Éste subraya que en algunos casos conflictos y desastres se solapan, como ocurre en muchos colectivos que se ven obligados a dejar su hogar por ambos factores a la vez en países como Somalia, Sudán del Sur, Mozambique o Birmania (Myanmar).
El informe de IDMC y NRC presta especial atención este año a los desplazados jóvenes, ya que más de la mitad de este colectivo, 33 millones, son menores de 25 años.
«En Ucrania dos tercios de los niños han perdido sus raíces, en Yemen las condiciones cada vez peores han dejado a millones de ellos recordó Bilak, llamando también la atención sobre el caso de Colombia.
En el país suramericano, subrayó, la incidencia de depresión y ansiedad entre los menores de edad desplazados es el doble que en los del resto de la sociedad, los intentos de suicidio son cuatro veces más frecuentes, y el riesgo de trastorno por estrés postraumático es seis veces mayor.
La responsable de IDMC agregó que es difícil evaluar si la pandemia ha provocado más desplazamientos o los ha prolongado en el tiempo, aunque sí es seguro que «hizo que las vidas de estos desplazados fueran más precarias, con la restricción de movimientos en muchos países».
El informe estima que estos millones de desplazados suponen para el mundo un coste de unos 21.000 millones de dólares, un precio especialmente gravoso para países destrozados por el conflicto como Siria, donde se calcula que las pérdidas relacionadas restan un 15 % de su PIB, o Somalia (10 %).
Este cálculo de desplazados internos no incluye al colectivo de refugiados, las personas que han dejado su país por conflictos o desastres, que a mediados del pasado año se estimó en 82 millones de personas, según las estadísticas que cada mes de junio publica la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur).