El bloqueo a las sanciones energéticas a Rusia agrava la tensión entre la UE y Hungría

Olatz Hernández BRUSELAS / COLPISA

INTERNACIONAL

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, este jueves, en Estocolmo
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, este jueves, en Estocolmo Fredrik Sandberg | EFE

El Parlamento Europeo exige el veto «total e inmediato» a la importación de petróleo y gas rusos por parte de los Veintisiete

07 abr 2022 . Actualizado a las 20:00 h.

La Unión Europea perfiló este jueves los últimos detalles técnicos del quinto paquete de sanciones a Rusia, el primero que incluye castigos energéticos. Fuentes diplomáticas aseguran que los Veintisiete esperan aprobar en los próximos días la nueva ronda de sanciones —en la que figura el veto al carbón ruso—. Todo ello a pesar de las reticencias de Hungría, cuya negativa complica extender el embargo al petróleo y al gas rusos en el futuro y enturbia aún más su relación con Bruselas.

Es tradición que la presidenta de la Comisión Europea felicite por carta a los líderes de los Estados miembros de la UE por su victoria electoral. En el caso de Hungría y del recién reelegido Viktor Orbán, sin embargo, Ursula von der Leyen se ha saltado el protocolo y, en su lugar, el miércoles envió a Budapest una misiva bien distinta, que avisa a las autoridades húngaras de la puesta en marcha del mecanismo que permite bloquear el acceso del país a los fondos europeos.

El tira y afloja entre el Ejecutivo de la UE y Hungría viene de lejos y las dos partes se han visto las caras varias veces frente al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE). Pero esas tensiones alcanzaron su punto álgido el miércoles, cuando Bruselas anunció que ponía en marcha el mecanismo para embargar los 40.000 millones en fondos europeos que iba a recibir el país, por sus dudas sobre el cumplimiento del Estado de Derecho. Pocas horas después, Budapest rechazaba el quinto paquete de sanciones a Moscú, el primero que contiene castigos energéticos. Con las imágenes de la masacre de Bucha aún frescas en la memoria, los Veintisiete esperaban debatir y adoptar nuevos castigos a Rusia, entre los que se encuentra el embargo al carbón ruso. La negociación quedó finalmente bloqueada por el no de Hungría, que asegura que se negará a cualquier castigo energético, aunque ayer los Veintisiete avanzaron sustancialmente en su debate de las sanciones. 

Habla la Eurocámara

La presión aumentó tras la condena del Parlamento Europeo a las «atrocidades» cometidas por el Ejército ruso y una votación en la que se pidió el embargo «total e inmediato» de las importaciones rusas de petróleo, carbón, combustible nuclear y gas. La Eurocámara también mantuvo un exacerbado debate sobre la dependencia energética europea el miércoles. «¿Qué preferimos, la paz o tener aire acondicionado?», lanzó el primer ministro italiano, Mario Draghi; una de las frases más memorables del debate.

Muy dependiente del petróleo y el gas rusos, desde que comenzó la invasión en Ucrania, Budapest se ha caracterizado por ser un verso libre dentro de la UE. Es uno de los pocos países que no ha enviado armas a Ucrania y tampoco lo hará en el futuro. 

«Esta no es nuestra guerra»

«Esta no es nuestra guerra y por eso queremos mantenernos fuera de ella», dijo el miércoles su ministro de Exteriores, Peter Szijjarto. Las autoridades húngaras se acercan cada vez más a Moscú, en una deriva que los Estados miembros y la OTAN ven muy peligrosa. Contradiciendo al frente occidental, Orbán se ha abierto a pagar el gas ruso en rublos y ha ofrecido su país como escenario para las negociaciones de paz.

El desafío del dirigente ultraconservador a la UE quedó claro ya en su discurso tras ganar las elecciones del pasado domingo. «Hemos tenido una gran victoria. Tan grande que se puede ver desde la Luna, y desde luego, desde Bruselas», proclamó, en una intervención en la que señaló al presidente ucraniano Volodímir Zelenski como su «enemigo».

Hungría y Polonia llevan tiempo siendo los Estados díscolos de la UE. Los dos países impugnaron el mecanismo de bloqueo de fondos, en vigor desde el 1 de enero de este año, y que desde febrero cuenta con el aval del TJUE. Consideraban que esta herramienta era un exceso por parte de las instituciones comunitarias y, como represalia, paralizaron durante semanas la adopción del último presupuesto europeo y del plan para paliar las consecuencias de la pandemia. Europa ha llamado la atención en numerosas ocasiones a estos dos países. Varsovia se niega a paralizar una reforma judicial que ha recibido el rechazo del TJUE y, en Hungría, Orbán ha sido criticado por sus políticas contra la comunidad LGTBI, decisiones que lo alejan de Occidente y lo acercan a Moscú. Putin, por cierto, sí felicitó al flamante presidente por su victoria.