Le meten un gol carísimo al fútbol luso

Brais Suárez
Brais Suárez OPORTO

INTERNACIONAL

MARIO CRUZ

Avanza el caso «Football Leaks», con extorsiones, mentiras y espionaje

24 oct 2022 . Actualizado a las 08:12 h.

 Glenn Greenwald, que destapó el caso Lava Jato y el espionaje masivo del Gobierno estadounidense, aseguraba en una entrevista que el periodismo en nuestros tiempos es más sencillo en el sentido tecnológico, pero más difícil en el legal. Consideraba que el gran logro de Julian Assange fue entender que el almacenamiento digital permite que las filtraciones masivas de información de instituciones poderosas sean el nuevo motor del periodismo. Greenwald se llevó el Pulitzer, pero su filtrador, Eduard Snowden, tuvo que exiliarse a Rusia y Assange podría ser condenado a muerte. Y no olvidemos a Chelsea Manning. Aunque en otra escala, a la lista se suma Rui Pinto, que dos años después volvió a comparecer en los juzgados de Lisboa por el caso conocido como Football Leaks, donde se confirma la tendencia a que algunos de los mayores escándalos no sean revelados por el periodismo o la justicia, sino por jáqueres.

Esa fue una de las conclusiones de la vista de la pasada semana, cuando Pinto reconoció y lamentó haber recurrido al pirateo informático para obtener las informaciones que en el 2015 pusieron el mundo del fútbol patas arriba. La sesión, que estaba prevista para mayo, se retrasó por petición de la defensa, que exigía un examen de los archivos incautados por la policía judicial. Los abogados de Pinto denunciaron que una magistrada de la acusación se hubiera reunido con testigos de ambas partes (policías) para «afinar la estrategia de consulta». El ministerio público portugués rechazó el recurso, así que la defensa de Pinto apeló directamente en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, cuya respuesta podría llegar después de que termine el proceso en la corte portuguesa.

Eso no detuvo el juicio y la comparecencia de Pinto no defraudó. Casi como un héroe de novela de Dostoyevski, el hombre de 33 años desentrañó los inicios de Football Leaks, reveló numerosos detalles y regaló un titular que todos los medios portugueses repitieron en calidad de lección moral: «El crimen, aun con buenas intenciones, no compensa», dijo como si quisiera responder a la problemática periodística que planteaba Greenwald. El problema es que en el caso del portugués fueron 90 delitos: 68 por acceso indebido, 14 por violación de correspondencia, seis por acceso ilegítimo y otro por sabotaje informático. El último tiene una naturaleza diferente: tentativa de extorsión contra el fondo de inversión Doyen Sports, al que presuntamente pidió como mínimo medio millón de euros para detener las informaciones obtenidas. Otras entidades afectadas son distintos clubes de la liga portuguesa como el Sporting de Lisboa, el Benfica y el Oporto, la Federación Portuguesa de Fútbol, la Procuraduría General de la República y la sociedad de abogados PLMJ. Con matices, Pinto aceptó en la vista del pasado lunes los primeros 89. Y solo después de un duro interrogatorio, esta semana dijo que podría haber cometido extorsión. Si bien hasta ahora mantenía que había pedido esta suma para comprobar la veracidad de los documentos, ahora también admite haber llegado a un acuerdo con el propietario de la agencia Doyen Sports. Y alega que toda su actividad responde a «un bien mayor», como ya había dicho en la vista del 2020. «Me indigné y decidí hacerlo público… no era por dinero», sentenció.

El acusado, que en todo momento habló en primera persona del plural, explicó cómo el plan surgió en el 2015 en un bar de Praga con «unos amigos», a los que no identificó. Entonces, el grupo «ya había accedido a determinado tipo de información a través de accesos ilegítimos» en los que él aseguró no haber participado. Sí asume responsabilidades sobre entradas a correos estratégicos del Club Sporting, aunque no a todos los que fueron intervenidos. Las próximas sesiones del juicio deberán determinar estas responsabilidades.

Rui Pinto proporcionó a un consorcio de medios europeos millones de archivos que desvelaron mecanismos de evasión fiscal, sospechas de fraude y corrupción. Grandes clubes y jugadores de talla mundial quedaron retratados. Entonces, Pinto residía en Hungría, donde fue detenido en enero del 2019 y extraditado a Portugal. Ingresó en prisión preventiva durante un año y, tras cuatro meses de arresto domiciliario, en agosto del 2020 fue puesto en libertad por su «colaboración y sentido crítico». Este propósito de enmienda está presente en muchos de sus testimonios: «No puedo ser yo el que cambie el mundo, sino las autoridades; ahora mi camino es actuar dentro de la legalidad». También en esa línea, aseguró proporcionar, junto con terceros, informaciones militares a Ucrania… eso sí, esta vez con archivos disponibles en fuentes abiertas.

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