La mayoría de los medios italianos no dedicaron mucha atención a la huelga, pero en las calles las personas tenían mucho que decir. En el centro histórico de Vicenza, una ciudad industrial del norte, Carlo, gerente de una empresa local, dijo a La Voz: «La CGIL es un sindicato extremista, no veo la razón de las protestas». En la céntrica Piazza dei Signori, Roberto, un obrero siderúrgico que apoya a la CGIL, afirmó: «El Gobierno no presta ninguna atención a los trabajadores. Pero lo que me indigna no es Draghi, sino el Partido Demócrata [PD], que ya es un partido de derechas».
Aunque es muy activo en las redes sociales, Enrico Letta, secretario del PD (centroizquierda), ayer evitó comentar la huelga. Tampoco hubo declaraciones por parte de los canales oficiales del partido. «El paro es contra las políticas del Gobierno liderado por Draghi, y la tarea de un partido como el PD, que forma parte del Gabinete y del que procede el ministro de Trabajo, no debería ser expresarse en las redes sociales, sino fomentar el diálogo entre el Ejecutivo y los sindicatos», dijo Emanuele Felice, economista y reconocido intelectual progresista. «Creo que la huelga es una medida excesiva y que, al no ser de todos los sindicatos, corre el riesgo de ser contraproducente».