—Fidel Castro estaba interesado en que el papa Juan Pablo II visitara Cuba, y el papa envió al cardenal de Nueva York, John O'Connor, para que negociara la visita a cambio de la liberación de presos políticos de militancia católica como nosotros.
—Entonces, 1988, ya se instaló en Miami. Y hasta hoy.
—Sí, allá nos fuimos tantos cubanos que en Miami casi solo se habla español, muy poco inglés.
—¿Cómo ve la situación actual de Cuba en particular y de América Latina en general?
—Con mucha esperanza. El pueblo cubano ha dado muestras de rebeldía, de que no quiere seguir viviendo bajo el régimen comunista, un sistema que ha sido horrible para la población en lo económico, lo social, lo cultural...
—¿Cómo cree que llegará el final de la que ya es una de las dictaduras más largas de la historia?
—La dictadura soviética duró 70 años y las de países de Europa Oriental como Polonia o Checoslovaquia cuarenta y tantos... Liberarse de los sistemas comunistas es bien difícil. El peligro es latente, los comunistas siempre están al acecho para tomar el poder, y si lo toman, es dificilísimo sacarlos.
—¿Pero ve posibilidades de que el castrismo llegue pronto a su fin?
—Sí, Internet y las redes sociales rompieron una columna de censura, el pueblo cubano vivía dentro de una burbuja, no sabía lo que pasaba en el mundo. La mayor parte de la población cubana no ha conocido la libertad, porque ya nació bajo la dictadura, pero ahora, con Internet y los medios sociales, han visto el mundo, han visto la libertad y han visto que hay un mundo mejor, de ahí las protestas del 11 de julio, cuando el pueblo salió a la calle a pedir libertad. Tienen hambre, pero no piden comida. Necesitan medicinas, pero no piden medicinas. Tampoco piden vacunas, lo que pide es libertad, el fin del comunismo.
—¿No suena anacrónico esto de la amenaza comunista?
—Anacrónico es, pero ese anacronismo sigue vigente. Lo tiene en Cuba, lo tiene en Venezuela, lo tiene en Nicaragua, ahora está amenazando en Perú, tiene posibilidades en otros países... Es un peligro latente, incluso yo lo veo en la propia Europa como un peligro.
—Cuando acabe la dictadura, ¿se podrán superar los odios y que haya una reconciliación entre todos los cubanos?
—Nosotros, después de la experiencia que hemos tenido en el mundo, vamos a estar ahí, dispuestos a sanar a la nación cubana. Justicia, sí, porque ha habido muchos crímenes, muchos atropellos, y todavía están ahí los culpables; pero, en sentido general, reconciliación, paz, y, sobre todo, libertad y democracia, que es lo que necesita una nación para prosperar.
—¿Sueña con esa transición y con volver a Cuba?
—Ojalá que lo pueda vivir y que sea pronto. Voy a ir ahí en el minuto uno a ayudar a mí país para que pueda recuperarse y haya esperanza otra vez en Cuba.
la conexión gallega: «Mi abuelo materno era de Ourense»
«Mi abuelo materno, Manuel Rey Quintela, era de Ourense ciudad. Allá se fue a Cuba, allá se casó y allá tuvo sus hijos», recuerda Luis Zúñiga. Como tantos gallegos, su abuelo se instaló en La Habana y allí nació su hija más pequeña, la madre del represaliado político, que vive junto a él en Miami.
«Tiene 103 años», presume Zúñiga. «Se vino conmigo cuando logré salir de Cuba y ya se quedó conmigo en Estados Unidos todos estos años». Sobre la colonia habanera en Miami, el ex preso político del castrismo recalca que los exiliados han construido allí su «pequeña Cuba».