El islamismo político marroquí se desploma en las elecciones legislativas

Gerardo Elorriaga MADRID / COLPISA

INTERNACIONAL

Aziz Ajanuch, el segundo hombre más rico de Marruecos, tras el rey, durante su comparecencia tras conocerse los resultados
Aziz Ajanuch, el segundo hombre más rico de Marruecos, tras el rey, durante su comparecencia tras conocerse los resultados Jalal Morchidi | EFE

La victoria de Ajanuch favorece en teoría a la élite en torno a Mohamed VI

09 sep 2021 . Actualizado a las 21:34 h.

El islamismo político ha sufrido una derrota sustancial en las elecciones legislativas de Marruecos, celebradas el miércoles. Tras diez años en el poder, el confesional Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) ha pasado de contar 125 escaños a retener tan solo una docena, y de ser la primera fuerza parlamentaria a situarse en el puesto octavo.

La debacle, que ha llevado a dimitir a toda la cúpula de la formación, resulta mucho más sorprendente que la victoria del liberal Reagrupamiento Nacional Independiente (RN) de Aziz Ajanuch -segundo hombre más rico del país tras el rey-, con 102 de las 395 bancadas de la Cámara de Representantes. El fracaso alcanza al secretario general Saâd-Eddine El Othmani y jefe de Gobierno saliente, que no logró revalidar su asiento.

Los intereses del Majzén, la élite en torno al rey Mohamed VI, han sido teóricamente beneficiados por la victoria de Ajanuch, y el segundo puesto obtenido por el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), que posee 87 escaños tras perder más de 40 respecto a los comicios anteriores.

Pero la búsqueda de mayorías se antoja complicada en el fragmentado escenario político, con un abanico que va de los partidos religiosos a la extrema izquierda. Las previsiones apuntan a que el socio necesario será el nacionalista Istiqlal, formación histórica de cariz nacionalista, que ha ascendido de 46 a 78 puestos.

Los perdedores han achacado a irregularidades y compras de voto unos resultados que agravan incluso las peores previsiones recogidas por las encuestas. «El electorado ha enviado al PJD al rincón de pensar», sostiene Mohamed Fuad Amrani, director de la oenegé Asociación Tetuaní de Iniciativas Sociolaborales, que trabaja contra el abandono escolar en el norte del país. A su juicio, los islamistas resultaron beneficiados por la apertura democrática, fruto de la Primavera del 2011. El monarca respondió al envite con una nueva Constitución que otorgaba mayores poderes a los partidos y el Parlamento. «Ellos llegaron con las credenciales de independencia de los poderes fácticos, un contrapoder que podía dinamizar las necesarias reformas», añade.

La decepción provocada por su gestión, según esta teoría, los ha privado del voto prestado, procedente de la izquierda y otros sectores. «Se ha mostrado muy dócil y ha priorizado las cuestiones ideológicas sobre las económicas, agudizadas por la recesión global y la crisis del covid-19», explica Fuad. El PJD ha seguido el dictado del monarca y ha sido fiel a su alineación con Occidente y EE.UU., o al reconocimiento del Estado de Israel.

Crecimiento económico

La economía marroquí volverá a crecer este año tras la contracción del 2020. Las estimaciones hablan de un 4,4 % y ello se vincula a apuestas tan ambiciosas como Tánger-Med, que aspira a ser la primera infraestructura portuaria del Mediterráneo, la industria textil y automotriz, o la agricultura comercial. Pero este desarrollo, que lo ha convertido en un país emergente, no ha supuesto un significativo incremento del nivel de vida de su población.

El reino alauí es el cuarto Estado africano por número de millonarios, pero el 45 % de sus ciudadanos se considera pobre y el desempleo juvenil afecta a mano de obra sin instrucción y a personal cualificado. «Somos capaces de generar riqueza, pero no de repartirla equitativamente proporcionando servicios públicos de educación y sanidad», lamenta Fuad.

El vencedor de las elecciones marroquíes es la segunda fortuna del reino

Tan solo el rey Mohamed VI puede hacer una ligera sombra a Aziz Ajanuch, de 60 años, la segunda fortuna de Marruecos y la duodécima de África, con un volumen cercano a los 1.700 millones de euros. El líder de Reagrupamiento Nacional Independiente (RNI) y vencedor en las últimas elecciones es todo un paradigma del triunfador.

Los avales son diversos. Como empresario de éxito, puede hacer gala del éxito de su holding Al Akwa, con firmas en el ámbito del petróleo, el gas, el turismo y las telecomunicaciones, 500 estaciones de servicio y más de 10.000 empleados. No está solo. Salwa Idrissi, su mujer, posee otro conglomerado en el que se incluyen varias franquicias de moda, caso de la española Zara.

Este poderoso tecnócrata, formado en Canadá, afronta el relevo del islamismo con el que ha colaborado como ministro de Agricultura y Pesca.

El negociador de los acuerdos con el Gobierno de Madrid ha destacado en la dirección de un sector clave de la economía, pero ahora el reto es mucho mayor.

En principio, parece que puede contar con el favor real, dadas su amistad personal e intereses comunes. En Marruecos, la relación entre el partido gobernante y el rey y Comendador de los Creyentes resulta una cuestión esencial de la vida política. Washington y Bruselas pueden comunicarse bien con este liberal, pero las suspicacias pueden saltar en su gestión de la esfera pública, que parece difícil de deslindar de la relacionada con la privada. Quizás, esa peligrosa intersección se puede convertir en su talón de Aquiles, sobre todo en un país donde los medios de comunicación ejercen una crítica cada vez más acerada de su elite dirigente y la población reclama honestidad y desarrollo.