Italia se solidariza con Ucrania incluso en las provincias con más negocios con Rusia

valentina saini VICENZA / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Domenico Pozzan, ante su tienda de corbatas y textiles, en la ciudad de Vicenza
Domenico Pozzan, ante su tienda de corbatas y textiles, en la ciudad de Vicenza Valentina Saini

Solo Vicenza exportó a territorio ruso más de 400 millones de euros en el 2021

20 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Se ven cada vez más banderas ucranianas en los balcones y escaparates de Italia. Incluso en Vicenza, a unos setenta kilómetros de Venecia. Esta provincia exportó a Rusia mercancías por un valor superior a los 400 millones de euros en el 2021, así que está muy afectada por las sanciones occidentales contra Moscú; sin embargo, está siendo muy solidaria con el pueblo ucraniano.

En la fachada del ayuntamiento de Thiene, uno de los pueblos más acomodados de la provincia, ondea la bandera ucraniana, además de las tres habituales de Italia, de Europa y de la región. En la renacentista Piazza dei Signori de la ciudad de Vicenza, la tienda de textiles y corbatas Mampreso exhibe una gran bandera ucraniana. Domenico Pozzan, dueño de la tienda desde hace veinte años, explicó a La Voz: «Es un gesto de solidaridad con un país que ha sido ocupado por un criminal de guerra, Putin». La solidaridad de Pozzan con Ucrania es total: «No puedo aceptar que se agreda una nación de esta manera».

Una joven pareja en la plaza opina lo mismo. «Para mí es inaceptable que en el 2022 existan estos conflictos», dice Stefano, agente comercial. Según su pareja, Camilla, «la guerra en Ucrania es horrible. Acoger a los refugiados de aquel país es un deber moral».

En la cercana Piazza delle Erbe, a pocos pasos de un monumento al célebre arquitecto local Palladio, dos amigas toman un café en una terraza. Maria, becaria en una casa de subastas de Milán, dice: «Esta guerra es completamente injusta, como todas las guerras. Me preocupa el sufrimiento de los ucranianos, tenemos que ayudarles». Francesca trabaja en la orfebrería (Vicenza es famosa por sus joyerías) y afirma: «Enseguida empaticé con el sufrimiento del pueblo ucraniano. Conozco gente que tiene una tienda allí y la está defendiendo con las armas».

En la biblioteca de Vicenza, los libros sobre la historia de Ucrania son muy solicitados. Valentina Traverso, dueña de la librería Traverso, cuenta: «Los clientes me piden textos sobre Putin y revistas geopolíticas, quieren estar informados».

Pero además de colgar banderas y acoger a refugiados (ya han llegado más de 75.000) los italianos están enviando mucha ayuda. Por ejemplo, la asociación de libreros italianos, explica Traverso, ha abierto una cuenta especial para donaciones. «Yo estoy ayudando a una señora moldava que coordina los envíos a Moldavia, donde están llegando muchos refugiados: alimentos, mantas, libros para colorear para los niños, para ofrecerles un momento de distracción», añade.

Un panadero de Milán, Matteo Cunsolo, ha inventado «el pan para la paz». «Es un pan para tostadas amarillo y azul gracias a dos ingredientes, el azafrán y la infusión de una flor azul», explica. «Los beneficios los destino a los refugiados», apostilla. Cunsolo también ha lanzado una campaña para recoger galletas: «Para un niño una galleta puede ser un pequeño abrazo. Muchos compañeros de toda Italia se han sumado». A finales de marzo, Cunsolo cargó las galletas recogidas y su pan para la paz en un camión, y los llevó a un campo de refugiados en Polonia, cerca de la frontera con Ucrania.

Desde Milán, Yaryna Grusha Possamai, profesora universitaria y escritora originaria de Ucrania, está colaborando con muchas iniciativas para ayudar a sus compatriotas. «Quizás un poco despacio, pero los italianos han reaccionado», dice. «He notado una buena reacción general, he recibido muchos mensajes de personas que se ofrecen para acoger a los refugiados en sus casas. Veo mucha compasión y solidaridad, y eso lo agradezco. Me hace sentir un poco menos sola», asegura.