Oleksandr Pronkevych: «La sensación es que vamos a ganar, pero el precio será demasiado alto»

María Vidal Míguez
maría vidal REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Oleksandr Pronkevych, autor del diario íntimo de la guerra.
Oleksandr Pronkevych, autor del diario íntimo de la guerra. Nastya Telikova

El autor del diario íntimo de la guerra de La Voz cuenta cómo es la vida en Leópolis, adonde ha huido desde Mykolaiv

20 mar 2022 . Actualizado a las 16:54 h.

Desde que empezó la guerra, Oleksandr Pronkevych (Murmansk, Rusia, 1963) ha estado contando en este periódico, a través de un diario, sus impresiones sobre el conflicto, cómo lo están viviendo los suyos, y ha tratado de explicar algunas claves históricas para que los lectores entiendan la magnitud de lo que está pasando. A pesar de que nació en Rusia, hace más de 40 años que reside en Ucrania, donde preside la Asociación de Hispanistas. Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Mykolaiv, hace unos días relataba cómo tuvo que dejar su ciudad, debido a los bombardeos, para instalarse en Leópolis, donde junto a otros colegas acaba de poner en marcha el Centro de la resistencia informativa.

—¿Cómo se encuentra?

—Estamos más o menos bien para lo que están viviendo los refugiados. Somos cuatro, mi esposa, mi hijo, su novia y yo. Hemos conseguido alquilar un piso, vivimos tranquilos, me dedico a escribir mis textos para La Voz, hablo con otros periodistas... Además, hemos alquilado una oficina, y vamos a iniciar un proyecto para hacer todo lo posible para difundir lo que está pasando en Ucrania.

—¿En qué va a consistir?

—Ofreceremos apoyo informativo a quienes nos lo soliciten. Por ejemplo, hay aspectos que los españoles no comprenden, porque esta guerra tiene mucho que ver con el ámbito cultural, la identidad nacional, la propaganda, y ahí tenemos mucho que explicar. Es un trabajo intelectual bastante serio. Nuestra intención es organizar debates, conferencias y eventos tanto de manera presencial como virtual.

—¿La vida en Leópolis transcurre el margen de la guerra?

—Sí, es una cosa un poco sorprendente. Hay gente por todos lados, parece un festival con flujos de refugiados. Por el centro de la ciudad, las calles están llenas, hay coches disponibles para turistas, no falta nada en los supermercados ni en las farmacias, el transporte público funciona... da la sensación de vida pacífica. Hay bombardeos, pero en algún polígono a las afueras, así que aquí la vida es normal.

—¿Cómo es la vida de un refugiado?

—No hay una respuesta única. Nosotros estamos mucho mejor que el resto, aunque vemos colas de refugiados para que les den alojamiento. Hay mucha gente que está aquí de paso, que para dos, tres, cinco días y luego sigue hacia la frontera, nosotros no vamos a hacerlo, porque yo no puedo salir del país, estaré aquí hasta el final. No fue difícil conseguir un piso, aunque me ha salido caro, pero no importa, estoy preparado para esta situación, tengo dinero, pero mucha gente no, no tienen ni papeles... Dicen que habrá casi cinco millones de refugiados. Imagínate, cada persona tiene su historia. Es una tragedia.

—Usted que tiene relación con el mundo de la universidad, con intelectuales... ¿Qué opinan? ¿Creen que van a ganar?

—No tenemos otra salida, la sensación es que vamos a ganar, pero el precio será muy alto, demasiado alto.

—Se refiere a muchas vidas.

—No solamente, los rusos están destruyendo completamente el país: infraestructuras, carreteras, plantas eléctricas, todo... Es tierra quemada. Es lo único que saben hacer, son orcos.

—¿Es una guerra inventada?

—Absolutamente, es una guerra inventada por ignorantes, porque Putin ha inventado una imagen falsa de Ucrania, y la ha impuesto entre la gente, que ahora cree en este mito. Es la cultura del exterminio, es un término filosófico que he inventado hoy, no quiero explicarlo en mis textos para no asustar a mis lectores con conceptos difíciles, pero en algún momento saldrá. Han construido una identidad ucraniana falsa, que repiten con la ayuda de los medios, en Rusia todo el mundo lo acepta, calla, pero es falsa, Ucrania es una nación pacífica, amable, simpática...

—¿Sigue en contacto con gente de Rusia?

—Con mi hermana, porque nos hemos prometido no romper nunca nuestras relaciones. Nuestra comunicación es una coreografía especial, son sugerencias, yo me callo, ella se calla... Nos entendemos bien.

—¿Hablan de la guerra?

—A veces, pero no tiene mucho sentido. Por un lado, Rusia está escaneando todas las comunicaciones, y por otro, ella no puede cambiar nada. Yo le escribo textos cortos, con mensajes escondidos entre las palabras, así nos comunicamos.

—¿Debe España cerrar el Instituto Cervantes de Moscú?

—No lo sé, no puedo comentar estas cosas, son cuestiones políticas, que dependen del Estado español y de la sociedad española, que son quienes deben decidir si Rusia merece el Instituto Cervantes. Mi cometido es articular el problema, pero el problema es de la conciencia moral de España. Si la sociedad española quiere y puede vivir con esto, bien.

—¿Qué ha supuesto para usted el diario que escribe de la guerra?

—Empecé a hacerlo para trabajar mi trauma, pero poco a poco me parece que lo lee mucha gente, y esto me da más energía, más oportunidades. Nunca pensé que estos textos pudieran llegar a ser conocidos, pero me escriben personas que no conozco, no sé dónde consiguen mi correo, me dicen que les resultan muy interesantes. Me dicen: «Señor, usted es un héroe». No, yo no soy un héroe, soy un pobre profesor en unas circunstancias muy duras. Estos textos me distraen, me divierten, vivir esto sin hacer nada es una tortura. Es un problema vivir el día a día durante la guerra.

—¿Es una forma de luchar?

—Absolutamente. [...].

Quiero desear que mi diario sea lo más corto posible.

Estamos en la cuarta semana