Primer ensayo, exitoso, de un trumpismo sin Trump

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

EVELYN HOCKSTEIN | Reuters

06 nov 2021 . Actualizado a las 10:18 h.

Se está cumpliendo lo que se temía cuando Joe Biden fue elegido in extremis como mal menor frente a una segunda taza de Donald Trump: la presidencia demócrata está siendo un período de transición, un paréntesis. Aún no ha cumplido un año en la Casa Blanca y Biden se ve agotado física y mentalmente, sus grandes proyectos electorales se han quedado atascados, no controla su partido y su popularidad cae a plomo. Su mayoría en las Cámaras es ya precaria, pero si los republicanos ganan con claridad las elecciones parlamentarias de mitad de mandato, que son el año que viene, la presidencia de Biden se convertirá en una lenta agonía. Y el hecho es que la serie de comicios parciales que se acaban de celebrar en el país parecen apuntar a que así será. Entre estos destaca en particular la elección del republicano Glenn Youngkin como gobernador de Virginia, porque ha triunfado en un estado que Biden había ganado hace un año con un 10 por ciento de margen a favor. Pero lo más preocupante para los demócratas es la tendencia general: en todos los puestos que estaban en juego, ya sea en la Asamblea General o en el Senado de Nueva Jersey, en el Tribunal Supremo de Pensilvania o en las oficinas municipales de un bastión demócrata como Nueva York, los republicanos han obtenido resultados tan abultados que predicen que, a menos que haya un cambio drástico de dirección, el año que viene se harán con la Cámara de Representantes y el Senado, obligando a Biden a pactar sus iniciativas legislativas o refugiarse en los límites del decreto.

¿Significa esto que Trump vuelve? Él así lo cree, y se ha apresurado a atribuirse estas victorias. Los republicanos anti-Trump, por el contrario, argumentan que la victoria de Youngkin en Virginia demuestra precisamente lo contrario: que el partido ha encontrado una fórmula para ganar sin el incómodo expresidente. Lo que ha hecho Youngkin es distanciarse de Trump, tanto personalmente como en su agresividad retórica, pero preservando en su programa algunos elementos que movilizan a los antiguos votantes de Trump, especialmente la «guerra cultural» contra lo que los conservadores consideran adoctrinamiento de los progresistas en las escuelas. A esto ha añadido una crítica de la política económica de Biden. El resultado es que Youngkin ha mantenido la masa de votantes de Trump y a la vez ha podido también ganar en distritos demócratas que no lo votaron nunca. Pero lo cierto es que Youngkin se ha beneficiado del modo en que se elige el candidato de Virginia, mediante una convención. La mayoría de los candidatos de las elecciones del año que viene tendrán que ganar unas primarias en las que la agresividad de los trumpianos puede echar a los moderados como Youngkin a la cuneta. Y ya no digamos en las primarias más importantes, las que designarán al candidato presidencial del 2024. Todo indica que Trump querrá presentarse. Si para entonces el partido republicano no ha logrado recuperar el control de sus bases, en gran parte todavía agitadas por el hechizo de Trump, empieza a no ser impensable un retorno que muchos descartábamos tan solo hace unos meses.