La oposición cobra fuerza en Venezuela tras la histórica victoria en Barinas

pedro garcía otero CARACAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

El gobernador electo de Barinas, Sergio Garrido
El gobernador electo de Barinas, Sergio Garrido Rayner Peña R. | Efe

El chavismo perdió en la «cuna de la revolución» tras la repetición electoral

10 ene 2022 . Actualizado a las 21:46 h.

La artimaña de inhabilitar a Freddy Superlano, ganador en el estado de Barinas en las elecciones regionales de noviembre en Venezuela, le ha salido mal al régimen de Nicolás Maduro. Si Superlano ganó las elecciones a Argenis Chávez (hermano del difunto Hugo Chávez) por un puñado de votos, menos de 300, quien tomó el testigo del candidato opositor, Sergio Garrido, le sacó más de 40.000 papeletas de ventaja al candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el exministro de Exteriores Jorge Arreaza, en la repetición de los comicios el domingo.

No le funcionó al chavismo la estrategia de que el estado natal del fallecido líder de la revolución bolivariana fuera durante el mes y medio entre elecciones «la capital de Venezuela», como en su momento denunció con ironía el nuevo gobernador de Barinas (el primero que en 20 años no lleva el apellido Chávez y es opositor), y que durante 45 días Barinas tuviera gasolina, no sufriera apagones y se repartiera comida a lo largo y ancho de su territorio, una de las regiones más empobrecidas de Venezuela.

Tampoco que, en previsión de un resultado cerrado que condujera a disturbios opositores, la Fuerza Armada Nacional enviara 24.000 hombres a la repetición de las elecciones, seis veces la cifra promedio que el militarizado Plan República, custodio de los procesos electorales en Venezuela, suele enviar a un estado de la población y dimensiones de Barinas, que está ubicado en los Llanos, a unos 600 kilómetros al sur de Caracas.

«Esta victoria es de Dios, es del pueblo de Barinas y es de la Unidad [opositora]», señaló un exultante Sergio Garrido minutos después de que Arreaza reconociera su derrota, antes de los primeros resultados del Consejo Nacional Electoral (CNE).

El CNE volvió a quedar en entredicho ante la opinión pública por su retraso en proclamar al candidato que había ganado en una elección con menos de 350.000 votantes y en la que Garrido obtuvo una ventaja de 15 puntos y la mayoría absoluta de 56 % de los sufragios. Superlano (ahora su jefe de campaña) definió esta victoria como «ejemplo» de cómo la oposición puede «salir de los obstáculos en unidad».

El candidato del PSUV, quizás por la claridad del resultado (que todos los sondeos preveían más ajustado), admitió en sus redes, cuando el resultado ya era vox pópuli pero no oficial: «No hemos logrado el objetivo (...) seguiremos protegiendo al pueblo barinés desde todos los espacios». Y este lunes pidió a los opositores: «Como dijo Chávez en el 2007, administren bien su victoria».

El chavismo, debilitado

Hace 15 años, al perder el referendo por la reforma constitucional, el exmandatario calificó de «victoria de mierda» el triunfo opositor, liderado por dirigentes estudiantiles entre quienes se encontraba un jovencísimo Juan Guaidó, hoy líder principal de la oposición venezolana.

Aunque arrasó con los cargos en las elecciones regionales ante una oposición dividida, el chavismo queda debilitado tras obtener el menor apoyo electoral de su historia. En tanto, la oposición integrada en la Mesa de la Unidad Democrática, que agrupa a la mayoría de los dirigentes proscritos administrativamente, a espera de juicio, sale más fortalecida tras los contundentes resultados en lo que la propaganda chavista define como «la cuna de la revolución bolivariana».

Guaidó, por su parte, llamó este lunes al régimen a liberar a los presos políticos, establecer un calendario electoral y volver a la mesa de negociación auspiciada por la Unión Europea en México. «Lejos de los egos, la unidad recuperará la democracia en Venezuela», un mensaje indirecto a Henrique Capriles y Leopoldo López, principales dirigentes opositores.

El triunfo de un devoto católico curtido en la política local

p. g. o.

«Toda la política es política local», dice un viejo adagio norteamericano. Si alguien lo sabe es Sergio Garrido, un modesto dirigente regional barinés que, tras su triunfo en la repetición de las elecciones en el estado de Barinas, ha pasado de ser un virtual desconocido para los venezolanos a estar en el ojo de la atención internacional este lunes.

Hace dos meses, tras las elecciones regionales en Venezuela, y cuando Freddy Superlano, ganador de la gobernación de Barinas, fue inhabilitado después por el Tribunal Supremo de Justicia, Garrido no era ni siquiera el segundo nombre en la lista de posibles candidatos para la repetición electoral por parte de la oposición, a pesar de que era el parlamentario regional más votado en los comicios del estado.

En un primer intento, la oposición trató de postular a Aurora Silva, la esposa de Superlano, pero ella está inhabilitada también, por motivos que la Contraloría General de la República ni siquiera se dignó a explicar; posteriormente también se enteraría de que el parlamentario barinés Julio César Reyes estaba igualmente inhabilitado.

Solo entonces, los dirigentes opositores se volvieron a mirar a Garrido, conductor de un exitoso programa radiofónico en la región (que el régimen le cerró en diciembre), y quien ya había sido presidente del concejo municipal de Barinas, la capital homónima del estado, y se disponía a convertirse en presidente del Consejo Legislativo (Parlamento) de ese territorio.

Sempiterno militante de Acción Democrática, partido histórico de la democracia venezolana, y católico devoto, Garrido nació en 1967 y ha pasado toda su vida en Barinas, lo que representaba un fuerte contraste con su contendiente, Jorge Arreaza, a quien se le criticaba por haber llegado a intentar ser gobernador sin conocer el estado.

«[Ahora] queremos sumar la mayor cantidad de voluntades para construir y ayudar a superar los obstáculos y problemas que padecemos en Barinas», señaló Garrido, que tiene ante sí el reto de gobernar con la maquinaria del poder central en contra.