Su errática gestión de la pandemia y sus constantes enfrentamientos con las instituciones merman las posibilidades de reelección del líder ultraconservador
02 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.El excapitán del Ejército y diputado de larga trayectoria Jair Bolsonaro (Glicerio, 1955) llegó al poder en el 2018 presentándose como el bastión anticorrupción que vencería en las urnas al Partido de los Trabajadores, considerado por el líder ultraderechista como «corrupto» y «comunista».
Ganó los comicios prometiendo liberalizar la economía, aligerar las normas que limitaban la posesión de armas de fuego —lo consiguió, haciendo que se duplicase en los últimos cuatro años el número de armas en poder de los brasileños— y criticando el discurso políticamente correcto.
Su presidencia está marcada por la pandemia del covid-19, que calificó de «gripecita» y ha dejado 685.000 muertos en el gigante sudamericano, convirtiendo a Brasil en uno de los países con más fallecidos por millón de habitantes del mundo. Una gestión liderada por un Bolsonaro que se negó a establecer medidas de cuarentena y, más tarde, puso cortapisas a la compra de vacunas, después de defender, eso sí, remedios como la hidroxicloroquina criticados por los científicos.
Choques con el Tribunal Supremo
El líder ultraderechista se ha enfrentado con las instituciones de su país, especialmente con el Tribunal Supremo, llegando a participar en manifestaciones donde cientos de personas defendían el golpismo contra esa institución, siendo acusado por ello de minar la separación de poderes en Brasil.
Sus constantes salidas de tono le han impedido vender en esta campaña ciertos brotes económicos recientes, como la deflación registrada en los últimos dos meses y la bajada del desempleo a niveles inferiores a los del 2019, aunque el 40 % de los ciudadanos siguen subempleados y la masa salarial es ahora un 10 % inferior a la de la prepandemia.