El intento de asesinar a Kirchner sacude la vida política de una Argentina en crisis

héctor estepa BOGOTÁ / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Un manifestante exhibe una pancarta en apoyo de Cristina Fernández durante una concentración en Buenos Aires
Un manifestante exhibe una pancarta en apoyo de Cristina Fernández durante una concentración en Buenos Aires Juan Ignacio Roncoroni | EFE

Cristina Fernández declaró ante la jueza que investiga el caso que no se dio cuenta del intento de asesinato

03 sep 2022 . Actualizado a las 19:23 h.

Barrio de Recoleta, Buenos Aires. Nueve de la noche del jueves. La vicepresidenta argentina, Cristina Fernández Kirchner, llega a su domicilio. Allí se han concentrado decenas de sus seguidores, después de que un fiscal pidiese para ella 12 años de cárcel por un caso de supuesta corrupción. Kirchner desciende de un coche blanco, y se mezcla con la multitud.

Pronto se produce uno de esos acontecimientos que quedan en la retina de la ciudadanía durante generaciones. Un hombre de mediana edad emerge entre la multitud y pone una pistola Bersa de calibre 32 en la cabeza de la líder izquierdista. Aprieta el gatillo, pero la bala, por motivos que aún se desconocen, no sale del arma. Pronto es detenido por agentes presentes en la zona por un intento de magnicidio que va a marcar durante los próximos meses la vida política de una Argentina en crisis social y económica.

La víctima, sin embargo, declaró ante la Justicia que no se dio cuenta de lo que estaba pasando cuando sufrió el atentado, según informan este sábado los medios locales. Durante la tarde del viernes pasado, la jueza que lleva el caso, María Eugenia Capuchetti, y el fiscal Carlos Rívolo se acercaron hasta el domicilio de la vicepresidenta para tomarle declaración.

Fernández le dijo a la magistrada que no se dio cuenta de lo que estaba pasando cuando le apuntaron dos veces contra su rostro, sin que se disparara la pistola, según el portal de noticias Infobae. Relató que, cuando aparece el arma de fuego, se agacha para buscar un libro que estaba firmando a las personas que realizaban una vigilia en las cercanías de su hogar.

Reacción al ataque

«Este es un hecho de una enorme gravedad, el más grave que ha sucedido desde que hemos recuperado la democracia», dijo, poco después, el presidente argentino, Alberto Fernández, en una alocución televisada, confirmando que el arma contaba con cinco balas y no se disparó pese haber sido accionada.

«La paz social ha sido alterada. La Argentina no puede perder ni un minuto más. Ya no hay tiempo. Es necesario desterrar la violencia y el odio del discurso político y mediático y de nuestra vida en sociedad», pidió el mandatario, que ayer visitó a Kirchner en su domicilio, una destacada reunión entre dos políticos peronistas enfrentados desde hace meses y cuya comunicación estaba, hasta ahora, prácticamente rota.

El detenido es Fernando Andrés Sabag Montiel, un brasileño de 35 años que reside en Argentina desde 1993, con antecedentes policiales por porte de armas, un tatuaje de simbología nazi, y que había criticado al Gobierno.

La investigación se centra ahora en descubrir si Sabag actuó solo o si el atentado fue por encargo. Su domicilio fue registrado y su móvil abierto y peritado este viernes en busca de pruebas.

La jueza encargada del caso, María Eugenia Capuchetti, visitó ayer el domicilio de Kirchner, que abandonó su casa tras la visita del presidente Fernández sin hacer declaraciones. Fuentes judiciales consultadas por el portal de noticias argentino Infobae aseguran que la lupa está puesta sobre los funcionarios de la Policía Federal, dependiente del Ejecutivo, que escoltaban a la número dos del Gobierno, y expresidenta entre el 2009 y el 2015, en el momento de los hechos, cuya actuación fue aparentemente negligente. En ese sentido este viernes comenzaron a declarar los testigos del hecho. Por otro lado, el peritaje sobre el arma determinó que es apta para el disparo y había sido utilizada poco antes de un atentado que, de haberse consumado, podría haber generado un estallido social en el país.

El ataque se produce en un momento muy complicado para Kirchner, que ha visto su apoyo popular caer por debajo del 30 %, en medio de procesos judiciales en su contra, tensiones con el presidente Fernández, que opta por cumplir el acuerdo de reducción de déficit pactado con el FMI, frente a las objeciones del kirchnerismo, y de las turbulencias económicas que han provocado una inflación interanual del 70 %, la escalada del precio del dólar y un aumento de la pobreza.

El expresidente Macri condena el ataque frente al mutismo del libertario Milei

La oposición argentina rechazó ayer el atentado contra Kirchner. «Mi repudio absoluto al ataque sufrido por Cristina Kirchner, que afortunadamente no ha tenido consecuencias», escribió el expresidente Mauricio Macri, cuya formación, Juntos por el Cambio, lidera con amplia ventaja las encuestas de intención de voto de cara a las presidenciales del 2023. «Este gravísimo hecho exige un inmediato y profundo esclarecimiento por parte de la Justicia y las fuerzas de seguridad», añadió.

El alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, principal aspirante del macrismo a la presidencia, declaró: «Este es un punto de inflexión en la historia democrática de nuestro país. Hoy, más que nunca, todos los argentinos tenemos que trabajar juntos por la paz».

En un día en el que se suspendieron incluso los partidos de fútbol, destacó el silencio del libertario Javier Milei, tercero en la carrera electoral, tras la coalición oficialista. Según medios argentinos, hubo discusiones en el seno de su formación sobre si el atentado había sido real o preparado.

Movilizaciones en un festivo criticado por la oposición 

H. estepa

El centro de Buenos Aires amaneció ayer con un fuerte dispositivo policial, después de que el presidente, Alberto Fernández, declarase el viernes festivo nacional para que «el pueblo argentino pueda expresarse en defensa de la vida, la democracia y en solidaridad» con la vicepresidenta, Cristina Fernández Kirchner.

En los alrededores de la Casa Rosada, a los usuales efectivos de la Casa Militar se sumaron agentes del Regimiento de Ganaderos con armamento visible mientras en el interior se celebraba una reunión del Consejo de Ministros, cuyos miembros se dirigieron después a la marcha convocada en la plaza de Mayo.

Esas concentraciones fueron criticadas por la opositora y presidenciable Patricia Bullrich, que acusó al presidente de convertir «un acto de violencia individual en una jugada política».

«El presidente está jugando con fuego. En vez de investigar seriamente un hecho de gravedad, acusa a la oposición y a la prensa, y decreta un feriado para movilizar militantes», denunció la política, que calificó la convocatoria de «lamentable».

El Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, opositor al Ejecutivo nacional, ha sido acusado por el oficialismo en numerosas ocasiones en los últimos días de obstaculizar, por medio de las fuerzas del orden, las manifestaciones en favor de la vicepresidenta.

Las movilizaciones de ayer también fueron criticadas por la izquierda opositora al oficialismo. El Partido de los Trabajadores Socialistas, miembro del emergente Frente de Izquierda, se negó, tras condenar el atentado, a presentarse en las calles, argumentando que se trata de una convocatoria a una «paz social» que «no significa otra cosa que la convocatoria a conciliar con el Gobierno, la oposición y los empresarios, es decir, con quienes hoy están llevando adelante los fuertes planes de ajuste de la mano del Fondo Monetario Internacional».

En las calles de Buenos Aires comenzaron a concentrarse, desde muy temprano, miles de miembros de asociaciones peronistas y sindicatos, con tambores y pancartas en defensa de Kirchner, en unas manifestaciones que se preveían multitudinarias.

Hubo también ayer movimientos internos en el peronismo, con la figura del ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, como foco de las críticas, por haber fallado el dispositivo de escolta de la vicepresidenta. La Cámpora, el ala más izquierdista del kirchnerismo, concluyó, según el diario Clarín, que no estuvo «a la altura de las circunstancias». La actuación de las fuerzas del orden también fue criticada por dirigentes sociales, como Juan Grabois, que señaló que a Kirchner «la protegió Dios», pero «la policía no».

Los dirigentes americanos condenan de forma unánime el ataque

La comunidad internacional condenó el intento de magnicidio del que fue víctima la vicepresidenta de Argentina. Durante todo el día se repitieron los mensajes de solidaridad de Washington a Bruselas, pasando por el Vaticano (el papa Francisco llamó por teléfono a su compatriota Cristina Fernández). En especial se volcaron todos los jefes de Estado americanos, incluido el brasileño Jair Bolsonaro, que fue el último en expresar su pesar por el ataque.

El presidente de Chile, Gabriel Boric, fue uno de los primeros en reaccionar —«El intento de asesinato merece el repudio y condena de todo el continente», escribió en Twitter—, seguido de los expresidentes Evo Morales (Bolivia), Lula da Silva (Brasil) y Rafael Correa (Ecuador). «Fue [un ataque] lamentable, reprobable, pero al mismo tiempo diría milagroso», manifestó el mexicano Andrés Manuel López Obrador, que reveló además que esta semana envió una carta a su «amigo» Alberto Fernández en la que reiteró su respaldo a la viuda de Kirchner tras la petición de condena que pesa contra ella.

El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, expresó su rechazo a la violencia y el odio, tras condenar «enérgicamente el intento de asesinato». A las condenas se unieron el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, y el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell.

Reacciones en España

Miembros del Gobierno y partidos de izquierda —entre ellos el BNG— mostraron su consternación por el intento de asesinato de Cristina Fernández, advirtiendo los efectos de los discursos de odio y crispación, mientras que el PP guardó silencio.

Pedro Sánchez subrayó que «el odio y la violencia jamás vencerán a la democracia», y Yolanda Díaz mostró su preocupación por los altos niveles de crispación, también en España. En un comunicado, el BNG se sumó al llamamiento del Frente para Todos, la coalición que gobierna Argentina, a comprometerse con «la búsqueda de la paz social por encima de cualquier diferencia», y Unidas Podemos se sumó a la concentración de ayer ante la embajada argentina en Madrid.