Eric Zemmour: El polemista judío de televisión que desbancó a los Le Pen

Asun Serena PARÍS, E. LA VOZ

INTERNACIONAL

ERIC GAILLARD | Reuters

El escritor es el nuevo favorito de la ultraderecha y suma el 17 % en intención de voto sin haber formalizado su candidatura

10 oct 2021 . Actualizado a las 09:40 h.

La campaña electoral para las presidenciales francesas no ha comenzado todavía oficialmente, y la vida da muchas vueltas, pero es innegable que estos últimos meses ha surgido un fenómeno inesperado que puede cambiar todas las previsiones que auguraban un enfrentamiento entre los candidatos Emmanuel Macron y Marine Le Pen.

Este fenómeno se llama Zemmour. Según un sondeo de Harris Interactive para Challenges, Eric Zemmour, que todavía no ha presentado oficialmente su candidatura a las presidenciales, se calificaría para la segunda vuelta privando a Le Pen del esperado duelo con Macron.

En solo tres meses, la intención de voto sobre una hipotética presencia de Zemmour en las elecciones para elegir al próximo jefe de Estado ha pasado de 5 % a primeros de julio al 17 % en octubre.

Zemmour, el hijo de trabajadores judíos procedentes de Argelia (su padre era conductor de ambulancia), criado en las barriadas parisinas, ha pasado en solo unos meses de simple periodista, escritor y polemista a posible futuro presidente de Francia.

El todavía candidato no declarado, ha trabajado largos años en Le Figaro, y ha intervenido en numerosos programas de televisión que se lo rifaban para tener una audiencia asegurada.

Combatiente

En sus libros, como El suicidio francés (300.000 ejemplares vendidos) y Francia no ha dicho su última palabra (80.000 ejemplares vendidos en una semana), Zemmour se presenta como el combatiente de «una cierta idea de Francia que quieren destruir».

Está convencido de que Marine Le Pen nunca podrá ganar las elecciones presidenciales después del debate frente a Macron en el 2017 en el que mostró que no daba la talla para gobernar Francia, y que solo él puede provocar que se rompa el dique que siempre ha levantado la derecha frente a la extrema derecha, sumando votos del electorado conservador.

Así, poco a poco, va destilando ideas que calan en la población como el gran declive de Francia y el gran reemplazo de la población francesa por la magrebí. Cuando habla de inmigración, Zemmour no dice integración sino asimilación. Por eso quiere recuperar la ley de Napoleón obligando a los ciudadanos franceses a llevar un nombre francés. Eso para los que estén en territorio francés, para el resto, «inmigración cero»: con él se acabará la reagrupación familiar de los inmigrantes, se suprimirá el derecho de suelo y se expulsará sistemáticamente a los extranjeros que hayan sido condenados.

El polemista considera que el islam es incompatible con la República. Dice que «el inconsciente colectivo» de las poblaciones musulmanas es «colonizar a su antiguo colonizador y dominar al infiel en nombre de Alá». Ha sido denunciado en numerosas ocasiones por discriminación racial o incitación al odio, y tiene ya una condena en firme por afirmar que los franceses procedentes de la inmigración «están más controlados que los otros (por la policía) porque la mayoría de los traficantes son negros y árabes».

Defensor de Vichy

También sostiene que cuando el Gobierno de Vichy impuso sus leyes discriminatorias contra los judíos no lo hizo con el objetivo de exterminarlos. «Yo digo que Vichy ha protegido a los judíos franceses y ha dado los judíos extranjeros a Alemania», afirma con insistencia, sin querer escuchar a Arno Klarsfeld, hijo de los «cazadores de nazis» Serge y Beate Klarsfeld, que le rectifica diciendo que fueron «la Iglesia y los franceses quienes protegieron a los judíos franceses y no el régimen».

Zemmour dice que dirá si es candidato o no cuando él lo decida, prolongando «la ambigüedad mientras me convenga». Pero desde hace meses, los Amigos de Eric Zemmour llenan las calles de carteles con su rostro, y los medios de comunicación escrutan cada una de sus frases convirtiéndole en el eje sobre el que gira la precampaña electoral.