Carlos III: «Quiero honrar la memoria de mi madre»

Juan Francisco Alonso LONDRES / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

En su primer discurso, renueva el compromiso de «defender los principios constitucionales» y otorga el título de príncipe de Gales a su hijo

10 sep 2022 . Actualizado a las 08:41 h.

Como hiciera su madre hace 75 años desde Sudáfrica, el nuevo rey, Carlos III, ha prometido a sus súbditos que durante «el tiempo que Dios me conceda, defenderé los principios constitucionales de nuestra nación», renovando el compromiso de por vida que Isabel II asumió al ascender al trono. La promesa lo hizo el monarca, de 73 años, en su primer discurso a la nación, emitido por televisión y previamente grabado. «Quiero honrar la memoria de mi madre», dijo el nuevo jefe de Estado de los británicos, además de agradecer a su «querida mamá» el «amor y devoción a nuestra familia y a la familia de las naciones a la que han servido tan diligentemente todos estos años». También, dio las gracias por las muestra de afecto y pesar que embargan al Reino Unido, a la Commonwealth y al mundo.

Vestido de riguroso luto y sentado en un escritorio donde solo había un retrato de la difunta soberana, Carlos III aseguró que su progenitora vivió «una vida bien vivida» y que su dedicación es una inspiración y ejemplo para él. Tras admitir lo cambios vividos en el país y el mundo en las siete décadas que transcurrieron desde que Isabel II ascendió al trono, aseguró que algo se mantuvo incólume: «Nuestros valores», los cuales dijo «deben permanecer, constantes».

Los cambios continúan

Carlos III aprovechó su discurso para anunciar que se enorgullece de otorgar el título de príncipes de Gales a su primogénito y heredero de la corona, Guillermo, y a su mujer, Catalina, la primera que ostenta ese honor desde el fallecimiento de Lady Di hace 25 años.

Buena parte de su mensaje se centró en repasar el estatus de su familia. Comenzó por su propia mujer. «Cuento con la ayuda amorosa de mi querida esposa Camila. En reconocimiento de su leal servicio público desde nuestra boda hace 17 años, se convierte en mi reina consorte [una decisión que anunció Isabel II el pasado febrero]. Sé que ella aportará a su nuevo rol la devoción firme por el deber», dijo.

También tuvo palabras para su hijo menor, Enrique, y su esposa, Meghan Markle. Un gesto para intentar poner fin a los desencuentros y tensiones que han trascendido a la prensa, desde que los duques de Sussex se desvincularon de la casa real y trasladaran su residencia a EE.UU.

Carlos admitió que su nuevo papel de jefe de Estado le impedirá dedicar su tiempo y energías «a las organizaciones benéficas y a los problemas por los que me preocupo tan profundamente» En las últimas décadas, ha dejado claro su interés por el medio ambiente, el cambio climático, la agricultura y el patrimonio. Unos intereses que más de una vez lo metieron en problemas con los sucesivos Gobiernos.

Hoy a las diez de la mañana, hora local, está previsto que Carlos sea proclamado oficialmente rey en un acto que se celebrará en el palacio de Saint James, contiguo a Buckingham. Una ceremonia que incluirá el juramento del nuevo rey, quien sin embargo tendrá que esperar varios meses para su acto de coronación, como ocurrió con su madre tras la muerte del rey Jorge VI.

«¡Dios salve al rey!». Con esta consigna recibieron este viernes al nuevo rey los cientos de personas que se congregaron a las puertas del palacio de Buckingham antes de que este realizara su primera entrada como monarca a la residencia real en Londres, apenas 24 horas después de la muerte de su madre. El soberano y la reina consorte Camila llegaron a mediodía desde el castillo de Balmoral a la capital británica.

La pareja se bajó de un antiguo Rolls-Royce, para estrechar la mano y saludar al público. Su afabilidad ha sido la primera imagen que ha querido plasmar para el mundo en el comienzo de esta nueva era para la casa Windsor.

«Gracias, gracias»

Visiblemente emocionado, Carlos intercambió palabras y saludó a la multitud. Una mujer le besó la mano. Otra se lanzó sobre él y le dio un beso en la mejilla, mientras algunos canturreaban el himno nacional, cambiando ya el vocablo reina por el de rey.

«Gracias, gracias, muchas gracias. Dios los bendiga. Estoy muy emocionado». Se oyó decirle a la gente arremolinada ante una valla de seguridad.

El recorrido, que duró unos quince minutos e incluyó un paseo para observar las flores depositadas en la verja del palacio, era su primer acto público en una larga jornada que prosiguió con el encuentro con la primera ministra británica, Liz Truss, antes de que se emitiera su discurso.

Solo el monarca y la princesa Ana pudieron despedirse de Isabel II

Solo Carlos y la princesa Ana llegaron a Balmoral a tiempo de acompañar a Isabel II en sus últimas horas, según el diario Daily Mail. Mientras, los otros hijos de la reina, Andrés y Eduardo, y sus nietos Guillermo y Enrique no consiguieron ganarle la batalla al reloj. Entre el instante en que los médicos anunciaron que la soberana se encontraba «bajo supervisión médica» hasta el instante en que el palacio de Buckingham anunció que había fallecido «apaciblemente» en su residencia veraniega, y también su lugar preferido, transcurrieron solo seis horas. Downing Street fue informada del fallecimiento dos horas antes de que se hiciera público.

Décadas de planificación por parte de la casa real de Windsor están dando sus frutos. Salvas de cañón, ofrendas florales y homenajes marcan el principio del adiós a Isabel, como estaba fijado en la operación Puente de Londres.

En el inicio de era de Carlos III, las Fuerzas Armadas homenajearon a su anterior comandante en jefe con 96 salvas de cañón, una por cada año de su vida, disparadas simultáneamente desde las cuatro capitales de las naciones que conforman el Reino Unido: Londres, Edimburgo, Cardiff y Belfast.

Una hora antes, a las doce del mediodía, las campanas de las catedrales e iglesias de todo el país hicieron doblar sus campanas en recuerdo de su monarca más longeva. El tañido de las campanadas se pudo escuchar al unísono en templos de todo el país, desde la abadía de Westminster, pasando por la catedral de Leicester hasta el castillo de Windsor.

Como estipula el protocolo redactado hace años, la catedral de San Pablo celebró un servicio a las seis de la tarde, a la que no acudió la familia real, pero sí la primera ministra británica, Liz Truss, y el alcalde de Londres, Sadiq Khan. Al final del acto tuvo lugar la primera interpretación oficial de God Save the King.