Ahora le toca lidiar con la invasión rusa de Ucrania, de la que había advertido repetidamente aunque pocos le creían, pero ante la que tiene las manos atadas en cuanto a la respuesta militar se refiere. No va a entrar en guerra con Rusia, entre otras cosas porque la amenaza de la Destrucción Mutua Asegurada juega a favor del nuevo zar de Moscú.
Putin va ganando la partida
La Casa Blanca ha pasado de tener un inquilino amigo de Vladimir Putin, que interfirió en su favor en las elecciones del 2016, a un enemigo que solo tiene el arma de las sanciones para golpearlo mientras sus tropas toman Kiev. A sus 79 años, trata de dar una imagen de fortaleza y firmeza, pero de momento el autócrata ruso le va ganando la partida porque está en camino de controlar Ucrania y de imponer un gobierno títere. Los analistas coinciden en que las sanciones, que Biden ha asegurado serán más devastadores que los misiles y las balas del ejército ruso, no disuadirán a Putin y sus efectos se notarán solo a medio y largo plazo. El exespía del KGB está preparado para resistir aun a costa de la caída en picado del nivel de vida de los rusos. «Nos aseguraremos de que Putin será un paria en la escena internacional», afirma Biden. Pero Putin se ha cubierto las espaldas con un idilio sin precedentes con China y sus tradicionales aliados, que le permanecen fieles.