La crisis migratoria obliga a Polonia a reconocer su dependencia de la UE

Salvador Arroyo BRUSELAS / COLPISA

INTERNACIONAL

Una niña llora en la cola de la ayuda humanitaria en la región bielorrusa de Grodno, fronteriza con Polonia.
Una niña llora en la cola de la ayuda humanitaria en la región bielorrusa de Grodno, fronteriza con Polonia. Efe

El Gobierno de Morawiecki asume que no puede resolver solo el conflicto en su frontera, pero intenta condicionar la acción de Bruselas

13 nov 2021 . Actualizado a las 21:58 h.

La crisis provocada por Alexánder Lukashenko en la frontera con Polonia ha traído una tregua implícita en el conflicto que Bruselas y Varsovia mantienen desde hace meses por el respeto a la independencia judicial o los derechos de las personas LGTBI. La UE ha cerrado filas con el Gobierno de Mateusz Morawiecki frente a Bielorrusia y la sospechosa connivencia del Kremlin en este conflicto migratorio. Así que si la estrategia de Minsk era erosionar al bloque aprovechando las desavenencias con uno de sus socios, ha fracasado.

A partir de ahí surge una pregunta que no tiene una respuesta clara: ¿Polonia se está acercando a la UE o es esta la que terminará plegándose a algunas de sus exigencias? De momento llegan señales en ambas direcciones.

Las autoridades polacas están viendo que no pueden con la avalancha de migrantes que están atrapados en su línea divisoria y que llegan empujados por las tropas del régimen bielorruso. El endurecimiento de sanciones o las gestiones diplomáticas para intentar taponar vuelos con destino a Minsk para refugiados iraquíes, sirios o yemeníes se escapan de la influencia de Varsovia. Y esa labor la están llevando a cabo las instituciones europeas.

Porque ante este pulso de gran alcance tanto el Ejecutivo de Ursula von der Leyen, como el Consejo Europeo que preside Charles MIchel, no solo han elevado el tono, también están pisando el acelerador para tomar decisiones más contundentes que permitan terminar con esta «guerra híbrida». Incluso la OTAN no ha dudado en expresar su apoyo, calificando de «inaceptable» la situación.

Polonia (como también los socios bálticos Lituania y Letonia) se encuentran en primera línea. Y lidiando con uno de los asuntos que más divisiones genera en el seno de la UE, la migración. Paradójicamente el problema mas grave lo está sufriendo uno de los países que en el 2015 se negó a aceptar refugiados, que ha hecho todo lo posible para cargarse el sistema de cuotas y que está gobernado por un partido ultraconservador (el PiS) que se ha servido del fenómeno para sacar rédito electoral.

Durante meses y ante el golpe bielorruso, Polonia se ha negado a contar con más ayuda europea que la de la chequera (para financiar muros y alambradas). Y sí exigía más sanciones al tiempo que asumía que le convenía la acción diplomática del bloque. Pero el jueves daba un paso más. Solicitaba formalmente la asistencia de agentes del Centro sobre Tráfico de Migrantes de Europol (EMSC, por sus siglas en inglés).

La de guardacostas y fronteras de la UE (Frontex) está también dispuesta a desplegarse en la zona, pero de momento Polonia no la ha requerido. Porque implicaría un mayor nivel de control por parte de la Comisión Europea. Y eso vende mal en casa.

Además pondría en cuestión al menos una parte de su tesis. Lo que está sufriendo el país y que «amenaza a la estabilidad y la seguridad» de toda la UE (como viene reiterando Morawiecki) es un «acto de guerra» de Bielorrusia no una crisis humanitaria.

En consecuencia, las autoridades polacas siguen bloqueando a las oenegés, a los periodistas y resuelven con devoluciones en caliente.

La chequera

Varsovia ha conseguido de la UE algo que hace apenas dos semanas pareció quedar zanjado. Reabrir el debate sobre la chequera mencionada.

Von der Leyen le dijo a finales de octubre que no que había dejado «muy claro» (a Polonia, pero también a Austria, Bulgaria, Chipre, República Checa, Dinamarca, Estonia, Grecia, Hungría, Lituania, Letonia y Eslovaquia) «que existe una posición común de la Comisión y el Parlamento Europeo de que no habrá financiación para muros ni alambres con púas».

Pero Michel matizó (y mucho) ese mensaje esta misma semana en una comparecencia conjunta con Morawiecki desde la capital polaca. El presidente del Consejo Europeo decía esto: «La financiación europea de infraestructuras físicas para proteger las fronteras está respaldada por el servicio legal del Consejo, es legalmente posible según el marco legal actual». Así que punto para Polonia.

Acercamiento

La cuestión es si el acercamiento quedará ahí. Porque no olvidemos que, aun en aparente tregua, el conflicto abierto por el respeto al Estado de derecho, con una cascada de expedientes sancionadores de Bruselas, contenciosos en el Tribunal de Justicia de la UE, y los fondos de recuperación bloqueados (36.000 millones de euros) sigue latente.

De momento parece que la dialéctica del chantaje no ha desaparecido.

En declaraciones recogidas por el medio digital Político, el viceministro de política Regional y Fondos de Polonia, Waldemar Buda, amenazaba el viernes con vetar algunos proyectos clave del Ejecutivo comunitario si no se desbloquean las ayudas europeas para su país en menos de un mes.

Aludía, en concreto, al Fitfor 55, el paquete de propuestas legislativas para adaptar las políticas de la UE sobre clima, energía, uso del suelo, transporte y fiscalidad. «Si no resolvemos el tema antes de fin de año, nuestra voluntad de negociar, la dinámica y la voluntad de hacer concesiones serán menores el próximo», planteaba.

Un día antes, el Parlamento Europeo (PE) condenaba de nuevo la sentencia del Tribunal Constitucional de Polonia (el mismo que ha rechazado la supremacía del derecho europeo en algunos artículos clave) que prohíbe en la práctica toda forma de aborto y denunciaba el entorno cada vez más «hostil» y «violento» al que se enfrentan las mujeres defensoras de los derechos humanos en ese país.