En el distrito más afectado por el seísmo, el 70 % de las viviendas quedaron destruidas o dañadas.
Por su parte, el representante de Unicef en Afganistán, Mohamed Ayoya, alertó de la situación de vulnerabilidad en la que el terremoto deja a miles de niños. La ayuda humanitaria ya era un asunto vital en Afganistán, inmerso en una enorme crisis económica y social desde la llegada de los islamistas al poder hace ahora casi un año.
Afganistán suele sufrir con frecuencia terremotos que dejan decenas de víctimas, especialmente en la zona conocida como Hindu Kush, de gran actividad sísmica. Algunas de las mayores catástrofes provocadas por terremotos ocurrieron en 1998 en el norte del país, cuando en febrero dos seísmos causaron la muerte de unas 4.000 personas y, a finales de mayo, un terremoto de 7 grados volvió a sacudir la región y dejó unos 5.000 muertos.