Olena Oliynik, ucraniana en Ribeira: «Ambos países somos hermanos, tenemos a nuestras familias entrelazadas, nada tiene sentido»

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Olena Oliynik, ucraniana en Ribeira, muestra una foto de su hijo acompañado de sus abuelos, que sacó en su última visita a Ucrania
Olena Oliynik, ucraniana en Ribeira, muestra una foto de su hijo acompañado de sus abuelos, que sacó en su última visita a Ucrania CARMELA QUEIJEIRO

La crisis económica motivó su adiós a las calles de Lviv hace dos décadas, pero que jamás creyó que las bombas resonarían a las puertas de la que casa en la que nació

24 feb 2022 . Actualizado a las 15:55 h.

Con el corazón en un puño y el teléfono operativo las 24 horas del día. Así vive Olena Oliynyk (Lviv, 1976) el inicio de la guerra en Ucrania. Aunque este 2022 cumplirá ya 20 años como vecina de Ribeira, mantiene a buena parte de su familia en su tierra. Allí está su madre, su padre, y sus hermanos de 44 y 35 años: «Dijeron que movilizarán militarmente a todas las personas de entre 18 y 60 años. Tengo dos sobrinos, de 24 y 12 años, y tengo miedo por ellos». «Ucranianos y rusos somos hermanos, tenemos a nuestras familias entrelazadas, nada tiene sentido», explica con un hilo de voz mientras vuelve a revisar el teléfono para comprobar si su madre se ha puesto en contacto con ella: «Hablé a la mañana con ella, pero ahora les han cortado Internet. Hay pánico, nuestra ciudad queda en la frontera con Polonia, pero también la han bombardeado. Me ha dicho que sobre las cinco de la madrugada cayeron cinco misiles, que destruyeron el aeropuerto y zonas militares». 

Después de la anexión rusa de Crimea y del inicio del conflicto armado que desde el 2014 se centra en las regiones de Donetsk y Lugansk, Olena Oliynyk creía que los problemas nunca llegarían a la parte más occidental de Ucrania, que queda a la izquierda del río Dniéper: «Donetsk y Lugansk son más prorrusas, todos hablan ruso. Pensé que el conflicto se quedaría ahí, pero se han registrado bombardeos por todo el país». «La gente está tocada, no sabemos que hacer, las fronteras están cerradas. Me veo impotente, no veo a mi madre llevando una silla de ruedas con 70 años para entrar en Polonia. No sé cómo se ha llegado a este extremo, todo es política y se olvidan del drama que afecta a las familias y a los chicos jóvenes». 

Destaca que ella dejó atrás Ucrania por la crisis económica, pero reconoce que esta situación es incluso mucho peor: «No sé cuando podremos volver. Los mayores no quieren moverse de allí. Mis hermanos han hecho su vida allá. Nuestro país va a acabar reducido a la nada. ¿Quién dice que otros países no van a reclamar zonas de Ucrania que consideran que los pertenecen, como puede ser el caso de Hungría? Los jóvenes se están marchando, o los han alistado o se han ido a otros países de Europa». El futuro de su tierra, junto al día a día de su familia, son las preocupaciones que le aprietan y encogen el pecho. «No puedo dormir, la única solución que le veo es que se haga un referendo y que la Unión Europea acepte el resultado», cierra Olena Oliynyk, que confía en poder despertarse de una pesadilla que ha llevado la guerra a las puertas de la casa en la que nació.