Varsovia no quiere irse de la UE pese a negar la primacía del derecho europeo

salvador arroyo BRUSELAS / COLPISA

INTERNACIONAL

Radek Pietruszka | EFE

Bruselas advierte que usará «todos los poderes» para imponer su criterio

09 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Que la rebelión del Tribunal Constitucional (TC) polaco vaya a poner en riesgo la arquitectura de la Unión Europea es mucho decir. La crisis legal que han abierto los magistrados locales al rechazar la supremacía del Alto Tribunal de Luxemburgo sobre su Carta Magna, no tiene, al menos de momento, el calibre del brexit, aunque sí es cierto que genera una situación de incertidumbre cuyo alcance está por ver.

El primer ministro, Mateusz Morawiecki, dijo ayer que su país desea seguir dentro de la UE y descartó que la polémica sentencia del tribunal que asegura que algunos artículos de los tratados europeos son «incompatibles» con la Constitución polaca vaya a provocar un polexit, tal y como han advertido algunos expertos. ¿Por qué podría ser así? Pues, según la resolución judicial, porque esas incompatibilidades afectan a la propia soberanía de Polonia y el TC ha llamado al orden a las instituciones europeas para que no actúen «más allá de sus competencias» ni interfieran en la reforma judicial polaca.

El toque de atención es severo y ni las declaraciones de Morawiecki han calmado a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien también ayer recordó a los magistrados polacos que «el derecho europeo tiene primacía sobre el derecho nacional, incluidas las disposiciones constitucionales», y la UE hará valer «todos los poderes» para hacer cumplir esta regla. Von der Leyen admitió que está «profundamente preocupada por la sentencia», que será examinada «a fondo y con rapidez» por los servicios jurídicos comunitarios.

Más dura se mostró la Eurocámara, cuyo presidente, David Sassoli, consideró inaceptable que un Estado miembro no reconozca las sentencias del Tribunal de Justicia de la UE. El Parlamento Europeo instó a Von der Leyen a aplicar contra el Gobierno de Varsovia el nuevo mecanismo para proteger el presupuesto comunitario, una maniobra que podría congelar los fondos de recuperación asignados a este país.

Evitar las escisiones

Polonia no es el Reino Unido. No tiene ni su peso económico ni su relevancia política en el ámbito internacional. Además, si algo ha demostrado el brexit es que fuera de la UE el aire es gélido. La escisión británica inquietó y mucho al principio. Pero terminó extenuando a todos por la complejidad del proceso de salida, acabó con la paciencia de los socios y hasta reforzó la sensación de unidad comunitaria. Incluso los partidos de ultraderecha se cuidan aún hoy de apostar por más escisiones nacionales.

Y eso incluye al gubernamental polaco, el ultraconservador Ley y Justicia (PiS). Ya el 15 de septiembre aprobó una resolución de apoyo expreso a la continuidad de Polonia en la Unión. «Queremos que Polonia sea un Estado miembro de la UE y se mantenga como un Estado soberano», señalaba el texto. Un movimiento que el Gobierno y el líder del partido, Jaroslaw Kaczynski, defendieron negando ya entonces cualquier intento de polexit. «Esa es una idea propagandística que se ha utilizado muchas veces contra el Gobierno», decía en alusión, entre otros, al líder opositor Donald Tusk, que fue presidente del Consejo Europeo.

El Ejecutivo del primer ministro Morawiecki no tiene intención de dar ese salto al vacío. Y menos en un país en el que las encuestas reflejan que la gran mayoría de los ciudadanos quiere seguir en la UE. Tan evidente es su renuncia al suicidio político, que ayer mismo seguía insistiendo en la continuidad pese a la crisis abierta por su Constitucional.