Pensiones y deuda de los hogares son los grandes desafíos de Boric en Chile

héctor estepa SANTIAGO DE CHILE / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

La profesora Rosa Nibania, que volvió a trabajar tras su jubilación
La profesora Rosa Nibania, que volvió a trabajar tras su jubilación Héctor Estepa

Miles de mayores se ven obligados a seguir trabajando para sobrevivir

02 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En el pequeño apartamento apenas caben una cama de matrimonio, una mesita y un sillón reclinable. La cocina es americana, pero ni siquiera tiene barra. No cabría en el estrecho pasillo donde están situados los fogones y la nevera. Rosa Nibania, de 72 años, imparte clases en un colegio de primaria a través de Internet desde la pequeña mesita, mientras su hijo Jorge estudia en el sillón. Ahí dormirá también el joven esta noche, como todas las noches, desde hace dos años.

Madre e hijo comparten el pequeño piso, en el centro de Santiago, que Rosa paga tras verse obligada a volver a trabajar. No es un caso único. Unos 570.000 adultos mayores trabajan en el país. Son más del 6 % de la fuerza laboral y el 66 % lo hacen por necesidad, al recibir unas pensiones ínfimas del muy criticado sistema privado de jubilación chileno.

«Cuando me dijeron cuánto iba a ser mi pensión, me quedé en shock», asegura Rosa. Cobraba unos 1.240 euros mensuales al cambio desde pesos chilenos. La pensión, ya añadido el bono solidario que paga el Estado, se le quedó en 206 euros. Después de enviudar, no tuvo más remedio que volver a dar clases.

Ella puede considerarse, por exagerado que parezca, afortunada. Trabaja desde el ordenador en su casa. Otros adultos mayores no tienen esa formación y se desempeñan como reponedores y cajeros en supermercados, o por cuenta propia vendiendo mercancías en la calle.

El sistema de pensiones, instaurado en la dictadura —excepto para el Ejército—, basado en la capitalización individual y gestionado por las muy cuestionadas Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) fue una de las causas del estallido social del 2019. A los chilenos se les prometió hace 40 años que se jubilarían con un 80 % de su salario, pero la media es inferior al 30 %.

Gabriel Boric, presidente electo, es partidario de crear un sistema de seguridad social que acabe con el actual modelo privado, pero fue moderando su posición en la campaña de cara a la segunda vuelta de las elecciones del 19 de diciembre. No es sencillo, como la mayoría de reformas que ha prometido el líder izquierdista, que llega al poder con un programa de cambio muy ambicioso.

Las AFP manejan carteras con un valor equivalente al 75 % del PIB del país. Son sistémicas y cualquier modificación rupturista podría generar una crisis económica. La mayoría de los políticos chilenos creen que hay que modificar el modelo, pero no se ponen de acuerdo en cómo hacerlo.

«Seguiré en mi empleo hasta que tenga fuerzas», dice Rosa. «Las personas mayores no deberían trabajar, porque ya entregaron todas sus energías. Un jubilado tiene que descansar y disfrutar de cosas que no pudo hacer antes, como salir y pasear. Pero con la pensión que se recibe no se sobrevive», añade.

No es el único aspecto de la economía que generó el estallido. Los hogares chilenos son los más endeudados de América Latina. El porcentaje de ingreso destinado a cubrir lo que se debe llegó a subir al 75,4 % en el primer trimestre del 2020. Chile es un país caro y muchos se ven abocados a contraer deudas para cubrir sus necesidades.

El periodista Sergio Luco
El periodista Sergio Luco Héctor Estepa

Uno de los mayores focos de endeudamiento es la educación superior. Estudiar en la gran mayoría de las universidades es caro. Parte de los alumnos tienen acceso a gratuidad, pero quienes no pueden, o no llegaron a tiempo a acogerse a la medida, tienen que desembolsar mucho dinero. Estudiar biología en una universidad pública, por ejemplo, puede costar 23.000 euros. Si uno se endeuda para acceder, puede acabar pagando un monto mucho más elevado, intereses incluidos.

«Es una profunda decepción. Nada de lo que me prometieron se cumplió. Yo me endeudé por un futuro mejor. Ahora cobro 400 euros en mi trabajo. Estoy de prestado en casa con mi padre y un amigo. Les ayudo con el Internet, el gas, la comida, el aseo, y ya, porque me quedo sin plata», comenta a La Voz Sergio Luco, un periodista que ha dejado de pagar su deuda porque, de abonarla, no tendría para vivir. Hay unos 400.000 estudiantes en su situación, según la Fundación Sol.

Boric defiende la condonación de la deuda universitaria, pero está por ver si la propuesta gana adeptos en el dividido Congreso, que dificultará la aprobación de sus medidas más ambiciosas.