Walter Lippmann, de bautizar la Guerra Fría a publicar sus crónicas en La Voz

Jesús Flores Lojo
Jesús Flores REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

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Ya nos habíamos acostumbrado a escuchar la expresión cuando se hablaba de «la guerra fría entre Sánchez y Casado». Pero la crisis de Ucrania nos devuelve ahora al auténtico concepto de Guerra Fría que acuñó en 1947 Walter Lippmann. Las crónicas del periodista y consejero de varios presidentes estadounidenses aparecieron en La Voz durante casi veinte años.

02 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1947, Walter Lippmann ya había acuñado su famosa frase «las exclusivas de hoy envolverán el pescado de mañana». Ese año, este sagaz analista político, con un impresionante acceso a los centros de poder, publicó su libro The Cold War y popularizó la expresión Guerra Fría que ha llegado a nuestros días con todo su vigor. Porque Francis Fukuyama anunció aquello del fin de la historia con la caída de los regímenes comunistas a finales de los ochenta, pero las miradas a cara de perro entre Rusia y Estados Unidos en las últimas semanas se resisten a darle a este último toda la razón.

Vuelta a los viejos tiempos, dicen algunos, vuelta a marzo de 1951, por ejemplo, cuando La Voz revelaba el supuesto plan del general MacArthur para frenar las ansias expansionistas de Rusia: «Cargar 500 aeronaves con bombas y presentarle a Stalin un ultimátum». Estos primeros días del 2022 la mirada del discutido Lippmann (se le acusa de estar demasiado cerca de las élites («La política no puede depender de los cambios de la pasión popular», sostenía en uno de sus artículos en el periódico».Y también de distanciarse de cuestiones como el Holocausto, pese a a ser judío: lo suyo era el debate sobre el aislacionismo o el intervencionismo) se nos muestra con total vigencia. Atrás quedaron Vietnam, la contracultura y las pelis de americanos buenos y rusos malísimos, pero la crisis de Ucrania revela que en lo básico muy poco ha cambiado en las reglas del orden global. Como si el combate entre Rocky e Iván Drago continuase en un asalto eterno.

Iván Drago
Iván Drago LVG

En diciembre de 1947, el corresponsal de La Voz en Washington, Manuel Casares, escribía con los primeros ecos de las tensiones tras la gran contienda mundial: «La guerra fría, como la llama el escritor Walter Lippmann, se puede convertir en cualquier momento en una guerra caliente. Tan caliente como la temperatura de alto horno que producen las bombas incendiarias (...) A Norteamérica solo le queda una de dos alternativas: detener a Rusia en su marcha expansiva por Europa y Asia o retirarse al refugio de su continente salvaguardado por los dos mares que lo rodean».

Casares apostaba por la primera de ellas. El problema era cómo abordar tan delicada cuestión. En los casi veinte años de artículos de opinión, crónicas y entrevistas firmadas por Walter Lippmann en nuestro periódico («el primer periodista del mundo», lo calificaba la revista Time cuando empezó a colaborar con La Voz en 1950), nos encontramos su visión sobre lo que en su día le había aconsejado al presidente Wilson, del que fue asesor, y que este había repetido en sus discursos: una paz sin victoria.

Como presentación de su nueva firma, La Voz relataba en diciembre de 1950: «Walter Lippmann, un anticomunista convencido, parte del principio de que los Estados Unidos poseen una potencia gigantesca. Sostiene que el resto del mundo occidental debe concentrar con ellos sus esfuerzos. En esta fuerza disuasoria es donde deben concentrarse las esperanzas de paz».

Es lo que el historiador Javier María Donézar resumió así en su momento: «Se trata de un estado intermedio, entre una paz verdadera y una guerra verdadera. Es ni guerra ni paz, pero sí vigilancia mutua».

El 12 de enero de 1961, Lippmann titulaba así su crónica en La Voz: «Cómo los Estados Unidos pueden ganar la Guerra Fría». Y entraba en detalles: «Si el senador Goldwater y otros conociesen algo más la historia del siglo XX se darían cuenta de que lo que quieren que hagan los EE.UU. y sus aliados es, una vez más, la capitulación incondicional del adversario. La reducción de la amenaza de la guerra contribuirá a aflojar la garra de la Unión Soviética sobre los países satélites». «Simple paciencia y firmeza —continuaba— no bastan. Son indispensables, sin embargo. Mas debe haber también una habilidad de estadista capaz de prever el futuro alcanzable y de rememorar las lecciones del pasado». Los artículos que Lippmann publicó bajo el epígrafe Today &Tomorrow en la prensa más prestigiosa de EE.UU. y que también aparecieron en La Voz son un relato en directo de una historia que sigue empeñada en escribir nuevos capítulos. Volviendo ahora a algunos de ellos se siente el aliento de los espías de John le Carré cerca de la nuca.