Alemania se aferra al ecologismo para paliar la dependencia del gas ruso

ALEJANDRA VÁZQUEZ BERLÍN / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Protesta de ecologistas alemanes contra las políticas energéticas del Gobierno de Olaf Scholz
Protesta de ecologistas alemanes contra las políticas energéticas del Gobierno de Olaf Scholz FILIP SINGER | EFE

La ciudadanía germana apuesta por usar menos calefacción y más mantas

19 abr 2022 . Actualizado a las 09:08 h.

Mantas en lugar de calefacción, aparatos electrónicos apagados en vez de en modo ahorro y hasta cierres de instituciones de ocio, tal y como sucedió durante los primeros estadios de la pandemia de coronavirus. Así se pronunciaban los alemanes en una encuesta lanzada por el diario alemán Tagespiegel el pasado fin de semana sobre cómo minimizar la onda expansiva que la guerra está causando en la energía europea. Estas son las nuevas alternativas con las que el Gobierno alemán quiere encaminar a su población hacia la emancipación del gas y petróleo rusos.

En vista de una guerra que promete alargarse y para tratar de esquivar la temida dependencia del gas ruso, el ministro de Economía y vicecanciller alemán, el ecologista Robert Habeck, se propuso lanzar una campaña de ahorro de consumo para sus conciudadanos, como declaró a los periódicos del grupo mediático Funke la semana pasada.

Habeck sostiene que ahorrar energía «es fácil para el bolsillo y molesta a Putin» y ve realista apretarse el cinturón un 10 % más. Algunos de sus consejos: continuar con el modelo híbrido de trabajo a distancia dos o tres días a la semana y economizar desplazamiento y combustible de camino a la oficina. No poner la calefacción, cerrar ventanas y correr las cortinas para mantener el calor dentro del hogar también fueron recomendaciones del ministro alemán. Y el quid de la cuestión, recortar kilometraje de conducción utilizando otros medios más verdes como el tren o la bicicleta. Algo bastante intuitivo para los alemanes, ávidos amantes del ecologismo y el desarrollo sostenible, muy acostumbrados a recorrer las calles en dos ruedas en lugar de en cuatro.

Según cálculos provisionales, los precios en Alemania subieron un 7,3 % en marzo en comparación con el mismo mes del año pasado. Los precios de la energía se dispararon por la guerra de Ucrania y en marzo fueron un 40 % más altos que en el mismo período del 2021. Como resultado, la alta tasa de inflación requiere elevar la apuesta con medidas de contrapeso para frenar el encarecimiento del coste energético.

Para ello, el Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz también ha destinado más de 15.000 millones de euros de un amplio paquete de desgravaciones fiscales que está previsto que se introduzcan a partir de junio. Unas medidas considerables teniendo en cuenta el subsidio de 300 euros al mes para los contribuyentes, reducciones sobre el impuesto al combustible y un bono mensual de transporte público de 9 euros durante 90 días.

El rechazo del mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, a la visita del presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, a Ucrania la semana pasada ha originado una oleada de desaprobación en la sociedad alemana, causando brechas en la opinión pública y política del país. Steinmeier fue criticado por sus vínculos con Rusia en el pasado, algo relacionado con la dependencia alemana a sus hidrocarburos.

Y es que Alemania cubría el 55 % de sus necesidades energéticas a través del gasoducto ruso- alemán Nordstream. Es ahora, con las reservas de gas al 25 % de capacidad, que Berlín mueve ficha e intenta diversificar sus fuentes de energía en otros países como Nigeria, donde la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, estuvo la semana pasada.

Mientras Zelenski amenaza con frenar las conversaciones de paz tras el ultimátum del Ejército ruso a los combatientes ucranianos en la asediada ciudad de Mariúpol, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, insta a Europa a enviar más armamento a Ucrania, las consecuencias de la guerra no han hecho más que empezar en un nuevo frente: el energético.