Eugenia, tras llegar a Santiago: «A la salida de Kiev dejaron el tren en total oscuridad al cruzar un bosque en el que estaban militares rusos»

O. P. SANTIAGO / LA VOZ

INTERNACIONAL

Sentadas en el centro, las tres refugiadas ucranianas que llegaron la noche del sábado a Santiago, con su familia en Teo
Sentadas en el centro, las tres refugiadas ucranianas que llegaron la noche del sábado a Santiago, con su familia en Teo Sandra Alonso

La refugiada ucraniana, que se reunió el sábado con familiares asentados en Teo desde hace tres años, relata el momento de mayor temor del viaje desde Ucrania

14 mar 2022 . Actualizado a las 22:29 h.

Daria Kozhushko, de 20 años, llegó a España hace tres con sus hermanas, su madre y su abuela materna. Vive en Os Tilos (Teo), tras salir de Kiev por la tensa situación que ya se vivía en la capital ucraniana: «Nosotras no pensamos que la guerra haya empezado ahora. Hace años había ya mucha gente armada y muy agresiva, por lo que decidimos salir de Ucrania». Desde la noche del sábado, su piso de cuatro habitaciones acoge también a su prima Eugenia (21 años), la ahijada de su madrem Arina (9) y la tutora legal de esta última, Tatiana (53). Ellas salieron de cerca de Kiev el sábado día 5, y tras una semana de viaje llegaron a la terminal ferroviaria de Santiago. Fue la madre de Daria quien las animó a venirse con ellas para Galicia: «Cada día escuchaban muchos disparos, y toda la zona sufrió muchos bombardeos», cuenta Daria tras un reencuentro de emociones contrapuestas: «Con mucha alegría, pero también con la preocupación y el miedo por la familia que se quedó allá», como su padre, sus abuelos paternos, dos tías. Daria añade que tienen un sentimiento «como de vergüenza por haber conseguido salir de Ucrania pero dejando allí a madres, padres, hermanos».

Eugenia, que prefiere no desvelar su apellido, señala que un bombardeo ruso les impidió tomar el primer tren en que pensaban marcharse. En el segundo intento tomaron un convoy para abandonar una capital que acusaba las consecuencias de nueve días de guerra, con puentes de acceso volados (en una acción de los propios ucranianos para evitar la entrada de los rusos). Vieron la devastación de «la cercana ciudad de Irpin, muy bombardeada y muy destruida», traduce Daria. Su prima relata el momento de mayor temor del viaje: «Fue la noche que salíamos de Kiev. Apagaron las luces del tren y nos ordenaron que apágasemos absolutamente todo lo que tuviésemos, de móviles a relojes electrónicos si llevábamos, para estar en total oscuridad porque estábamos pasando por un bosque donde estaban militares rusos con su armamento preparado, y podrían disparar al tren sin dificultad. Viajaban muchas mujeres embarazadas y muchos niños en aquel viejo tren».

Tras alcanzar la frontera con Rumanía, Eugenia, Arina y Tatiana contaron con la ayuda de un voluntario que las llevó a una estación para subirse a otro tren hacia Bucarest. La mediación de Enrique Iglesias, presidente de Nenos de Ucraína e Galicia, fue clave para movilizar esa red de contactos. En la capital rumana, otra voluntaria, Oana, las acogió en su domicilio y pudo comprarles con dinero enviado desde España billetes de autobús hasta Madrid, donde hicieron noche el viernes, hasta que el sábado pudieron reencontrarse con su familia afincada en Teo: «De momento vamos a estar las nueve en el piso. Somos muchas», dice Daria con una sonrisa mientras hace el recuento, ya que otra de sus hermanas vive en Santiago.

Los ocho billetes de Cracovia a Oporto, perdidos

De otra parte, los ocho billetes que ofrecía la santiaguesa Lucía Castañeda para que ocho refugiados pudiesen viajar desde Cracovia a Oporto con Ryanair esta mañana se perderán. En el chat de clientes de Ryanair en España denegaban ayer el cambio de viajeros, argumentando que al haber pasado ya la fecha del vuelo de ida era imposible hacerlo. Tampoco tuvo éxito AGA-Ucraína con el centro de crisis de Ryanair en Polonia, para intentar traer a tres niñas.