El ataque contra la cárcel de Ghueiran ha traído además a la memoria la estrategia inicial del Estado Islámico con la operación Rompiendo los Muros entre el 2012 y el 2013, que permitió liberar a muchos de sus líderes a través de una serie de fugas que reforzaron sus filas y permitieron una ofensiva relámpago en el 2014 en Irak que posteriormente se expandió a Siria.
El tamaño de la ofensiva, que contó con la participación de 200 terroristas suicidas, según las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), revela que el grupo se ha preparado durante tiempo para lograr armas, milicianos y capacidades.
The Soufan Center indica que incluso «podría sugerir el inicio de una ofensiva a mayor escala del grupo, destinada no a retomar partes de territorio, sino a ganar impulso y fomentar la inestabilidad en el Levante». «Los ataques son un claro intento de reclutar a nuevos miembros y reactivar redes casi dormidas en la región», explica.
La situación en las cárceles de Siria
Las prisiones gestionadas por las FDS en Siria han sido motivo de preocupación durante los dos últimos años debido al inadecuado estado de las instalaciones y su vulnerabilidad ante posibles ataques y revueltas por parte de los yihadistas.
Así, las FDS, cuyo componente principal es la milicia kurda Unidades de Protección Popular (YPG) y que cuentan con el apoyo de la coalición internacional, han protestado en numerosas ocasiones por la falta de apoyo y han pedido a los países extranjeros que repatríen a sus detenidos.
En este sentido, han criticado además las múltiples ofensivas rebeldes -con apoyo de Turquía- en el norte de Siria y han advertido que esta situación provocaba el desvío de efectivos hacia las líneas de frente y debilitaba la seguridad en estos centros de detención.
Las FDS destacaron recientemente en un comunicado que las autoridades kurdas «asumieron la responsabilidad [de mantener a los presos] de forma competente y eficiente» y denunciaron «conspiraciones» por parte de «países vecinos» que trabajaron para «usar al Estado Islámico para difundir nuevamente el caos».
Los centros y campamentos de desplazados acogen a miles de personas, principalmente evacuadas de Baghuz tras la derrota de Estado Islámico, incluidos familiares de yihadistas o sospechosos de pertenecer al grupo, en unas condiciones que han provocado críticas de organismos y organizaciones humanitarias internacionales.
De hecho, la portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Ravina Shamdasani, indicó el martes que los reos «están en condiciones de sobrepoblación, no tienen acceso a atención médica adecuada y no pueden ver a sus familias» y destacó la importancia de que «los países de origen repatríen a sus nacionales, especialmente mujeres y niños».
Los combates siguen activos
Así, tras seis días de combates los enfrentamientos siguen activos en la cárcel y sus alrededores a pesar de las operaciones de las fuerzas kurdas y los bombardeos de la coalición, en una muestra del despliegue de fuerza de los yihadistas.
Ante esta situación, el comandante del la misión Resolución Inherente, John Brennan Jr., publicó el domingo un comunicado para negar que el Estado Islámico haya logrado un éxito. «En su desesperado intento de mostrar relevancia, el Estado Islámico ha dictado una sentencia de muerte para muchos de los suyos que participaron en este ataque», dijo, antes de expresar su confianza en que esto no suponga una «amenaza significativa» para Irak o los países de la región.
Sin embargo, Colin Clarke, investigador de The Soufan Center, ya había indicado a principios de enero en declaraciones a Voice of America que el aumento de los ataques podría estar mostrando «un lento crecimiento» del grupo yihadista. «Es un grupo altamente oportunista. Van a mirar cómo explotar los fallos y errores de otros Gobiernos en la región», dijo, antes de agregar que el Estado Islámico «tiene muchos enemigos». «Todo el mundo está contra el Estado Islámico, lo que el grupo usa en su propaganda para reclutar tropas y mantener la moral», arguyó.
Por su parte, el presidente del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, Rami Abdulrahman, hizo hincapié en que durante el año pasado hubo «un rápido aumento» de los ataques del grupo.