La polarización entre izquierda y derecha se adueña de América Latina con el centro desaparecido

JULIO ÁLVAREZ BERENGUER LIMBA / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Sesión inaugural de la 51 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Sesión inaugural de la 51 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA). Juan Manuel Herrera | Efe

Chile, Brasil y Colombia dirimirán hacia donde se inclina la región. Un nuevo ciclo electoral se abre en Latinoamérica donde el centro está cayendo en la irrelevancia

14 nov 2021 . Actualizado a las 19:02 h.

Un nuevo ciclo electoral se abre en una América Latina donde el centro está desapareciendo o cayendo en la irrelevancia. La polarización es la clave en la mayoría de los comicios celebrados recientemente, y también en los de los próximos meses en países claves como Chile, Colombia y Brasil, que podrían desembocar en un fortalecimiento de la izquierda.

La alianza entre Cuba, Nicaragua y Venezuela, tres países donde reina el autoritarismo de izquierdas, es la más sólida de Latinoamérica, pero, a la vez, ha sido apartada de los organismos regionales por el resto de naciones. Daniel Ortega acaba de sellar su poder en las cuestionadas elecciones del 7 de noviembre, consideradas una farsa, y en Cuba y Venezuela no se espera cambios en el poder.

Estos son apoyados por Bolivia, un Estado gobernado por el Movimiento al Socialismo del expresidente Evo Morales, donde existe un mejor clima democrático, más acorde al de los países de su entorno. Hubo elecciones el año pasado y Luis Arce tiene todo un mandato por delante.

Ahí se acaban los apoyos al grupo duro capitaneado por La Habana. El izquierdista Andrés Manuel López Obrador, que gobernará México hasta el 2025, mantiene una postura equidistante. Así, criticó los arrestos de opositores en Nicaragua y llamó a consultas a su embajador durante la oleada de detenciones.

Lo mismo hizo Argentina, gobernada por el centroizquierda peronista. Se alejó certeramente del grupo duro, al votar esta semana en la asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA) a favor de declarar ilegítimas las elecciones nicaragüenses, mientras México se abstuvo. La crisis económica, agravada por la pandemia, ha dejado muy tocado al Gobierno de Alberto Fernández, y las elecciones del 2023 serán una dura prueba. 

El caso de Perú

También Perú, gobernado por el ultraizquierdista Pedro Castillo, se sumó a la condena a Ortega, poniendo distancia de por medio con el núcleo cubanovenezolano, a pesar de que el presidente fue tachado de chavista durante la campaña electoral. Castillo se ha alejado de Perú Libre, el partido que le llevó al poder, moderando su discurso para intentar garantizar la gobernabilidad en un Congreso ingobernable. Lo tiene difícil, y no se descarta que el Legislativo pueda destituirle en el corto o medio plazo, haga lo que haga, a pesar de que solo lleva cien días en el poder.

La izquierda podría crecer también en Centroamérica, donde preocupa el autoritarismo, creciente en todos los países menos en los estables Costa Rica y Panamá. Honduras celebra presidenciales a finales de noviembre. El presidente conservador, Juan Orlando Hernández, ha sido acusado de autoritarismo, y su hermano condenado por narcotráfico en EE.UU. Su formación, el derechista Partido Nacional, podría perder los comicios en favor de Libertad y Refundación, liderada por la izquierdista Xiomara Castro, esposa del expresidente Manuel Zelaya, depuesto en el 2009 con un golpe de Estado.

Preocupan también las garantías democráticas en El Salvador de Nayib Bukele —un presidente con una ideología difícil de catalogar—, después de la purga masiva de jueces y sus intentos de modificar la ley que le impide optar a la reelección.

El centroderecha gobierna en Ecuador y Uruguay. La estabilidad política reina en Montevideo: los liberales entregaron el poder a la izquierda en el 2005, y la izquierda hizo lo propio con el centroderecha 15 años después. En Ecuador, el conservador Guillermo Lasso gobierna tras una carambola electoral, con un Congreso con amplia mayoría progresista. La gobernabilidad parece difícil para un dirigente muy cuestionado tras su aparición en los papeles de Pandora.

 

Comicios claves

Pero el signo político de la región se dirime en los próximos doce meses, con las elecciones claves en Chile, Colombia y Brasil, donde los candidatos izquierdistas lideran las encuestas. Los chilenos elegirán a su nuevo presidente el 19 de diciembre. El país andino es la viva imagen de la polarización que sufre el continente, tras haber sido gobernado por el centroizquierda y el centroderecha durante tres décadas. Lidera las encuestas el izquierdista Gabriel Boric, un diputado que saltó a la fama durante las revueltas estudiantiles. No parece, eso sí, que vaya a alinearse con el núcleo cubanovenezolano. Boric ha criticado los arrestos de opositores en Nicaragua, alineándose con la disidencia progresista del sandinismo. Se enfrenta en las urnas al ultraderechista José Antonio Kast, cuya campaña se ha disparado tras la aparición de Sebastián Piñera en los papeles de Pandora.

En Colombia lidera las encuestas el exguerrillero izquierdista Gustavo Petro que, aunque en el pasado apoyó al chavismo, ahora considera dictadores a Daniel Ortega y Nicolás Maduro. Su victoria sería la primera de la izquierda en la historia de Colombia, pero los sondeos no pueden tomarse aún como referencia, ya que el centroizquierda y la derecha uribista todavía no han seleccionado candidatos.

Tras las elecciones colombianas, en octubre, se dará la madre de todas las batallas electorales en América Latina. El ultraderechista Jair Bolsonaro se enfrentará, si no lo impiden los tribunales, al izquierdista Lula da Silva. Todas las espadas ideológicas de la región estarán en alto para unas elecciones que sellarán el signo político dominante en la región para los próximos años.

La oposición cubana mide su fuerza en las calles pese a la represión castrista 

J. L. B. | Lima / E. La Voz

Desconcierto en la oposición cubana por el cambio de estrategia de cara a las manifestaciones del lunes de unos de sus líderes. Yunior García Aguilera, portavoz del colectivo Archipiélago, organización surgida tras las protestas de julio, ha decidido marchar en solitario el domingo por las calles del barrio habanero El Vedado, tras denunciar fuertes presiones del Gobierno castrista. «Esto no es un acto de heroísmo, es un acto de responsabilidad», dijo el intelectual, criticando que el Ejecutivo programe actividades callejeras con niños el lunes con motivo de la reapertura de los colegios, coincidiendo con la marcha del 15N.

García Aguilera dice no querer impedir que los opositores se manifiesten, pero pide «no poner en riesgo su integridad física ni la de otras personas». Archipiélago señaló, por su parte, en las redes sociales que la decisión del activista no es un llamamiento a la desmovilización.

El Gobierno cubano no autoriza las manifestaciones con la excusa de que estas están financiadas por Estados Unidos. «Cuba tiene el derecho de protegerse frente a la agresión de EE.UU. y el deber de salvaguardar la paz, la estabilidad y la tranquilidad que EE.UU. desea alterar», dijo el ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez. La convocatoria opositora se produce en medio de las dificultades económicas, con la inflación disparada y el desabastecimiento en las tiendas estatales.

El peronismo se enfrenta a las urnas temiendo que se repita el resultado de septiembre 

H. Estepa | San José / E. La Voz

Pesimismo en el oficialismo argentino de cara a las elecciones legislativas de este domingo. Los sondeos apuntan que podría repetirse el batacazo electoral de las primarias de septiembre, en las que la coalición peronista perdió 18 de las 24 provincias del país sudamericano.

«Lo principal es estar unidos», dijo el presidente, Alberto Fernández, el pasado jueves, durante el acto de cierre de campaña de un oficialismo que sufrió una dura crisis después del golpe en las urnas, cuando la vicepresidenta y líder del peronismo, Cristina Fernández Kirchner, reclamó cambios en el Gabinete, y el mandatario se negó a satisfacer esa petición.

Ese embate lo acabó ganando la vicepresidenta, forzando la renuncia de cinco ministros cercanos a su figura, que acabaron provocando la remodelación del Ejecutivo rechazada, en un principio, por el presidente.

Tras unas semanas de reflexión interna, el oficialismo volvió a hacer campaña en las calles para intentar reducir las distancias con la oposición. Anunció, además, medidas como el aumento del salario mínimo o la congelación de los precios de productos básicos, para intentar aliviar los castigados bolsillos de los argentinos.

Esas medidas no han logrado alterar los sondeos. El Gobierno ha perdido popularidad debido a su gestión de la pandemia, con una de las cuarentenas más largas y estrictas del planeta, y una crisis inflacionaria que parece no tener fin.

«La pandemia no me ha dejado hacer las cosas ni del modo ni a la velocidad que yo quería. No es que somos incapaces, es que el mundo nos ha condicionado», dijo Fernández el jueves. En las elecciones de hoy se renueva aproximadamente la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado.

El oficialismo consiguió un 31 % de los votos en las primarias de septiembre, mientras el opositor Juntos por el Cambio del expresidente Mauricio Macri se hizo con el 40 % de los sufragios.

De confirmarse esos resultados este domingo, el peronismo perdería la mayoría en el Senado por primera vez desde el retorno a la democracia, en 1983, y la gobernabilidad se vería seriamente afectada, impidiendo las reformas que ha programado, cuando quedan dos años para las elecciones presidenciales.

El mayor desafío del Gobierno, en los próximos meses, es lograr firmar con el FMI una renegociación de los 45.000 millones de euros que debe a ese organismo internacional. Cualquier acuerdo deberá ser aprobado por el Congreso, algo que podría resultar difícil si el oficialismo pierde la mayoría.

Además, las primarias mostraron un crecimiento clave de formaciones a la izquierda del oficialismo y a la derecha de la oposición. La gobernabilidad y la aprobación de leyes en Argentina podría quedar supeditada a dos agrupaciones minoritarias, una trotskista y la otra anarcocapitalista, a partir de esta cita electoral.