Por ello, Amnistía Internacional ha puesto en marcha una acción en Internet para recoger firmas a favor del respeto de los derechos de las mujeres y las niñas, con el objetivo de presentar esta propuesta a Rusia y Pakistán, dado que son dos países con «influencia» sobre la situación.
Asimismo, ha destacado el impacto de las sanciones, que provocaron el impago de sueldos a funcionarios tras la suspensión de la entrega de ayuda internacional, y ha subrayado que «la ausencia de ayuda humanitaria pone contra las cuerdas a las familias».
«Hay un entramado de violaciones de los derechos humanos y realmente es un caso muy agudo que nos enseña cómo todos los derechos humanos tienen relación y son interdependientes», ha manifestado, antes de subrayar que «tiene que llegar ayuda porque si no, simplemente, los afganos se van a morir».
De esta forma, ha reclamado la apertura de fronteras y la creación de corredores humanitarios para permitir la salida del país de aquellas personas que lo deseen, así como la no devolución de afganos e investigar los hechos sobre el terreno. «Lo que puede poner fin a las violaciones de derechos en Afganistán es que se sepa lo que está pasando allí», ha zanjado.
Crisis económica «brutal»
El ahondamiento de la crisis llevó a la ONU a lanzar en enero un llamamiento para recaudar más de 4.400 millones de euros para entregar ayuda a 22 millones de personas en el país y a otros 5,7 millones de refugiados afganos en cinco países de la región. Sin embargo, la comunidad internacional se enfrenta al problema de que el dinero y los recursos no lleguen realmente a la población y acaben siendo aprovechados por los talibanes.
En este sentido, José Mas Campos, responsable de la unidad de Emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF), ha resaltado que la «situación en Afganistán no hace sino cumplir muchos de los vaticinios que ya esperábamos». «La crisis económica tan brutal que se ha desatado a raíz de muchas de las medidas y sanciones impuestas provoca que cada vez haya menos empleo, cada vez haya menos dinero corriente en las calles, con lo cual los precios están disparándose y la gente tiene menos capacidad adquisitiva», ha explicado.
Así, ha detallado que «la inseguridad alimentaria y la malnutrición que lleva aparejada, sobre todo en los niños, es algo que lamentablemente estamos pudiendo observar en nuestros hospitales», con una cifra de ingresos de niños desnutridos «bastante más elevada» que la de los años anteriores.
«A la malnutrición hay que añadir epidemias de sarampión, que también estamos viendo, o el conocido efecto del invierno en las infecciones respiratorias, con un pico de neumonías que nos obliga a tener a veces dos y tres niños por cama dentro del hospital porque es muy difícil dar abasto», ha indicado.
De esta forma, ha manifestado que «la falta de otras organizaciones que estén trabajando en el sistema de salud obliga a los hospitales de MSF a estrechar y expandir hasta los límites que nos es posible las capacidades de acogida», una situación agravada por el recorte de la ayuda internacional durante los últimos meses.
Así, ha recordado que el sistema de salud antes de la toma del poder de los talibanes ya contaba con una «infrafinanciación» y con la falta de empleados y medicamentos, si bien ha recalcado «a día de hoy, el sistema de salud está en circunstancias todavía más empobrecidas».
En el caso concreto del centro de MSF en Jost, la organización se vio obligada entre agosto y octubre a expandir los criterios de admisión para atender a mujeres embarazadas, lo que derivó en que durante ese tiempo «el 50 % de los partos institucionales de toda la provincia se produjeron en nuestro hospital».
Por último, ha indicado que MSF lleva más de 40 años trabajando en el país y ha añadido que la toma del poder por parte de los talibanes no ha llevado aparejados cambios, sin que haya previsto que la situación pueda revertirse. «Por eso en MSF nos preparamos para seguir e incluso si fuera posible aumentar nuestras operaciones en el terreno en Afganistán en los próximos tiempos», ha apostillado.