Miles de seguidores del clérigo chií Al Sadr asaltan el palacio presidencial de Bagdad

Amer Hamid BAGDAD / EFE

INTERNACIONAL

El líder religioso anuncia su «retirada definitiva» de la política y el cierre de todas las instituciones de su movimiento. Las manifestaciones de sus fieles se saldan con al menos ocho muertos y ponen a Irak contra las cuerdas

29 ago 2022 . Actualizado a las 21:28 h.

El anuncio de la retirada de la política del influyente clérigo chií Moqtada al Sadr ha puesto a Irak contra las cuerdas, después de que miles de sus seguidores tomaran el palacio presidencial y el del Gobierno en Bagdad en unas manifestaciones que se han saldado con al menos ocho muertos.

Tras más de diez meses de parálisis política en el país árabe por la incapacidad del fragmentado Parlamento de escoger un nuevo presidente y formar Gobierno, la situación ha alcanzado un punto de no retorno tras el anuncio de Al Sadr, que ha desatado el caos no solo en Bagdad, sino también en algunas provincias del sur.

«Había decidido no intervenir en los asuntos políticos, pero ahora anuncio mi retirada definitiva y el cierre de todas las instituciones» del Bloque Sadrista, dijo en un comunicado Al Sadr, que lleva condicionando la política del país desde principios de siglo e instigó dos recientes asaltos al Parlamento en julio.

El Bloque Sadrista, con 73 de los 329 escaños de la Cámara, salió vencedor de las elecciones del 2021, pero el boicot a las propuestas de Al Sadr provocó que el clérigo hiciera dimitir a todos sus diputados en junio y, desde entonces, ha ejercido presión en las calles.

Fuera de control

El anuncio de Al Sadr ha provocado que sus partidarios, que llevan acampados a las puertas del Parlamento desde hace cuatro semanas en protesta por la parálisis, irrumpieran en el palacio presidencial y el del Gobierno, algo que obligó al Ejecutivo a suspender sus trabajos.

Imágenes difundidas por las televisiones locales mostraron a la multitud saltando la valla del palacio presidencial y dándose un chapuzón en la piscina para hacer más llevadera la protesta en medio de los 46 grados centígrados que azotaron este lunes a Bagdad, y en un acto que recordaba al de Sri Lanka de hace un mes. Ante esta situación y sin las instrucciones de los líderes sadristas para apaciguar a la multitud, las autoridades iraquíes declararon un toque de queda en Bagdad que entró en vigor este mediodía (hora local), aunque eso no disuadió a los manifestantes.

Otro toque de queda, esta vez en todo el país, fue declarado posteriormente ante la escalada de la violencia en las protestas, que se esparcieron por otras localidades de Irak, especialmente en las provincias del sur, el principal bastión de Al Sadr.

«La suspensión de las instituciones del Estado es una cuestión peligrosa que pone en grave riesgo al país y a los intereses de los ciudadanos», dijo el presidente iraquí, Barham Saleh, en un comunicado en el que urgió a los manifestantes a retirarse de los edificios gubernamentales.

Violencia y muerte

En anteriores manifestaciones y durante la toma del Parlamento, Al Sadr pidió a sus seguidores que no llevaran armas, pero la falta de una autoridad durante la jornada de este lunes supuso un desfile de armamento en las calles de Bagdad y, en especial, en la fortificada Zona Verde.

Como resultado, al menos ocho manifestantes murieron y otros 28 resultaron heridos por «disparos y actos violentos», dijo a Efe una fuente del Comando de Operaciones de Bagdad que pidió no ser identificada.

No especificó qué grupo disparó a los manifestantes, aunque medios afiliados a las milicias proiraníes de Irak que actúan bajo el paraguas de la agrupación gubernamental armada Multitud Popular, difundieron imágenes en Telegram de sus miembros disparando al aire durante la manifestación de los sadristas.

También denunciaron que combatientes de Saraya al Salam (Brigadas de la Paz), una milicia de Al Sadr, accedieron a la Zona Verde con «armas ligeras».

Gran preocupación

En los últimos meses Irak ha sido escenario de una gran escalada política debido a la parálisis, pero los sucesos de este lunes han hecho saltar todas las alarmas por temor a la incertidumbre e incluso al inicio de una nueva guerra civil.

Ante el caos desatado, el presidente iraquí se reunió con el primer ministro en funciones, Mustafa al Kazemi, y con los dirigentes del Parlamento y del Poder Judicial para abordar la situación.

Por su parte, la misión de Naciones Unidas en Irak calificó la actual escalada de «extremadamente peligrosa» e instó a los manifestantes a «cooperar con las fuerzas e seguridad y evitar acciones que puedan desencadenar una cadena de acontecimientos imparable», según un comunicado.

Asimismo, Estados Unidos hizo este lunes un llamamiento al «diálogo» en Irak ante la multitudinaria manifestación que irrumpió en el palacio presidencial en Bagdad, una situación que calificó de «preocupante», en palabras del portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby. 

El clérigo chií Muqtada al Sadr, en una imagen del 2003, cuando regresó a Irak tras la entrada del Ejército de Estados Unidos en el país
El clérigo chií Muqtada al Sadr, en una imagen del 2003, cuando regresó a Irak tras la entrada del Ejército de Estados Unidos en el país JAMAL NASRALLAH | EFE

El heredero de una estirpe que se rebeló contra Huseín 

Carles Grau (Bagdad / Efe)

El clérigo Moqtada al Sadr nació en Nayaf en 1973, en el seno de una familia de la aristocracia chií con mucha influencia en el sur de Irak y que se enfrentó al entonces dictador suní Sadam Huseín, lo que llevó a la ejecución en 1980 del fundador del sadrismo, Mohamed Baqir al Sadr, gran ayatolá de Irak. El padre de Muqtada y sus dos hermanos fueron asesinados también por el dictador en 1999 por organizar una gran revuelta.

Moqtada se exilió a la ciudad sagrada iraní de Qom, principal centro de estudio para los clérigos chiíes, desde finales de los noventa hasta la caída de Sadam, tras la llegada de los norteamericanos a Bagdad, en el 2003. El joven clérigo regresó a su país para liderar la resistencia frente a la presencia de EE.UU. y creó la milicia Ejército de Al Mahdi, que protagonizó la lucha contra las tropas extranjeras en el sur de Irak y en Bagdad, durante la guerra civil del 2006-2007.

La milicia fue ampliamente criticada por perpetrar cruentos ataques no solo contra los militares, sino contra civiles y toda voz crítica con Al Sadr, por lo que el clérigo la disolvió en el 2008 y la rebautizó como Brigada del Día Prometido, que luchó contra los estadounidenses hasta su retirada en el 2011.

En los últimos años, Al Sadr ha optado por la vía política y ha liderado los principales movimientos chiíes del país, aunque sin ostentar un cargo oficial.

Las coaliciones políticas apadrinadas por Sadr en el 2014, el 2018 y el 2021 lograron gran parte de los escaños del Legislativo, dando así al clérigo la posibilidad de elegir el Gobierno de Irak sin participar en él directamente.