Eduardo Enríquez, editor jefe de un medio censurado por el régimen: «Si algo le duele a la dictadura de Ortega es que sigamos informando»

Dagoberto Escorcia COLPISA

INTERNACIONAL

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Foto de archivo Jorge Torres

Respecto a los comicios del próximo 5 de noviembre, señala que «no serán elecciones porque no hay candidatos dónde escoger»

22 ago 2021 . Actualizado a las 13:40 h.

A Daniel Ortega, presidente del régimen autoritario que prevalece en Nicaragua, ya no le basta con mandar a prisión a opositores, empresarios y activistas. El pasado 13 de agosto, Ortega dio un paso más en su empeño de acaparar todo el poder y no dejar ningún cabo suelto de cara a las elecciones presidenciales del próximo 5 de noviembre. Extendió su brazo ejecutor al diario más antiguo de Nicaragua, La Prensa, con más de 95 años de existencia. Su Policía tomó la redacción, cortó el acceso a Internet, la energía y apagó todos los servidores. Bloqueó las bobinas de papel para que así el diario impreso no pudiera llegar a los ciudadanos.

Y envió a prisión al gerente, Juan Lorenzo Hollmann Chamorro. Silenciar a la prensa, darle un golpe mortal a la libertad es el penúltimo acto del régimen represivo y corrupto del hombre que un día fue un revolucionario y hoy es un dictador. Este periódico ha podido hablar con Eduardo Enríquez, actual editor jefe de La Prensa, diario que continúa circulando digitalmente.

—¿Cómo viven los periodistas de La Prensa este triste momento?

—Hay una mezcla de sentimientos. Pero lo más importante es el deseo y la convicción de que tenemos que seguir informando porque entre las pocas voces independientes que quedan en Nicaragua, somos la más fuerte. Nuestra plataforma digital tiene una penetración profunda. Sin embargo, admito que también hay incertidumbre y temor. Somos seres humanos. Estamos enfrentando una dictadura despiadada que encarcela sin miramientos porque considera un delito el hecho de pensar libremente, peor aún difundir ese pensamiento. Además, han tomado el edificio, las cuentas bancarias de la empresa. La dictadura está empeñada en destruirnos, si hay algo que les duele es que sigamos informando.

—¿Cómo sobrevive el diario?

—Sobrevivimos con las uñas. Nuestro personal se ha reducido en la redacción en casi un 70%; los periodistas trabajan en un ambiente hostil y desgraciadamente en condiciones muchas veces precarias, pero estos muchachos y muchachas, los llamo así porque en su gran mayoría son jóvenes, tienen un gran espíritu, una gran valentía y sobre todo los fortalece la certeza de que quienes cometen delitos y abusos son los personeros del régimen.

—¿Cree que la comunidad internacional hace muy poco por ayudar a mejorar la situación general de Nicaragua?

—Creo que la comunidad internacional no sabe cómo lidiar con este tipo de regímenes como los de Nicaragua, Cuba, Venezuela, Bielorrusia, Irán. Son regímenes que no tienen ningún respeto por el derecho internacional. En particular, el régimen orteguista se ha caracterizado por responder de una manera grosera, nunca vista, a Gobiernos amigos que han tratado de mediar o de hacerlos entrar en razón.

—Usted escribió el libro La muerte de una República. ¿Piensa que su país está muerto o dónde basa la esperanza?

—El sistema republicano en Nicaragua, que nunca ha sido fuerte, murió hace muchos años, yo digo en mi libro que fue durante el primer gran fraude electoral en el 2008. Lo que pasa es que la gente se negaba a reconocerlo. Como había crecimiento económico, que no se debe confundir con desarrollo económico, la gente no se preocupó por la institucionalidad democrática que estaba siendo destruida, pero una vez más queda claro que el crecimiento económico es efímero sin institucionalidad democrática, y esta no se puede construir sin una ciudadanía consciente de su responsabilidad de autogobernarse.

—Parece mentira que una revolución como la sandinista, que tuvo el apoyo del mundo entero, haya acabado con un gobierno corrupto y dictatorial. ¿Usted admiró o creyó en algún momento en Ortega?

—Es un mito y un gran éxito de relaciones públicas esa imagen de la revolución sandinista de los años 80. El sandinismo entonces, y el orteguismo ahora, siempre tuvieron este talante autoritario, irrespetuoso de los derechos humanos. A ellos se les cayó la careta solo días después de haber tomado el poder. Yo nunca he admirado a Ortega. Durante la insurrección del 79, que yo era muy joven, sí pensé que esa era la forma de sacar a Somoza del poder, pero desgraciadamente rápidamente nos dimos cuenta de que la tarea de construir una sociedad democrática que permitiera el progreso de sus ciudadanos le había quedado demasiado grande a Ortega y sus compañeros.

—¿Cuál es la situación de los otros medios de comunicación?

—Mucho más precaria, la mayoría están operando desde el exilio, y los que quedan tienen una capacidad muy limitada porque el régimen no solo limita su trabajo y el acceso a la información, sino que los ha sometido a castigos económicos fuertes.

—¿Cómo vive la población nica toda esta situación?

—Paradójicamente, el régimen ha mantenido una economía abierta, es parte de su fórmula para subsistir. En lo político son cerrados, en lo económico abiertos, aunque eso lo está erosionando la inmensa corrupción. Pero no hay escasez de alimentos ni medicinas. En realidad, a simple vista, un visitante extranjero en Managua podría decir que todo se ve normal. Estados Unidos sigue siendo nuestro principal socio comercial.

—Usted ha cambiado su correo. ¿Tiene miedo? ¿Cómo es un día en la vida de Eduardo Enríquez?

—Desde junio es mucho más compleja, con el temor constante de que empiece a ser vigilado. He tomado medidas para estar seguro, pero esto implica no llevar una vida normal, no poder salir a la calle y no saber si el día de mañana la dictadura va a tomar una acción contra mi persona. Yo fui citado en el mes de junio por la Fiscalía, por el caso que se le inició a la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, una fundación que apoyaba al periodismo independiente. En esa entrevista el fiscal me «recordó» que en Nicaragua ahora existe la Ley Especial de Ciberdelitos, que castiga con cárcel la difusión de noticias falsas. El problema es que la definición de «noticias falsas» es tan amplia que bajo ese paraguas alcanza lo que a ellos se les antoje. Sí, hay temor porque no hay ninguna instancia que te pueda defender una vez que caes en sus manos. Las personas que han sido detenidas en esta última etapa represiva prácticamente desaparecen, no han podido ver a sus familiares y a sus abogados. Digo esta última etapa represiva porque no debemos olvidar que ya había más de 130 presos políticos antes de mayo, que llevan meses y años presos.

—¿Hay muchos periodistas detenidos?

—De La Prensa el único detenido es nuestro gerente general, Juan Lorenzo Holmann. El régimen dice que está investigando a toda la directiva por supuesta defraudación aduanera y lavado de dinero. Este último delito es el favorito de la dictadura para endilgarlo a los opositores, pero ha quedado más que claro que ese delito no aplica en ninguno de los casos.

—¿Recibe mucho apoyo?

La Prensa ha recibido un inmenso apoyo de los nicaragüenses que saben que este medio con 95 años de historia siempre ha estado al lado de los derechos del pueblo. Siempre ha sido crítico de los abusos de cualquier gobierno. Sin duda no hay nicaragüense que no se sienta identificado con La Prensa. Incluso los que hoy la quieren ver destruida, porque La Prensa defendió a Ortega cuando fue preso político, y Rosario Murillo trabajó en La Prensa, muy cerca de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal a inicios de los años 70 del siglo pasado.

«No serán elecciones porque no hay candidatos dónde escoger»

Hay quien ha escrito que nada bueno se puede esperar de un Gobierno en el que presidente está casado con la vicepresidenta, los asesores presidenciales son sus hijos y el jefe de la Policía es el consuegro. En la agenda de Daniel Ortega y Rosario Murillo, máximos mandatarios en Nicaragua, el 5 de noviembre está marcado en negritas. Será el día en la que, de no ocurrir un milagro, saldrán elegidos para un cuarto mandato, para permanecer veinte años consecutivos en el poder. Como Don Palomo.

Eduardo Enríquez, sin embargo, piensa como la mayoría de compatriotas. «En noviembre los nicaragüenses no acudirán a unas elecciones porque simplemente no tienen una oferta de candidatos de dónde escoger», comenta el editor jefe. «Los candidatos presidenciales con mayores posibilidades están presos y los únicos que permanecen en la boleta electoral son el Frente Sandinista y sus partidos satélites, los que nosotros llamamos 'zancudos'. En Nicaragua no hay libertad de expresión, ni de manifestación, ni de organización. No es posible considerar ese proceso una elección», afirma el periodista.

Enríquez, @guayoperiodista en Twitter, dice que utiliza esta plataforma para difundir noticias, comentarios y sus pensamientos como periodista sobre la realidad de su país. Conoce perfectamente los riesgos que eso supone en Nicaragua, donde hay dos periodistas encarcelados por ser críticos al Gobierno de Ortega. El periodista deportivo Miguel Mendoza, quien se había convertido en un fuerte crítico a través de Twitter, con muchos seguidores, y Miguel Mora, director del medio confiscado '100% Noticias', quien estuvo preso entre diciembre de 2018 y junio de 2019. Hasta el momento de su arresto, en junio pasado, Mora era precandidato presidencial.