Joe Biden: Maniatado e impotente ante el brutal desafío ruso

INTERNACIONAL

Su biógrafo describió su vida como un viaje de giros improbables. Ahora le toca lidiar con la invasión rusa, aunque no va a entrar en guerra, entre otras cosas porque la amenaza de Destrucción Mutua Asegurada juega a favor de Putin

27 feb 2022 . Actualizado a las 08:43 h.

En 1988 Joe Biden estuvo a punto de morir, tirado inconsciente en el suelo, a causa de un aneurisma cerebral. Llamaron a un sacerdote para que le diera la extremaunción Tardó siete meses en recuperarse. «Ese instante refleja el patrón que ha definido su vida entera. Un viaje de giros improbables, algunos de una suerte espectacular y otros de una crueldad inconcebible», escribe su biógrafo Evan Osnos en Joe Biden. Una nueva era. En el capítulo de lo más horrible, además de ese episodio, sobre todo la muerte, en 1972, en accidente de tráfico de su mujer y su hija, que le llevó al borde del suicidio. En el del azar, el hecho de que la histriónica, divisiva y lamentable presidencia de Donald Trump le pusiera en bandeja la Casa Blanca. Una y otra vez, a lo largo de su trayectoria política, desafió las predicciones de que su carrera había acabado. Hasta llegar a lo más alto.

Cualquiera era mejor que el magnate estrambótico. Y nadie más oportuno para rebajar la tensión de un país tan polarizado como un demócrata moderado, pragmático, con justa fama de ser capaz de lograr consensos con la oposición y una larguísima trayectoria política (36 años como senador y ocho de vicepresidente de Barack Obama). No importaba que careciera de carisma, al contrario, era una ventaja tras los excesos narcisistas de su antecesor, que acabó promoviendo el asalto al Capitolio.

Tras unos cien primeros días de vértigo en los que parecía un nuevo Roosevelt con su gigantesco plan de estímulos de 1,9 billones de dólares, llegó el frenazo, acorralado por la pandemia, la inflación galopante y la crisis energética, y torpedeado por los republicanos de forma sistemática, que han paralizado su ambiciosa agenda reformista. En política exterior, el fiasco de la caótica retirada de Afganistán el pasado agosto, dejando el poder en manos de los siniestros talibanes, dañó su reputación. Cuando se cumplía un año de mandato su popularidad estaba en su momento más bajo, con una tasa de aprobación de solo el 40% de los estadounidenses.

Ahora le toca lidiar con la invasión rusa de Ucrania, de la que había advertido repetidamente aunque pocos le creían, pero ante la que tiene las manos atadas en cuanto a la respuesta militar se refiere. No va a entrar en guerra con Rusia, entre otras cosas porque la amenaza de la Destrucción Mutua Asegurada juega a favor del nuevo zar de Moscú. 

Putin va ganando la partida

La Casa Blanca ha pasado de tener un inquilino amigo de Vladimir Putin, que interfirió en su favor en las elecciones del 2016, a un enemigo que solo tiene el arma de las sanciones para golpearlo mientras sus tropas toman Kiev. A sus 79 años, trata de dar una imagen de fortaleza y firmeza, pero de momento el autócrata ruso le va ganando la partida porque está en camino de controlar Ucrania y de imponer un gobierno títere. Los analistas coinciden en que las sanciones, que Biden ha asegurado serán más devastadores que los misiles y las balas del ejército ruso, no disuadirán a Putin y sus efectos se notarán solo a medio y largo plazo. El exespía del KGB está preparado para resistir aun a costa de la caída en picado del nivel de vida de los rusos. «Nos aseguraremos de que Putin será un paria en la escena internacional», afirma Biden. Pero Putin se ha cubierto las espaldas con un idilio sin precedentes con China y sus tradicionales aliados, que le permanecen fieles.

«El fracaso es inevitable en algún momento de la vida, pero darse por vencido es imperdonable», dijo en la Convención Nacional Demócrata del 2008. Es claro que no se dará por derrotado, pero la perspectiva de ver a Putin como dueño y señor de Ucrania sería devastador para el «líder del mundo libre». Además, China está tomando buena nota de lo que está pasando para pasar al ataque en Taiwán.