoy su voto. Europa Press

El Likud y a sus potenciales aliados cuentan con 65 escaños de los 120 escaños del Parlamento

02 nov 2022 . Actualizado a las 12:12 h.

El bloque de derechas que encabeza el ex primer ministro israelí Benjamin Netanyahu tendrá mayoría absoluta en la Knesset (Parlamento) tras las elecciones legislativas celebradas este martes, según el recuento oficial prácticamente concluido, que sitúa al Likud y a sus potenciales aliados con unos 65 escaños.

El Parlamento cuenta con 120 escaños, por lo que Netanyahu necesitaba garantizarse al menos 61 para confirmar su vuelta al poder medio y año después. La Comisión Electoral concede al Likud 31 legisladores, mientras que su principal apoyo, el ultraderechista Sionismo Religioso, figura con 14, un hito inédito en la historia de la extrema derecha en Israel.

El líder de Sionismo Religioso, Itamar Ben Gvir, ha prometido que con él habrá un Gobierno «completamente de derechas», a la espera de ver cómo encaja en su previsible faceta de ministro su discurso antiárabe. «Trabajaré para todos, incluso para quienes me odian», ha dicho este martes, según Times of Israel.

El centrista Yesh Atid, el partido del primer ministro saliente, Yair Lapid, figura en segunda posición con 24 escaños, pero su subida no basta para compensar el retroceso de otros socios, como Meretz, que ha quedado fuera de la Knesset al no haber superado por poco el 3,25 % votos.

Unidad Nacional, la formación que lidera el actual ministro de Defensa, Benny Gantz, aparece en el recuento provisional con 12 diputados, los mismos que obtendrían los ultraortodoxos de Shas. Completan los partidos con representación parlamentaria el también ultraortoxo Judaísmo Unido por la Torá (ocho escaños), el Yisrael Beytenu de Avigdor Lieberman (cinco), Raam (cinco), la lista árabe Hadash-Taal (cinco) y los laboristas (cuatro).

Los resultados finales no se esperan hasta el jueves, aunque con las actuales previsiones sobre la mesa todo apunta a que Netanyahu, con varias causas judiciales pendientes por corrupción, volverá al cargo que ya ostentó entre 1996 y 1999 y entre el 2009 y el 2021.

Subida sin precedentes

En el bloque pro Netanyahu entra con fuerza Sionismo Religioso, formación radical liderada por los colonos y herederos del kahanismo Bezalel Smotrich e Itamar Ben Gvir. Una subida sin precedentes de un supremacismo judío que forma parte de la historia más negra del sionismo. «Yo creo que Netanyahu no comulga con las ideas básicas de Ben Gvir y que tiene presente que, si su bloque obtiene 61 o 62 escaños, Ben Gvir se convierte automáticamente en un primer ministro de facto ya que Bibi —como se le llama cariñosamente al exmandatario— no podrá adoptar decisiones en el gobierno o Knesset sin su consentimiento», opina el analista Daniel Kupervaser sobre la unión entre Likud y Sionismo Religioso.

«El otro gran problema de Bibi es que no sabe hasta qué punto Estado Unidos seguirá dando apoyo incondicional a Israel con medidas como las que exige Ben Gvir», recuerda Kupervaser.

En las elecciones de marzo del 2021 la campaña masiva de vacunación fue el monotema. Netanyahu intentó hacer suyo el éxito de la vacunación y no dudó a la hora de apropiarse del eslogan del Ministerio de Salud para su campaña: «¡Volvemos a la vida!». Esta vez la campaña del Likud ha consistido en atacar a la coalición liderada por Yair Lapid y Naftali Bennet, que le ha mantenido un año apartado del poder.

Bennet ha pagado su fugaz paso por la jefatura del Ejecutivo con la retirada de la política y su partido, Yamina, ni siquiera superaría el mínimo porcentaje de 3,25 % exigido para estar en el nuevo Parlamento.

La alternativa opositora Lapid, por el contrario, se consolida como la alternativa más seria a Netanyahu tras sus cuatro meses como primer ministro interino. En las últimas semanas ha mejorado su imagen política dentro del país tras firmar el acuerdo con Líbano para explotar el gas en el Mediterráneo, un paso histórico ya que se trata de dos países vecinos en guerra.

El ex primer ministro, sin embargo, ya ha adelantado que piensa echar por tierra el pacto cuando ocupe el poder. A las puertas de los centros de voto del centro de Jerusalén los seguidores del Likud y de Sionismo Religioso intentaron lograr votos hasta el último segundo.

Netanyahu fue uno de los primeros líderes en acudir a un centro de voto. «Espero que terminemos este día con una gran sonrisa. Quienes voten por nosotros tendrán a Netanyahu como primer ministro y un verdadero gobierno de derecha», dijo.

En las calles, los seguidores del Likud ponían a todo volumen canciones para ensalzar a su líder con lemas como «eres fuerte, puedes hacer todo, eres un genio», que se escucharon sin parar hasta el cierre de los colegios.

«No importa quién gane, hay que prepararse para las sextas elecciones y luego las séptimas, así hasta que Bibi deje la política y abandone el Likud. Esto es una trampa, un círculo vicioso y aunque gane uno de los bloques, tener un margen tan corto hace que los gobiernos sean muy débiles», considera Meir Margalit, autor de libros como 'Jerusalén, la ciudad imposible'.

Para Margalit, «lo más grave es que los jóvenes se preguntan para qué sirve la democracia si cada año o año y medio cae un gobierno, para eso mejor una dictadura. Lo que está en juego aquí es la democracia». El Likud volvió a trasladar su cuartel general para seguir los resultados a Jerusalén, algo que ya hizo el año pasado, aunque no le trajo mucha suerte. Lapid prefirió quedarse en Tel Aviv, su gran bastión. 

Los israelíes, cansados de volver a las urnas por quinta vez desde el 2019

Joan Mas Autonell

El hartazgo ante el panorama de bloqueo político impera hoy entre muchos israelíes, que vuelven a votar en sus quintos comicios desde el 2019 con resignación y temor de que el resultado no arroje una mayoría clara ni lleve a la formación de un Gobierno estable.

«La gente está cansada de ir a elecciones, no quiere escuchar más sobre el tema tras todos estos años», dice a Efe Merav Tzach, dueño de un negocio de cambio de divisa de Jerusalén. Antes de abrir su establecimiento, casi como si fuera un día normal, votó a primera hora por Benjamín Netanyahu, con la esperanza de que esta vez el ex primer ministro sí logre una mayoría con su bloque derechista, populista y religioso.

Seguir leyendo