Kiev acelera los preparativos para hacer frente a la ofensiva rusa en el Dombás

R. Mañueco / s. arroyo MOSCÚ, MADRID / COLPISA, LA VOZ

INTERNACIONAL

Bomberos buscan víctimas entre los escombros en Borodianka, en la periferia de Kiev.
Bomberos buscan víctimas entre los escombros en Borodianka, en la periferia de Kiev. DPA | EUROPAPRESS

El Kremlin admite por primera vez «pérdidas significativas» de tropas

08 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Ante la inminente ofensiva del Ejército ruso, la población civil de varias localidades de la parte del Dombás bajo el control de Kiev, entre ellas Kramatorsk —la más importante en manos de la tropas ucranianas en esa zona—, vivió ayer una verdadera pesadilla al tener que abandonar sus hogares y emprender un éxodo imprevisible sin saber si podrán regresar y si sus casas seguirán en pie cuando lo hagan algún día. Mientras, los soldados ucranianos cavaban trincheras para dificultar el avance ruso.

«¡Procedan cuanto antes a evacuar la región! Las posibilidades de salvarse a sí mismo y a sus familias de morir a manos de los rusos se reducen cada día que pasa. Están cortando las posibles vías de salida. Protejan sus vidas y salgan», lanzó ayer a través de las redes sociales el gobernador de Lugansk, Serhiy Gaidai, cuya oficina se encuentra en Sieverodonetsk, objetivo de bombardeos en los últimos días.

Mientras, los canales de Telegram ofrecían imágenes de largas colas de gente en Kramatorsk, también bajo bombardeos esporádicos, tratando de subirse a los autobuses con todas las pertenencias que eran capaces de llevar consigo. «Podemos intuir claramente antes de que el enemigo inicie su ataque total que va a destruir todo esto completamente», señaló Gaidai y advirtió que «hay que evitar que aquí los civiles queden atrapados como ha sucedido en Mariúpol».

Ataque a la red ferroviaria

En la víspera, fue la viceprimera ministra ucraniana, Irina Vereshuk, la que hizo un llamamiento para que los civiles desalojen la zona. «Se exponen a morir, si no salen ahora», alertó, teniendo en mente masacres como la acaecida en Bucha. Pero el éxodo no está exento de peligro. Un ataque aéreo ruso a una red ferroviaria cerca de la estación de Barvinkove, en la provincia de Donetsk, bloqueó la salida de tres trenes de evacuación.

El asesor de la Presidencia ucraniana, Oleksiy Arestóvich, informó ayer en su habitual comparecencia que «de las nueve direcciones de avance inicial del Ejército ruso, quedan ahora dos y media: Donetsk y Lugansk, Mariúpol y la región de Jersón, donde el enemigo ya no avanza, sino que se defiende». El responsable ucraniano aseguró que «Mariúpol aguanta todavía. Sin embargo, las fuerzas prorrusas aseguraron que ya controlan el centro. El portavoz de las milicias prorrusas de Donetsk, Eduard Basurin, afirmó que los combates se han desplazado al puerto y a la acería Azovstal, situada en la afueras de Mariúpol. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, pidió al Parlamento griego que use su influencia para rescatar a la población que queda en Mariúpol, donde desde hace siglos que viven ucranianos de etnia griega.

Por primera vez desde la invasión, el Kremlin comete (aparentemente) un desliz, y eludió durante segundos el triunfalismo para asumir sin ambigüedad que está pagando una elevada factura en vidas humanas con su «operación especial». Y lo hace sin apenas titubear, en una entrevista a un medio occidental, y por boca de uno de los hombres más cercanos a Vladimir Putin, su portavoz oficial. Dmitri Peskov admitió ayer «pérdidas significativas» de tropas rusas; muertes que son una «enorme tragedia para nosotros».

Un puñado de palabras —con un trasfondo notable—, encadenadas en una misma frase, en inglés y en una conversación en directo con el periodista Mark Austin, de la cadena británica Skynews, que le había cuestionado por la cifra de bajas rusas. No la dio, pero tampoco dudó en deslizar que son muchas en ese arranque de la respuesta.

Mijaíl Mizintsev, coronel general del Centro de Control de la defensa nacional de Rusia

El carnicero de Mariúpol que antes pasó por Alepo

ROSA PAÍNO

La muerte, el horror, el hambre y la devastación en Mariúpol tiene un responsable: el coronel general Mijaíl Yevgenyevich Mizintsev, uno de los militares de mayor confianza de Vladimir Putin, que ha replicado en este puerto clave del mar de Azov la brutal táctica que ya impuso en Siria. Lo poco que quedó en pie de Alepo, ciudad símbolo de la resistencia de los rebeldes sirios, tras ocho interminables meses de duro asedio y bombardeos contra objetivos civiles, se parece demasiado a Mariúpol. Ni un edificio en pie —no se salvaron ni viviendas, ni escuelas, ni mercados, ni hospitales— y el saldo de muertos ascendió a más de 31.000.

Los defensores y los escasos habitantes que quedaban en Alepo se rindieron a finales del 2016 tras ser pulverizados por las bombas o el hambre. Mizintsev fue el encargado de poner en práctica la táctica rusa de tierra quemada que dio la victoria al régimen del presidente Bachar al Asad. La decisión de Putin de intervenir en Siria salvó al régimen del sátrapa sirio y supuso un gran paso hacia su objetivo de restaurar a Rusia como potencia mundial.

Con su papel en Siria, el general se ganó el favor de Putin. Después de años siendo una figura poco conocida del mando militar de Rusia, fue nombrado jefe del Centro de Control de la Defensa Nacional de Rusia, donde se planifican y controlan las operaciones militares a nivel internacional. Ahora es conocido como el carnicero de Mariúpol.

La inteligencia británica considera que el general está detrás de los bombardeos al Teatro Dramático, donde se refugiaban más mil civiles de los bombardeos, y al hospital materno infantil, en el que perecieron niños y mujeres embarazadas.

Mijaíl Mizintsev nació hace 59 años en Vologda, un pueblo localizado a unos 650 kilómetros de Moscú. Eran años en lo que la Unión Soviética plantaba cara a Estados Unidos en plena Guerra Fría. Como tantos miembros del Ejercito Rojo, en los años 80 se formó —irónicamente— en la Escuela Superior de Mando de Armas Combinadas de Kiev, antes de ser destinado a Alemania Oriental.

Con la caída de la URSS, volvió a territorio nacional para hacerse cargo, ya ascendido a general, del Distrito Militar de Transcaucasia (Armenia, Azerbaiyán y Georgia).

La pasada semana, los Gobierno de Australia y el Reino Unido incluyeron en la lista de sancionados al carnicero de Mariúpol.