La reina feminista destronada en Kabul

INTERNACIONAL

Soraya Tarzi (1899-1968), esposa del rey Amanullah. A su lado impulsó una fallida modernización de Afganistán
Soraya Tarzi (1899-1968), esposa del rey Amanullah. A su lado impulsó una fallida modernización de Afganistán

«El pueblo afgano se alboroza viéndose libre de la tiranía de un monarca que quería hacerle un alma nueva». Esta era la reflexión del periodista Dionisio Pérez, en La Voz, después de que el rey Amanullah y su esposa Soraya (una «influencer» de la época que llegó a ser portada de la revista «Time») tuvieran que exiliarse tras fracasar el primer proyecto de un Afganistán independiente y con hechuras occidentales

25 ago 2021 . Actualizado a las 08:56 h.

«Amanullah quiso hacer en su país bárbaro y supersticioso la revolución desde arriba (...) pero el pueblo afgano no quería fiar su fe a nuevas supersticiones». En noviembre de 1929, el prestigioso periodista y escritor Dionisio Pérez (1871-1935) publicaba en La Voz un ameno análisis acerca de la caída del monarca de Afganistán y su inseparable consorte Soraya, de quien su marido había dicho en una ocasión: «Yo soy el rey, pero ella es la ministra de Educación». Tras diez años sujetando a cuatro manos las riendas del país, los primeros de independencia de Inglaterra, Amanullah tenía que exiliarse en Italia con su esposa. «Hace pocos meses aún -recordaba el autor del artículo- este joven fuerte, recio, de tez morena y ojos ardientes, de mirada audaz y esta mujer bella recorrieron Europa, siendo recibidos por los más grandes soberanos».

Pero el Afganistán de a pie, como hoy, estaba muy lejos de ese occidente que tanto admiraba la tan bienintencionada como elitista pareja. Así lo explicaba Dionisio Pérez en este trabajo que tituló Una interpretación de la revolución desde arriba, en el que dibujaba un cierto paralelismo entre el fallido viraje afgano hacia los usos occidentales y los intentos de repintar el mustio paisaje español en años precedentes, con Antonio Maura al frente hasta la Semana Trágica de Barcelona: «El buen rey proclamó el derecho de la mujer para aceptar o rechazar marido (...) y los mulás clamaron en nombre del Corán, que el rey había cometido sacrilegio. Él y su esposa encendieron una guerra religiosa. Crearon escuelas para niñas y autorizaron a que las mujeres llevasen el rostro descubierto. Y entonces ya no solo fueron los mulás quienes alzaron sus protestas, sino los magistrados y los jueces, y los funcionarios que vivían del presupuesto nacional». «Y he aquí -continuaba el articulista- al rey afgano frente a cuantos representan la tradición, la barbarie primitiva, la ignorancia secular, los hábitos viejos. Impuso un código nuevo, prohibió la poligamia, llevó profesores extranjeros, confió a ingenieros alemanes el trazado de ferrocarriles (...) No pudo llegar a más, porque una sublevación religiosa, aristocrática y popular a la vez, le hizo huir al extranjero para salvar la vida». Dionisio Pérez lanza entonces sus conclusiones en aquella Voz de 1929, muy reconocibles a día de hoy: «El pobre Amanullah interpretó al revés la revolución desde arriba». En nuestro tiempo -gira entonces su reflexión hacia el panorama español de la época- es frecuente jugar a las palabras, a la mascarada y al carnaval de las ideas». El periodista concluye que las políticas de Maura fueron interpretadas por algunos sectores en España igual que lo estaban haciendo los mulás y los jefes de tribus con las de Amanullah y Soraya en Afganistán.

«Con el tiempo, con el uso, con las mudanzas de las ideas y las costumbres se debilitan los estados (...) Es entonces cuando hay que trocar lo que comienza a ser tradición en realidad nueva». «Pero -advertía Dionisio Pérez- no hay nada más conservador que este arreglar y rehacer desde arriba lo que el tiempo desgastó y resquebrajó abajo. Y el pueblo afgano se alboroza y regocija en nuevas contiendas viéndose libre de la tiranía de quien quería hacerle un alma nueva y darle el trabajo de fiar su fe a nuevas supersticiones».

Dionisio Pérez estaba lanzando un mensaje a la España de su época, en la que ahora ya todos sabemos qué se estaba cociendo; y, sin saberlo, quizás a la de cien años más tarde con sus nuevas religiones laicas... en las que se estudian matemáticas con perspectiva de género y se sube a los altares a la carne vegetal.