Según datos oficiales confirmados a este diario por el Gobierno ucraniano, casi dos millones de refugiados han regresado ya a su patria, en torno a un tercio de quienes la abandonaron. Reunir a las familias Natasha es una de ellos. «Nuestros militares han logrado repeler el ataque ruso y asegurar Kiev. La guerra se concentra de nuevo en el este -donde ya estalló en el 2014-, así que volvemos para reunirnos con nuestra familia y tratar de retomar nuestras vidas», cuenta mientras hace malabarismos para empujar una maleta gigante sin dejar en el suelo a su hijo de 2 años, que ha caído rendido de sueño en su hombro. «Mi marido estuvo en las Fuerzas Territoriales, pero ahora ha regresado y nosotros también», añade.
Como muchos otros, Natasha nunca quiso abandonar Ucrania durante mucho tiempo. Y por eso se quedó en una pequeña localidad polaca cercana a la frontera. Sin embargo, a su alrededor hay refugiados que llegan con documentos de media docena de países europeos, donde podrían residir y trabajar legalmente hasta tres años. Sus experiencias son variadas. Yulia, por ejemplo, está muy agradecida a las autoridades de Alemania, un país que ha acogido a 700.000 compatriotas -el 40 % menores-. «Nos han ofrecido todo lo necesario y nos hemos sentido queridos», afirma. A su lado, otra mujer procedente de Austria asiente con la cabeza. «Europa ha estado a la altura», comenta con la ayuda del inglés de su hija adolescente.