Prokopenk contó que en la noche del lunes habló por última vez con su marido: «Me dijo que me ama, y yo le dije que también lo amo, y que haré todo lo que pueda para salvar su vida. Haremos cualquier cosa», dijo visiblemente emocionada. Relataron que las condiciones en los sótanos de la Azovstal son «terribles» porque no tienen comida, ni agua, ni medicinas, y el último hospital fue bombardeado por soldados rusos.
Yulia explicó que su marido le escribió hace dos días, pidiéndole «que encontrara un artículo sobre cómo sobrevivir sin agua ni comida, si es posible» y agregó que «cada día mueren uno o dos soldados heridos».