La embarcación Aita Mari preveía llegar a Trapani en las próximas horas. «El capitán dice que llegaremos a puerto por la mañana», concretó al final de la tarde de ayer a La Voz uno de los gallegos que pondrán fin a este infierno de seis días a la intemperie entre Malta y Sicilia.
Chicos víctimas de torturas y de palizas diarias
Según el testimonio de este tripulante coruñés, que documenta el drama del Mediterráneo a bordo, todos los migrantes asistidos por el Aita Mari han pasado por la cárcel de Libia, no por comisión de delitos, sino porque «la cárcel funciona allí como un negocio. Libia es la forma que tienen esos chicos egipcios de llegar a Europa. Allí los meten en prisión y les dan palizas a diario. Un chico de 16 años me contaba ayer... Tengo que coger aire... —dice roto por el dolor, entre lágrimas— que recibía todos los días descargas eléctricas. Están llenos de cicatrices y heridas de esas palizas que les dan. Duele ver sus cuerpos. Les dan esas palizas para que contacten con sus familias y ellas les envíen dinero, y con eso, pagando, es como les dejan salir de la cárcel. Están todos masacrados. Si ves cómo lo cuentan los niños... Es terrible, es algo insoportable».