La muerte de Al Zawahiri aboca a Al Qaida a un relevo complejo e incierto

mikel ayestaran JERUSALÉN / COLPISA

INTERNACIONAL

Fuerzas talibanas custodian en el barrio donde se produjo el ataque contra Al Zawahiri
Fuerzas talibanas custodian en el barrio donde se produjo el ataque contra Al Zawahiri EFE

Los expertos apuntan al egipcio Saif Al Adel como posible sucesor

02 ago 2022 . Actualizado a las 21:38 h.

Tras una década en la absoluta clandestinidad, oculto en algún lugar en las montañas entre Afganistán y Pakistán, el misil de un dron acabó con la vida de Ayman al-Zawahiri, de 71 años, en una lujosa villa en el centro de Kabul. El líder de Al-Qaida (AQ) vivía allí junto a su familia y como huésped de la red Haqqani, la facción talibán encargada de la seguridad en Kabul y también responsable de los atentados más sangrientos en los 20 años de presencia militar estadounidense.

Cuando Barack Obama anunció al mundo la muerte de Osama Bin Laden en el 2011, no hubo dudas sobre la persona que recogería el testigo del saudí. Todas las miradas apuntaron a un Al-Zawahiri mucho menos carismático, pero con galones dentro de la organización debido a su papel de fundador e ideólogo. La shura de Al-Qaida Central (órgano de toma decisiones) designó a este médico egipcio que entonces tenía 60 años y desde entonces su liderazgo ha sido incuestionable. Su mandato ha estado marcado por la irrupción del grupo yihadista Estado Islámico (EI), que eclipsó durante unos años a AQ como amenaza global, pero que no ha acabado con el peso ideológico con el que cuenta AQ.

Al-Zawahiri ha sido también uno de los impulsores del rediseño de la organización que ya puso en marcha Bin Laden antes de su muerte y que consiste en pasar de ser un aparato centralizado y jerárquico a una red global descentralizada con franquicias como Al-Qaida en el Magreb Islámico o en la península arábiga o grupos en Somalia, Siria o el subcontinente indio. Una estrategia para globalizar la marca y escapar del férreo marcaje de los aviones no tripulados de EE.UU.

Con Bin Laden y Al-Zawahiri fuera de combate, la organización ha perdido a sus dos figuras más importantes y llega «un punto de inflexión», según Sergio Altuna, investigador del Real Instituto Elcano. Todos los expertos apuntan al egipcio Saif Al Adel como uno de los candidatos a ocupar un puesto que es clave. «AQ Central no deja de ser la matriz ideológica, la que aporta el significado a la ideología del yihadismo global», recuerda Altuna, quien cree que puede haber «un cambio generacional que demanda parte de la militancia».

Adel, que tiene entre 59 años y 62 años, estaría desde hace años bajo la protección de la república islámica en Teherán, un punto que no juega a su favor de cara a los seguidores de la organización. Charles Lister, experto en terrorismo del Middle East Institute, reflexionó en su canal de Twitter sobre la crisis sucesoria y calificó la posible elección de Adel como «sentencia de muerte» para las aspiraciones de AQ como organización global ya que las franquicias no han ocultado su recelo ante una figura basada en la gran potencia chií de la región, la secta opuesta del Islam.

Lealtad de las franquicias

La sucesión al frente de la organización abre también las puertas a que la persona elegida llegue de alguna de las franquicias regionales. Altuna no piensa que esta vaya a ser la opción elegida ya que «el elemento fundamental que vertebra el movimiento yihadista es su ideología y las principales aportaciones a esta tras la globalización del fenómeno provienen de la matriz y de los ideólogos directa o indirectamente relacionados con Al-Qaida Central, no con sus franquicias».

Los talibanes condenaron de forma genérica la operación de Estados Unidos en Kabul, sin mencionar a Al-Zawahiri. El sucesor de Bin Laden no dudó en jurar lealtad a Hibatulá Ajunzada cuando este se puso al frente del movimiento talibán en el 2016 y habrá que ver qué sucede ahora tras la operación estadounidense que ha revelado lo que era un secreto a voces: que los talibanes siguen dando cobijo a elementos importantes de AQ. El primer ataque de Estados Unidos en Kabul desde la retirada de sus tropas ha acabado con el que era considerado como cerebro de los atentados del 11S, pero su legado ideológico permanece y el yihadismo global tendrá pronto una nueva cara.