Colapso sanitario
El sistema sanitario afgano, como casi todo en la administración pública creada tras la invasión estadounidense de 2001, depende de las donaciones externas y la mayor parte de estas ayudas se han congelado desde la llegada del Emirato. Aproximadamente dos tercios de los centros de salud del país son parte de Sehatmandi, un proyecto de tres años de más de 500 millones de euros administrado por el Banco Mundial y financiado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, la Unión Europea, el Banco Mundial y otros actores internacionales que desde la llegada de los talibanes han optado por suspender sus ayudas. El sistema está al borde del colapso, a la espera de una mano externa salvadora, pero cada día que pasa la población es más y más vulnerable. Sobre todo los niños.
Dos pequeños por cama
La llegada de pequeños es constante a la Unidad de Desnutrición.
Hay días en los que tienen que colocar a dos por camita. Las familias con algo de dinero pueden traer desde el exterior Meropenem, antibiótico que se usa en el tratamiento de infecciones severas de estómago, pero la mayoría solo espera un milagro. «La situación es crítica. Las tasas de desnutrición crónica del 30% se consideran oficialmente una emergencia», es el balance de Mike Bonke, director para Afganistán de la ONG Acción Contra el Hambre (ACH), quien alerta que «con la ayuda humanitaria y el sistema financiero interrumpidos, una situación ya difícil ha empeorado».